«La reafirmación del imaginario. Es decir, de lo que no es real pero lo es»: Diarios de Cuarentena

Hoy fue un día raro. Llegó una discusión que creí haber resuelto desde el momento en que decidí aceptar todas aquellas filsofias que vinieron del viejo occidente. Pensé en que la discusión entre naturaleza y convención ya la había superado con Platón y Aristóteles, reconocidos conquistadores de mentes dispuestas a descubrir sus alrededores. Es decir, aquellos otros colonizadores de mentes.

Todo comenzó desde el mismo momento en que le escuché decir a mi madre «Tienes que ir por las arepas y el queso, hoy te toca el pico cédula». Vaya lotería….me ha tocado salir a un mundo donde ya todos tienen miedo de vivir.

Ahí fue mi primer encuentro con esta dicotomía, pues un acto tan natural como salir en busca de comida se le estaba siendo restringido a mi madre, a mi padre y a mi hermana por un un sujeto que no existe ni físicamente, químicamente o biológicamente pero todos saben que está ahí : El Estado. No puse en mucha atención a ese pensamiento… No creo que mi madre hubiera cedido a discutir un momento cuando ya eran las 10 de la mañana y aún andábamos sin desayunar.

Sin embargo, al llegar al D1- que desgraciadamente es lo más cercano que tiene un ciudadano de clase media como yo para hacer sus mandados- me di cuenta de una segundo problema «imaginario» al que me tenía que enfrentar. Esta vez no fue mi madre la causante de tal delirio sino un sujeto desconocido, vestido de rojo y con tapabocas ,que  me preguntó si el número de mi cédula terminaba en 2 y a otros que también se encontraban en el lugar les pregunto lo mismo. Mientras este sujeto le explicaba a los otros recién llegados que no podrían entrar pues este negocio pertenecía a Enviagdo y por lo tanto no se regia con el mismo pico y cédula  de Sabaneta,es decir , les tenía que explicar que a pesar de vivir en la frontera, es decir al frente de sus casas, no podían entrar…mientras dicha explicacion se da con argumentos contundentes como «así lo dice la ley» reviso mis manos y después mis bolsillos… Mierda… Deje la cédula.

Obviamente me tocó recorrer la mismas dos cuadras largas inciales para volver a mi casa, pues al sujeto, esta vez real y vestido de rojo, no le bastaba que yo estuviera enfrente suyo pidiéndole que me dejara entrar a comparar productos(que a propósito él no había hecho), sino que además lo que él buscaba saber era si yo era un número.

Es decir, en estos momentos a pesar de aplicar el famoso «pienso y luego existo» en mis discusiones internas camino a casa… Me doy cuenta que en realidad en esta cuarentena soy lo más metafísico que hay en la tierra… Un número

-Anónimo

Nota:

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