Academia, Ciencias Sociales y pos-acuerdo

En el libro del historiador Álvaro Tirado Mejía titulado: Los años 60, una revolución en la cultura, se evidencia como fue la ruptura del gobierno colombiano con las academias de Ciencias Sociales. Desde el segundo mandato del Frente Nacional se empezó la separación con las universidades por diversas razones: como el radicalismo de los estudiantes, la represión de las protestas universitarias (las cuales eran vistas como subversivas), la preferencia del gobierno por darle trabajo a otras áreas que no fueran las Ciencias Sociales (los planes de vivienda dejaron de ser atendido por sociólogos y los cambiaron por urbanistas), entre otras razones que deterioraron esta relación.

Pero hubo momentos donde el gobierno necesitó de la academia, por ejemplo en los temas de procesos de paz. Se aportaron trabajos como: La Violencia en Colombia de Fals Borda, Monseñor Guzmán y Eduardo Umaña, que hacen un recuento de la época conocida como La Violencia y su influencia en la sociedad, también trabajos como: Colombia, Violencia y Democracia del grupo de los “violentólogos” en los años 80, el cual se le entregó al presidente Virgilio Barco con total discreción  pues el gobierno y  las universidades tenían relaciones deterioradas.

También es importante recordar el papel de “los sabios”, un grupo que lo conformaron académicos y científicos en el gobierno de César Gaviria, los cuales tuvieron la tarea de reflexionar sobre el futuro de Colombia en temas como desarrollo, educación y ciencia. El título del informe es: Colombia al filo de la oportunidad y tuvo figuras tan destacadas como Gabriel García Márquez y Marco Palacios.

En el presente, la academia, las Ciencias Sociales y el gobierno, han estado trabajado juntos nuevamente con motivo del Acuerdo de Paz con las FARC. Muestra de ellos son los foros, charlas, eventos, cursos y debates que se han realizado antes y después de las negociaciones en la Habana, volviéndole a dar a la academia el lugar que se ha sabido ganar en la política del país. El gobierno ha pedido de nuevo la ayuda de los intelectuales y académicos, no sólo en espacios prestados dentro de las universidad sino por fuera de ella, muestra de ello es el informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas llamado Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia ó el Centro Nacional de Memoria Histórica con sus informes como Basta ya!.

 Las facultades universitarias tienen la responsabilidad histórica de estar a la altura del momento que vive el país. Se deben de abrir espacios académicos donde se analicen los procesos de paz en otros países y de ahí sacar aportes para el de Colombia, se deben dar debates y foros donde todas las partes den su análisis y no tanto su opinión. Las universidades no pueden tener miedo de traer ex integrantes de las FARC (cuando entreguen sus armas) a hablar del proceso de paz y de la implementación.

Con una unión otra vez fortalecida entre academia y gobierno los más favorecidos serán los estudiantes de carreras de Ciencias Sociales, que tendrán que cargar con menos estigmatizaciones y más oportunidades laborales. La comunidad no sólo valorara el trabajo que cada una de las carreras le aporte al posacuerdo sino también a los otros temas de la sociedad. Estos beneficios serán para los que están o no están de acuerdo con el proceso de paz, así que colegas ¡manos a la obra, a debatir y a proponer!