Peligrosísimo, tanto más por cuanto que su política es sólo maquillaje y apariencia, cosmética y superficialidad. Nunca he oído de su parte ni de sus epígonos una sola idea profunda sobre nada, sobre ningún tema, y limita su escueta conceptualización a cándidos lugares comunes como la honradez o la idea idílica de una educación postiza e inane. Para ser francos, a este tipo sí que le funciona el marketing, ya que no la ideología, con las nefastas consecuencias que todos conocemos: Hoy Antioquia sigue sumergida en la pobreza; la violencia y la corrupción campean por todo el territorio; miles de campesinos sufren por falta de oportunidades y las moles de cemento llamadas Parques Biblioteca, además de que no quitan el hambre, se están cayendo, como se cae todo aquello que carece de raíz, como sin duda acaecerá también con Fajardo y la evidente caducidad de su discurso.
Tuve hace algunos años una noviecita que lo adoraba: Profesor, de una imagen impecable, con lenguaje fresco, sin corbata. Parecía un ciudadano y no un político, de ahí su éxito. Pero en el fondo, un poco detrás, en los lugares grises, en los intersticios, una realidad oscura, mucho más oscura que la de aquellos contra quienes se alzó con su retórica legalista y moral: La realidad de los grandes grupos empresariales, de las grandes familias que controlan la economía de nuestra sociedad, sus pactos, sus traiciones, sus privilegios, los enigmas que a toda costa buscan ocultar. Y sumado a ésto, la perentoria necesidad de todos esos grupos por organizarse alrededor del poder para cuidar e incrementar sus privilegios. Fajardo fue el hombre.
Muchos incautos se obstinan en concebir la génesis de Compromiso Ciudadano, el «Movimiento» de Fajardo, como la cristalización de un conjunto de iniciativas sociales de diferentes matices políticos, impulsadas desde la base. De ahí generan su Mito Fundacional. Pero como todo Mito, es falso. Y las evidencias así lo demuestran. Muchas de las iniciativas que en un principio se aglutinaron alrededor de este «Movimiento», decepcionadas, hoy se encuentran lejos. Y lo que ha quedado finalmente, tras un largo pero sencillo proceso de depuración, son los hombres fuertes del Sindicato Antioqueño, los «Cacaos», pagando las campañas y administrando su gobierno. Un «Movimiento» creado por la élite, mantenido por la élite, para beneficio de la élite, con la aquiescencia de unos cuantos ciudadanos confundidos: he ahí el resumen de Compromiso.
Pero la cosa no se reduce a ésto y tiene un poco más de fondo. Permítanme recordar que una sociedad nunca es un Todo equilibrado funcionado armónicamente en una línea progresiva. Las sociedades son conjuntos de fuerzas en disputa. Son múltiples luchas desarrollándose en un espacio. La sociedad es una correlación de diferentes fuerzas, en donde algunos grupos ejercen por distintos medios técnicas de dominación política y explotación económica, mientras otros se resisten. Sobra anotar que todas estas dinámicas de fuerza son tramitadas por el Estado. Pero lo que quiero decir con todo lo anterior es que las precarias condiciones de existencia de los antioqueños tienen su origen histórico en la explotación (No me refiero a algo sólo físico) que un determinado grupo (La élite industrial antioqueña principalmente) ejerce sobre otros muchos grupos, con lo cual ella misma asegura también sus privilegios como élite. Por eso existe una falacia sumamente peligrosa.
La que se da cuando Fajardo afirma que son la corrupción y la falta de educación las causantes de la honda miseria de nuestro departamento, negando de tal forma que él y el grupo social al que representa son, en virtud de esta correlación de fuerzas, los causantes por vía directa de esa tragedia histórica en nuestro campo antioqueño y en el área metropolitana. Esconde el problema, niega la disputa buscando un distractor, y al negarla tácitamente perpetúa la dominación. Por eso es una política de la cosmética, porque no cambia absolutamente nada, mantiene el estado de cosas, y sólo tiende a agudizarlo.
De vez en cuando es saludable reiterar a muchos de los nuevos “analistas” de la política local que en el ejercicio del poder poco importa el personaje, pero importan mucho las fuerzas que representa. Esto quiere decir que debemos trascender el análisis personalista, y ahondar en la sociología que subyace a la disputa política. Aquí es irrelevante si Fajardo es un tipo querido o no lo es, o qué tan fresco aparezca ente las cámaras. Necesitamos comprender que las personas nacen en determinados sectores de la sociedad, y representan esos intereses, en detrimento de otros, pues no pueden existir nunca soluciones salomónicas para un conjunto social, y en una determinada forma de hacer politica pierden unos y ganan otros. No tendría que ser una cualidad loable aquello de la trasparencia en el manejo de los recursos, pues en sí mismo constituye un imperativo para todo gobernante; a Fajardo, que seguramente es un tipo decente, nada debe agradecérsele en este sentido.
Por eso no deja de ser llamativo para muchos la pronta postulación de Sergio fajardo a la Presidencia del país y la casi automática reactivación del “Movimiento” Compromiso Ciudadano, del cual, a manera de broma, viene diciéndose en las redes sociales que es aquel movimiento en donde sus miembros sólo logran ponerse de acuerdo cuando todos se quedan sin trabajo. Poco más o menos.
Y preocupa porque, al aparcer Compromiso como la “alternativa” política en un país sumido todavía en la dicotomia bizantina de Izquierda o Derecha, la Ciudadanía no tendrá posibilidades reales para ejercer transformaciones profundas, las cuales tendrán nuevamente que ser postergadas. Aquí finalmente lo que se debate no es el rostro, que puede ser el de Fajardo o perfectamente Vargas Lleras, eso poco importa. La elección que tendrán que hacer los colombianos es sí mantienen el modelo de la economía neoliberal, causante de las profundas lesiones estructurales de nuestro país, o si le apusta a otra vía en materia política y humana, que tenga capacidad de sintonizarla con los avances de las democracias de vanguardia del mundo occidental.
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