El clientelismo consiste en favorecer a determinadas personas, organizaciones, empresas, partidos, etc., sin más justificación que un favor a cambio. Un buen compañero me decía que ese es el famoso CVY: ¿cómo voy yo?, que no es más que el aporte de considerables sumas de dinero (o de votos) a las campañas de muchos candidatos, pero a cambio de que les den contratos a dedo cuando el candidato ya sea gobernante. Eso es ya un paisaje en Colombia, y específicamente en Itagüí, el segundo municipio que más aporta al PIB departamental, después de Medellín y a ras con Envigado; imagínense ustedes entonces la enorme chequera de contratación de este municipio.
Cuando se revisa la lista de aportantes financieros a la campaña del hoy alcalde de Itagüí, José Fernando Escobar, y se revisan algunos de los contratos millonarios que hasta hoy ha firmado la administración de Escobar (realmente del exalcalde Carlos Andrés Trujillo), es evidente el intercambio de favores.
La asociación sindical colombiana de profesionales, tecnólogos, técnicos y auxiliares de las áreas administrativas financiera de la salud, Ascolsa, es una empresa de prestación de servicios administrativos y recurso humano en esas áreas administrativas. Su representante legal y presidenta de la junta directiva es Flor Alba Restrepo Balvin, cuya empresa representada donó casi 70 millones a la campaña de Escobar (ver aporte a campaña).
Ascolsa ya había participado en varios contratos con las administraciones anteriores, entre ellos uno con el Hospital San Rafael, por casi 1.800 millones de pesos para la operación de procesos y subprocesos administrativos y asistenciales del hospital. Para adjudicar este contrato se realizó convocatoria pública y curiosamente solo se presentó Ascolsa (ver adjudicación). El anterior gerente del hospital en cuestión, y que firmó este contrato para la señora Balvin, fue Carlos Fredy Ramona Ramírez, un simpatizante del actual alcalde (ver foto), quien fue puesto por Carlos Andrés Trujillo (ver poder de Trujillo).
A manera de paréntesis respecto al punto anterior, resulta conveniente realizar una aclaración: el nombramiento del gerente del Hospital San Rafael se da en el marco departamental por mano del Gobernador, que en ese entonces era Luis Pérez, quien recibió el apoyo del curtido diputado Jaime Cano, íntimo amigo del hoy senador Carlos Andrés Trujillo. En ese sentido, no sería descabellado afirmar que Ramona Ramírez fue la cuota que Jaime Cano le pidió a Luis Pérez, por sugerencia del Trujillo.
Retomo. Además del contrato con la anterior administración, la señora Balvin también firmó un contrato por 1.800 millones para apoyo a la gestión para apoyar a la secretaria de gobierno municipal en la coordinación de las necesidades requeridas por sus dependencias y los organismos de seguridad de la actual administración. Un infierno de dinero. El tiempo de ejecución del contrato es de 282 días y no bajo Ascolsa, de cuya empresa sigue siendo representante legal, sino bajo el nombre de la Corporación Inclusión Colombia, de la cual la señora también es su representante legal (ver contrato – ver contrato completo).
También resulta interesante y curioso que Ascolsa (señora Balvin) no solo donó a la campaña de Escobar, sino que también trabajó en ella repartiendo volantes y pregonando, con unos onerosos pagos (ver). ¿Por qué una empresa con esa razón social tenía esas labores en una campaña? ¿Con qué intereses una empresa que ha obtenido millonarios contratos, aporta a la campaña de un candidato? ¿Por qué la representante legal de Ascolsa es también representante legal de Corporación Inclusión?
Por otra parte, y por solo mencionar otro caso, el pereirano Luis David Duque García también aportó casi 100 millones a la campaña del hoy alcalde (ver aporte). Ya con Escobar como alcalde, Duque recibió un contrato por 190 millones para soporte y acompañamiento a la alcaldía en el direccionamiento estratégico de los objetivos, metas, políticas, programas, subprogramas y proyectos de desarrollo durante 8 meses (ver contrato). El buen hombre se está ganando más de 20 millones mensuales por ese acompañamiento.
Afortunados Balvin y el señor Duque. A ambos les salió barato el aporte y tanto el entonces candidato como los ahora contratistas se lucraron: el uno recibió dinero y quizás votos, y los otros recibieron contratos millonarios. ¿Clientelismo puro y duro?
Este es solo un ejercicio con dos contratistas, pero así funciona la política en este municipio y en toda Colombia: muchos de los financiadores se terminan quedando con la torta de la fiesta.
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