Y si a la literatura le llegara una pandemia

¿Podríamos imaginar a nuestros ídolos literarios enfermos por una pandemia?: Lord Macbeth muriendo por una tos seca y no decapitado a manos de Lord Macduff; el Quijote sufriendo de una fiebre devastadora y no por sus enajenaciones y visiones; José Arcadio Buendía con una dolencia de garganta insoportable y sobrellevando un cansancio constante en su espalda sin poder amarrarse al castaño donde al fin habría de perecer…

¿Qué sería de la vida en la literatura donde sus personajes murieran por una pandemia como la que atravesamos actualmente?

Aquiles habría muerto antes de entrar a Troya no por una flecha lanzada por París sino en una playa tirado como un moribundo más sin saber a ciencia cierta de qué sufría. No sería un guerrero digno de perpetuar y recrear; nos habríamos olvidado del glorioso Caballo de Troya, la guerra, y sus más de treinta siglos que la anteceden.

¿Qué hubiera pasado con Emma Bovary? ¿Hubiera engañado en ese inquietante y desafiante siglo XIX francés a su esposo, intuyendo que había una enfermedad al acecho y que si salía de casa a escondidas y sin tapabocas para ir a sus famosas clases de piano podría morir, así, de la nada, incluso sabiendo que su Charles era médico?

Imaginemos a Lisbeth Salander con sus aretes y sus peinados punks frente a su laptop hackeando las cuentas y correos de los principales laboratorios farmacéuticos del mundo para saber en dónde carajos esta, y a quién le venderán la vacuna para la enfermedad de la que todos hablan pero que nadie sabe de dónde proviene, y que aún no tiene cura.

¿Dónde estaría la lealtad y la dignidad de Vito Corleone, en qué lugar de su casa estaría mientras su poder se derrumba por culpa de una pandemia que no avisó cuánto duraría? ¿Hubiera ido Dante a buscar por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso a Beatriz incluso si su fe desbordada le hubiera advertido que lo peor no estaba allá en los nueve círculos del infierno sino aquí, en la tierra con los miles de muertos tirados por las calles?

El piurano cabo Lituma estaría absorto ante su situación, sin saber qué hacer en su pequeño puesto policial. A D’Artagnan su espada y su agilidad no le servirían de mucho. Oscar no tocaría su tamborcito de hojalata hasta no saber muy bien qué está pasando allá afuera que parece tan peligroso. Robert Jordan tendría tiempo suficiente para enamorarse de María diez veces, y de adecuar los explosivos que necesita cuantas veces quiera.

Ana Karenina seguiría disfrutando desde la comodidad de su clase aristocrática, sin preocuparse mucho por salir a la calle a contraer quién sabe que virus extraños. Dorian Gray ya no tendría que venderle el alma a ningún diablo, porque profesaría que por acá está paseándose con su cola entre las ciudades muy campante.

Aunque claro, no cabe duda que quien sí estaría muy feliz y dichosa sería la Bella durmiente, que con tanto tiempo encerrada, fácilmente los cien años que duró dormida, le alcanzarían para un par de pandemias más.

Elkin Arciniegas

Nacido en 1986, en Ibagué (Colombia). Es comunicador social y periodista. Escritor de las novelas El sol se ocultó para Manuel (2016), y Desterrados en silencio (2017). Publicó en el 2018 su primer poemario: Asperatus en verano; participó en la antología de poesía Sumergirse (2020).

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