Volver al futuro

Las sombras de la Encuesta Longitudinal de Protección Social (ELPS) de 2012 se alargan hasta el presente

Hace diez años, cuando otro era el sol que alumbraba estas mismas tierras, había 46,7 millones de colombianos -que luego se supo que realmente eran 45 millones-, y la mayoría de ellos tenía entre 28 y 59 años, y casi 11 de cada 100 tenía más de 60 años.

Entonces la mitad de las mujeres en edad de trabajar devengaban 566.700 pesos (un salario mínimo de la época) o menos, y la mitad de los hombres recibía 650.000 pesos mensuales o menos. Para todos los rangos etarios persistía la brecha salarial de género, aunque esta tendía a aumentar con la edad: la mediana de los ingresos laborales de los hombres mayores de 60 años era casi 2 veces la de las mujeres; para los menores de 60 años esta medida se reducía a la no menos vergonzosa razón de 1,5 veces.

La tasa de desempleo era más alta para las mujeres que para los hombres: 8,51 % vs. 6,42 % respectivamente (dicen que la tasa de desempleo para las mujeres ronda por estos días el 16 %); para las mujeres menores de 28 años, la tasa de desocupación era 17,2 %, 3,5 p.p. superior a la tasa nacional.

Sin embargo, tanto hombres y mujeres sufrían la metafísica condena de la informalidad: de cada 100, solo 38 cotizaba al sistema de salud y 35 al sistema de pensiones; los menores de 60 en su mayoría cotizaban a un fondo privado; los mayores de 60, a Colpensiones o al extinto ISS.

Cuando les preguntaban por qué no cotizaban al sistema pensional, tanto unos como otros respondían mayoritariamente que en su trabajo les permitían no cotizar o que en su trabajo no los obligaban a cotizar a pensiones, aunque la segunda razón que exponían las mujeres era mucho más sencilla y menos ilegal: porque no tenían trabajo.

Y cuando les preguntaban qué beneficios los convencerían de comenzar a cotizar, los dos principales que hombres y mujeres mayores y menores de 60 años elegían eran que les ofrecieran un beneficio en vivienda y que la edad de jubilación fuera menor (¿Qué opinarán los oráculos actuariales y políticos al respecto?). Aún tenían mucho por cotizar: la mitad estaba afiliado a un fondo de pensiones desde hacía diez años o menos.

Y hombres y mujeres también compartían las maneras de prepararse económicamente para la vejez: ¿Ahorra? No (hombres, 89,06 %; mujeres, 89,23 %); ¿Hace inversiones? No (hombres, 97,21 %; mujeres, 97,92 %); ¿Prepara a sus hijos para que pueda mantenerlos en su vejez? No (hombres, 93,07 %; mujeres, 94,48 %); ¿Nada? ¿No hace nada para prepararse económicamente para su vejez? Nada (hombres, 51,87 %; mujeres, 53,96 %). Nada. Para los hombres y mujeres de 2012 solo no había un mañana para ahorrar ni para envejecer.

¿O sí?

Cuando les pedían imaginarse en qué lugar de una escalera que va desde 1 (las más pobres) hasta 10 (las más ricas) dónde estarían sus hijos cuando tengan su misma edad (momento que, dada la mediana de edad entonces, ocurrirá entre diez y veinte años después de cuando se hizo la encuesta y que podría coincidir con el momento y el país en que usted lee estas líneas), la mayoría los ubicó entre los escalones 5 y 8.

En un país en el que los rellanos del quinto decil y del octavo decil de la distribución de los ingresos laborales son 1,05 y 2,32 salarios mínimos hay mucho espacio para que sus hijos y los hijos de sus hijos y los hijos de los hijos de sus hijos y así ad infinitum lleguen con suerte allí y solo hasta allí, pero nunca o casi nunca más allá. Las desigualdades y las necesidades suelen ser muy persistentes en estas tierras y en estos mares.

Lastimosamente, la ELPS no les preguntó a los respondientes en qué escalón de satisfacción económica se habrían ubicado a ellos mismos diez o veinte años después, cuando la protección económica para la vejez fuera un poco más urgente, y, lastimosamente, la ELPS no sobrevivió en su forma longitudinal, sino en su forma transversal, apenumbrada en la bruñida Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH).


P.D. 1. En veinte años, cuando el sol haya visto pasar a pupitrazo por lo menos diez reformas tributarias estructurales, las personas mayores serán 22 de cada 100. Seremos 22 de cada 100.

P.D. 2. Lo más cercano a la ELPS es la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes.

P.D. 3. En la ELPS hacían tres preguntas imaginativas respecto a la escalera. Palabras más, palabras menos, pueden parafrasearse así: (1) dónde está usted; (2) dónde estaban sus papás cuando ellos tenían su edad actual, y (3) dónde estarán sus hijos cuando tengan su edad actual. Las correlaciones por pares entre las tres son superiores a 0,40 y son significativas bajo cualquier nivel de significancia.

Daniel Poveda

Economista. Consultor de la Fundación Saldarriaga Concha. Exvicepresidente del Capítulo de Economía de la Asociación de Egresados de la Universidad de los Andes.

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