Sí…Violencia obstétrica, tema oculto, trascendental e impactante del cual se habló en el Conversatorio “Derechos Humanos para la Ruta de Atención a Mujeres víctimas de Violencia”, en Rionegro, Oriente antioqueño. Éste, fue realizado por la Personería, al mando de Ana María Aguirre y dirigido por la exconcejala Leidy Arias, con la participación de 36 mujeres, en septiembre pasado.
Una valiente mujer reveló que, cuando llegó el momento de alumbrar, en su primer embarazo, la acosaban para que pujara más y más fuerte, hasta que una enfermera se le trepó encima del vientre para empujar la criatura, hecho que fue desgastante y muy traumático. Otras mujeres lamentaron la muerte de sus bebés, en medio de una azarosa atención. ¡Esto es violencia obstétrica!. Jamás pensé que muchas mujeres sufrieran trato inhumano, en el momento del parto.
Recordé entonces que, la costumbre ancestral indígena es muy natural, porque llegado el momento de dar a luz, las mujeres van al río y en posición de cuclillas traen sus hijos al mundo, ellas mismas los asean y cortan el cordón umbilical. Esta posición vertical, arrodilladas o en cuatro, igualmente, la practican en casa, asistidas por parteras. Incluso en Otavalo, Ecuador, ya existe una Unidad Especial, donde las mujeres pueden parir, según las costumbres indígenas y con menos riesgos.
También, vino a mi memoria un reportaje hecho hace varios años, en la Unidad Intermedia de Belén en Medellín, donde las mujeres parían sentadas en una gran silla. Ellas apoyaban sus manos y pies, cómodamente. La silla ofrecía una abertura en la mitad del asiento. Allí, la ley de gravedad se cumplía de manera perfecta y el personal de salud recibía los niños, sin ninguna dificultad. Pienso que esa es la posición ideal y me pregunto ¿Por qué las mujeres alumbran en posición horizontal? ¿Será esto contra natura? ¿Qué dirán los expertos?
Las parteras del Chocó y de otras regiones del país y del mundo, son ejemplo de amor y entrega, en estos momentos tan trascendentales para las mujeres, actúan sin violencia. El parto en el agua es otra opción que algunas mujeres han practicado, con la debida asistencia. Esto, sin demeritar el valioso trabajo de médicos y enfermeras, que asumen con responsabilidad su labor profesional.
Como hecho curioso, a raíz de la pandemia, varias mujeres por miedo a infectarse en clínicas y hospitales, acudieron al servicio de parteras en Colombia, México y otros países, como lo evidenció la DW en un programa de televisión.
Cualquiera sea el método, la mujer debe ser tratada con respeto, comprensión y amor en ese acto sublime de dar vida. Abrazo solidario para quienes han sufrido violencia obstétrica, la que nunca debió ocurrir. Y, mi reconocimiento para todas las madres por su valentía.
Patricia Torres Salazar
Rionegro, Oriente antioqueño, Colombia
Octubre 2020
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