Usando el corazón, Daniel Quintero protege la vida de forma diferente

Hace unos meses tuvo lugar un suceso diferente en la comuna 13 que no fue suficientemente discutido por la opinión pública. De acuerdo con el periódico El Colombiano, Daniel Quintero, alcalde de Medellín, hizo presencia en la frontera de los barrios San Javier Nro. 1 y La Pradera, a propósito de la muerte violenta del joven Wilmar Alonso Sánchez Gutiérrez y el hallazgo de un letrero a su lado que decía: “siga robando hp”. 

Cuenta el diario que el alcalde, megáfono en mano, improvisó un discurso de sensibilización a la comunidad frente al valor de la vida humana. En su alocución, Quintero invitó a respetar el derecho a la vida a pesar de las presunciones que pudiesen existir acerca de la conducta de Wilmar y prometió la captura de los responsables. Manifestó, además, que no va a permitir que nadie tome la justicia por su propia mano en Medellín. 

Aunque desapercibido, este hecho representa un cambio fundamental en la actitud que han tenido algunos alcaldes frente al crimen organizado. Una transformación muy positiva que podría conducir a la política de seguridad de la ciudad a alcanzar un nivel mayor de cualificación, uno en donde exista un mayor respeto por la dignidad humana, y donde el propósito principal no sea la erradicación o el aislamiento de las y los presuntos delincuentes, sino, entre otros, la recuperación de sus proyectos de vida para la sociedad. 

Al respecto, es conveniente mencionar que, durante la administración anterior, las y los ciudadanos de Medellín se fueron acostumbrando al discurso de sheriff del exalcalde Federico Gutiérrez y su exsecretario de seguridad, Andrés Tobón. En el cual, se cosificaron como trofeos las y los integrantes del crimen organizados y se presentaban sus capturas como resultados notorios de la política de seguridad; un comportamiento excéntrico en un mandatario democrático sobre el que se soportaba el crecimiento de su favorabilidad en la opinión pública. 

Adicionalmente, durante este período se hizo evidente el irrespeto del alcalde y su equipo más cercano por las autoridades judiciales, las cuales fueron señaladas como un obstáculo para la política de seguridad liderada desde la administración municipal. Como si esto fuera poco, en varias ocasiones, la administración guardó silencio frente a la ocurrencia en algunas calles de la ciudad de aquella figura que en los estudios del vigilantismo se conoce como linchamientos. 

Entre otras razones, este comportamiento del staff directivo de la alcaldía exacerbó el linchamiento de los ladrones en algunos territorios de la ciudad. Así pues, durante este periodo fueron célebres algunas golpizas dadas a presuntos ladrones ocurridas en diversos sectores como los aledaños a la Calle 33, al Centro de la ciudad y al barrio Campo Valdez. 

Por fortuna, el 13 de febrero del año en curso, el alcalde de Medellín evidenció que entiende que la función de castigar el delito no le corresponde a él y que tampoco se encuentra en manos de la ciudadanía. También, que su tarea en la recuperación de la seguridad humana en la ciudad no debe estar acompañada de la deshumanización de las y los presuntos delincuentes. Si no más bien, de las actitudes necesarias para la construcción de un escenario favorable al respeto de los Derechos Humanos de todas y todos y la recuperación de los proyectos de vida, especialmente de las y los jóvenes, quienes atrapados en las circunstancias terminan vinculados con el crimen. 

Por otro lado, conviene señalar que nunca la figura del alcalde de Medellín se había mostrado considerada con el dolor de los padres de un presunto ladrón asesinado. Un gesto humanitario que sin duda sirve de consuelo a quienes, perdidos en el laberinto conformado por la violencia armada y el capitalismo, pierden a diario, impotentes, a sus seres queridos.

Ahora bien, conviene recordar que desde su campaña Daniel Quintero prometió a sus electores mantener la política de seguridad que se venía implementando en la ciudad e incorporar dos nuevos elementos en ella: Inteligencia y corazón. Con este comportamiento, es claro que Quintero avanza en la incorporación del segundo de estos elementos en una política como resultar ser la de seguridad, cuyo objetivo principal tiene que ser garantizar el uso y goce de los derechos humanos de las y los habitantes de la ciudad, incluso de aquellos que apartados de la legalidad y se convierten en factor de riesgos para la vulneración y violación de derechos. 

Como ya se ha dicho, si el alcalde mantiene esta actitud, la política de seguridad humana de la ciudad podría mejorarse de manera significativa. 

Por un lado, podría no sólo buscar la captura de quienes integran la criminalidad sino también contribuir en la disminución de la desigualdad social, la cual, vale la pena recordarlo, se ha convertido en un terreno fértil para el sostenimiento de la fidelidad que tienen algunos habitantes de Medellín con la criminalidad. No hay que olvidar que una política de seguridad humana pretende principalmente proteger la libertad y contribuir en la emancipación del ser humano. 

Y, por el otro, evidenciando el compromiso de las autoridades con los derechos humanos de las y los presuntos delincuentes, Quintero podría configurar un escenario de Construcción de Paz que posibilite acciones de sometimiento a la justicia, acogimiento o incluso negociaciones que podría contribuir con el desmonte de algunos sectores de la criminalidad en el territorio. Una alternativa que la ciudad ha dejado a un lado y que hoy parece imprescindible para seguir avanzando. 

Jaime Carrión S.

Defensor de Derechos Humanos. Politólogo. Magíster en Administración. Estudiante de Doctorado en Filosofía. Ha sido profesor e investigador en entidades públicas y privadas.

3 Comments

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  • Primero: que un Alcalde vaya a un barrio luego de un asesinato no es nuevo. Lo han hecho todos, por lo menos desde Luis Pérez en adelante.

    Segundo: el Estado de Derecho busca proteger las libertades de las personas y por ende intervenir a quienes la amenazan, en este caso al crimen organizado, quienes, como usted lo sabe, han asesinado, desplazado, extorsionado, deaparecido personas, entre ellos niños, niñas, adolescentes, adultos mayores y lo han hecho para presionar a los gobernantes con el fin de que cedan a sus peticiones. Claramente este lo hizo.

    Tercero: ¿en qué consiste ponerle corazón a una política de seguridad? ¿Acaso es negociar con el crimen organizado para reducir delitos dejando las empresas criminales intactas como sucedió entre 2012 y 2015? Cuéntenos sobre el proyecto de sometimiento con el que se comprometió la actual alcaldía para favorecer a cabecillas a cambio de reducción de delitos.

    Tercero: es lamentable que personas busquen debilitar de esta manera el Estado para beneficio particular, entregándole la legalidad a la criminalidad que tanto daño le ha hecho a Medellín y al país. Esto es inaceptable.

  • Saludos Jhony. Muchas gracias por su comentario. Al respecto, le comparto la siguiente devolución:

    Sí, es común que los alcaldes visiten los territorios con razón de algunos homicidios. Sin embargo, lo que he querido resaltar y elogiar en mi artículo es la visita a la Comuna 13 con motivo del homicidio de un presunto ladrón.

    No considero que el Alcalde hubiese respondido a la presión del mensaje que fue dejado. En realidad, este no resulta ser ningún mecanismo de presión a las instituciones. En cambio, sí considero que el Alcalde ha respondido a sus convicciones y eso es precisamente lo que encuentro esperanzador.

    Ahora bien, no puedo contarle sobre el proyecto de sometimiento que usted menciona toda vez que desconozco si existe o no. Nada sé al respecto. Mi artículo se limita a la exposición de algunas opiniones sobre un hecho registrado por los medios de comunicación de la ciudad.

    Finalmente, quisiera manifestarle que no es mi interés debilitar el Estado Social y Democrático de Derecho, al contrario, considero que el respeto a la vida y la protección de ella, sin importar de quien se trate, es un forma de respaldo a la organización política en la que vivimos.

    Agradezco mucho si interés y deferencia al leer mi columna. Saludos de un servidor.

  • Jaime, la colunma precisa la necesidad de conservar los derechos humanos como fundamento al estado social de derecho, se debe recuperar desde la reflexión que todo ser humano que se extingue genera dolor para quienes sufren la pérdida de ese ser querido. Me parece a mi modo de ver que no podemos naturalizar el abandono, la exclusión, la estigmatización, el maltrato, la hambruna, la insensibilidad, el consumo de sustancias psicoactivas, el fenómeno de los NINIS, que ni estudian ni trabajan, el desgano por hacer cambios a sus proyectos de vida.
    Todo esto lo podemos nombrar como una serie de vulneraciones para quienes adolecen y son invisibles ante un estado indolente, pero personas formadas, con experiencia que abren el debate al pensamiento y la reflexión hacen que despertemos y apliquemos desde la sensibilidad lo que este escrito o columna invita por su autor.