Aun así, hay un fenómeno demasiado curioso; por un lado, el uribismo denota una corriente filosófica de pensamiento político ilustrado, y por el otro, también puede usarse como insulto genérico. Incluso podría decirse que, el fin de las groserías tradicionales se acerca, están pasadas de moda, la forma de mentar la madre cambió.
Hace algunos días vislumbré por primera vez aquel anuncio promocional sobre una serie que prometería ser el nuevo éxito. Bajo mis afanes circunstanciales no presté especial atención al folleto virtual, y es solo hasta ahora que realmente me entero de su trascendencia. Si hubiese caído en cuenta de realizar una video reacción para YouTube, habría capturado el reflejo más natural que alguien puede tener; ahora bien, con el fin de no ignorar ese detalle, tengo que decir, quedé boquiabierto.
Tras una vulgar tarea de investigación concluí, con base en mi recopilación de datos, que la temática a tratar era Álvaro Uribe Vélez –hallazgo impresionante, claro está-. Y bajo el amparo de su sinopsis, ratificamos nuevamente que, en Colombia, citar a Uribe se ha vuelto algo de poca credibilidad, es decir, referenciarlo en lo más mínimo implica una suerte de predecibles opiniones; a tal punto ha llegado, que hasta se le denomina bajo el alias de ‘El innombrable’. Aun así, hay un fenómeno demasiado curioso; por un lado, el uribismo denota una corriente filosófica de pensamiento político ilustrado, y por el otro, también puede usarse como insulto genérico. Incluso podría decirse que, el fin de las groserías tradicionales se acerca, están pasadas de moda, la forma de mentar la madre cambió.
Hablando de madres, la mía hace algunos días tras ver una pequeña alocución del referenciado personaje, dijo sin mucho esfuerzo: “Ese señor no se cansa de joder. Que se vaya ya a descansar a la casa”. Y paradójicamente, si le pregunto a mi padre el concepto que le merece dicha personalidad, me diría de nuevo: “Uribe es el berraco que estuvo a punto de acabar con la guerrilla hasta que Santos los metió en el congreso”. Y si de congreso se habla, hay que citar, entre otras cosas, la parapolítica, que de masacre en masacre estaba lesionando gravemente la democracia junto con su amiga, la yidispolítica; como quien dice, ¿para qué democracia cuando hay ‘pacificación’?
“… Uribe es el berraco que estuvo a punto de acabar con la guerrilla hasta que Santos los metió en el congreso.”
Con todo lo anterior, debo aclarar, no estoy acá para hacer spoiler, y por eso mismo sentencio: no conozcamos la historia, porque el 22 del mes en curso [hoy] la historia nos conocerá a nosotros. Se presentará, hablándonos por WhatsApp para atraparnos entre sus redes; entonces, escrutaremos entre sus lados más sombríos, donde la tenue luz de la memoria pocas veces llega. La testigo más relevante, con todos sus intentos de declarar, hoy prueba un nuevo método; ojalá esta vez sí tenga éxito.
Prosiguiendo con la narrativa inicial, después de lograr volver en sí tras el impacto fulminante generado por conocer un formato innovador, atrevido y que, de una u otra manera, pretende hacer una afrenta distinta, me comuniqué con un amigo de carácter simpatizante, casi militante del uribismo –al cual aprecio mucho-, para pedir su opinión al respecto. La conclusión de dicha llamada invocó a la objetividad; siempre es de considerar que la información recibida hay que contrastarla, analizarla e interpretarla, dejando a un lado los sesgos y radicalismos.
Solo me resta decir que, el país en medio de su distracción –para mí, deliberada y consciente-, tiene que enfrentar condiciones paupérrimas o patologías casi endémicas. No vivimos en una utopía, pero ella nos sirve para avanzar, para aprender, para rectificar. El conocimiento, por tanto, nos facilitará siempre la tarea; y la historia, como dijo mi camarada antes de colgar finalmente la llamada, pondrá a cada quien en su lugar.
Por lo pronto, me dedicaré a ver Matarife la serie.
PD: Considérese la diferencia entre verraco y berraco.
Adelante Silvio Alejandro. Va por buen camino. Leí con complacencia su articulo. Y como dijo su camarada «la historia pondrá a cada quien en su lugar» . Esperemos que no sea demasiado tarde.