Los villanos del cine no se retiran, y a mayor maldad parece que la capacidad de reencarnación se incrementa, así como Drácula y otros monstruos. Igual con Álvaro Uribe, que pese al repudio general que tiene entre los colombianos, persiste en reencarnarse para regresar, aunque para ello use personajes cada vez más de pacotilla.
Ahora pretende hacer de Antioquia trinchera contra el cambio. Incluso, está dispuesto a ceder el resto del país con tal de plantar en este departamento su retaguardia. No quiere decir esto que Antioquia sea uribista, como alguna vez reclamó el expresidente expresidiario, también los antioqueños lo rechazan, hasta en su partido lo ven como un estorbo, incluso alias Fico pretende despojarlo del liderazgo de la extrema derecha. Los resultados electorales le dan un round al alcalde: su votación atípica en Medellín le salvó la gobernación de Antioquia al calanchín de Uribe, Andrés Julián Rendón, otro Duque, pero incapaz de hacer cabecitas, o tocar guitarra.
Rendón tuvo que mostrar obediencia, como uribista que se respete, tiene abierto un expediente por corrupción, es decir, ha probado finura ante el patrón. Por eso lo tiene en libertad una jugadita del fiscalillo Barbosa que, en vez de indagarlo en la fecha estipulada, lo trató como el aforado que aún no era y mandó su expediente a la Corte Suprema de Justicia, permitiéndole mamarle gallo a la cárcel por un rato. Mientras lo encanan, sigue los dictados de su mentor, y propone relanzar las Convivir, germen del paramilitarismo, y hacer una colecta para construir las vías 4G en el departamento, iniciativas en desacato al Gobierno Nacional. Conviene recordar lo que suelen olvidar los ultramontanos parroquiales: la promoción del paramilitarismo, y la captación masiva de dineros son delitos.
Pablo, el mítico jefe del Cartel de Medellín, recurría más a los toros que a las vacas, porque gustaba de hacer beneficencia con lo que en sus negocios conseguía, que no era poco. Eventos taurinos a los que la familia Uribe Vélez se vinculaba. Pero estamos ante los herederos de aquel emporio, y no con sus fundadores.
Entonces, el nuevo jefe del vampirismo antioqueño, se idea una causa, vestida de vaca, para tratar de engatusar a sus paisanos y llevarlos a enfrentar el gobierno que lidera el presidente Gustavo Petro, similar a como hizo el Patrón entre 1985 y 1993. Tal analogía no es una exageración paisa, las coincidencias van más allá del regionalismo exaltado, los mismos actores, semejante financiación, y algunos métodos compartidos. La mayor diferencia es la legitimidad que alcanzó Pablo de Antioquia en aquellos tiempos, y la muy precaria que tiene Uribe hoy.
Pero la vaca, inversión para una aventura independentista, nació muerta. Ante todo, porque los antioqueños actuales no son tan ignorantes como los de antaño, “¡siquiera se murieron los abuelos!”, y el actual culto al traqueto es reflejo tenue del que hubo en épocas pasadas, ya depende de la Fiscalía General de la Nación darle caducidad. Además, el uribismo padece la teoría de la “inteligencia superior”, que no tolera personas inteligentes entorno al mesías de Salgar, por lo cual se ha quedado con nulidades como Duque, Andrés Julián, Joseobdulio. Le puede pasar como a Pablo, que creyó que el hatajo de matones que tenía eran generales.
Un problema cardinal de la pútrida vaca fue su financiación. Se podrá poner a algunos antioqueños a llorar con la milonga “Petro no me quiere”, pero de ahí a meterles la mano al bolsillo existe un abismo. Recordando al difunto Patrón, sus maniobras de sedición eran extremadamente costosas, e incrementó las contribuciones de sus socios para esa guerra, atenazándolos hasta matar a algunos, logrando configurar una fuerte alianza en su contra.
La putrefacción de la vaca se puede medir por el constreñimiento al que recurrieron, se trató de una artimaña para sacarles plata a empleaditos de alcaldías en manos del uribismo, extorsionados con el millón de la colecta para no perder el puesto, o para conseguirlo. Igual en la gobernación de Antioquia, para acceder a contratos precarios se cobra peaje en la vaca. La generosidad del empresariado antioqueño es un mito, hace donaciones a campañas políticas porque cuando el patrocinado es elegido devuelve el aporte centuplicado, así el GEA terminó convirtiendo a Empresas Públicas de Medellín en su caja menor, y a la alcaldía de Medellín en una dependencia de sus establecimientos. Si la justicia obra rectamente, debe hacer que se devuelva el aporte que empleados municipales y departamentales, así como los contratistas de estos entes territoriales, hicieron bajo presión de sus nominadores.
Ni los traquetos son generosos, el Clan del Golfo, que tiene utilidades por miles de millones, aportó pinches diez millones. Estos ilegales entraron no para financiar la vaca, como se creyó, sino con el fin de intimidar, de mostrarle armas, al Gobierno Nacional. Este grupo también ha recibido el apelativo de uribeños, dada su mentalidad recalcitrante de derecha, y su vinculación a las protestas que el partido Centro Democrático ha realizado, especialmente contra procesos de paz.
Esa vaca era un engañabobos. Con ella se pretendía tapar que se privatizó Isagen para hacer las carreteras 4G, así se dejó de recibir utilidades de una de las empresas más eficientes de la nación, y se abandonó la posibilidad de regular las tarifas de electricidad, a cambio de hacer vías -obras construidas con recursos públicos, que se entregan a concesionarios para que monten peajes y recuperen la inversión que nunca hicieron-. El resultado: el uribato entregó a sus amigos siete billones de pesos; nada más el túnel del Toyo inició costando un billón trescientos mil millones de pesos, y hoy vale cuatro billones seiscientos mil pesos, en vez de explicar esos sobrecostos, ¡piden que les regalen plata!
Ni vías, ni empresa, ni regulación de tarifas. Ahora, los del entuerto aparecen limosneando para hacer las vías que se robaron, y hasta para bajar tarifas de energía. ¡Ni Cosiaca se había atrevido a tanto!
Aunque siga el desacato a la presidencia, se pudrió la vaca porque el resto del país se ha indignado. Otra vez el sentimiento antiantioqueño se expande, con razón… También Colombia se ha burlado, porque ese sobreactuado independentismo ha salido de un ridículo subido, la vaca resultó un festival del humor. Pablo de Antioquia era más serio, trágico, pero regresa como opereta.
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