Una terapia del amor

Por estos días se está presentando en las salas de cine la película “Bajo terapia”. Por el número de semanas que esta película lleva en cartelera se puede suponer que ha tenido buena acogida y que muchas personas la están viendo. Cabe preguntarse: ¿Cuál es la edad promedio de personas que la están viendo? ¿Qué tantas parejas la están viendo? ¿Por qué ha llamado tanto la atención esta película? Y así podríamos preguntarnos bastantes cosas alrededor no sólo de su título, sino de su trama, esto es, cuáles son los puntos que aborda que la hace tan interesante.

En la actualidad escuchamos con mucha frecuencia en nuestro día a día el término “terapia”. Hoy es común oír decir o incluso decir “estoy en terapia” o en el caso de las parejas o las familias “estamos asistiendo a terapia”. Esta palabra podría significar algo así como ´un proceso estructurado y guiado por un profesional (un terapeuta experto en el tema), diseñado para ayudar a las personas a abordar y resolver problemas emocionales, mentales o conductuales. El objetivo principal de la terapia es mejorar el bienestar psicológico y emocional del individuo, así como promover el crecimiento personal y el desarrollo de habilidades de afrontamiento.

Reputados académicos y estudiosos de este tema han realizado análisis desde diferentes ópticas que van desde lo filosófico, lo psicológico hasta lo médico y, por ende, lo científico. Todo ello con el fin de buscar los orígenes de aquellos problemas que hay que resolver y el efecto que tales problemas pueden causar en nuestra salud física y mental y, de este modo, buscar la forma más efectiva de solucionarlos. En otros términos, hablar de terapia es hablar de situaciones de nuestra vida, entorno y demás, que deben resolverse a través de diferentes mecanismos.

Sin el ánimo de relatar los detalles que acontecen en esta película y mucho menos realizar una crítica a favor o en contra, rescato la buena actuación, el humor como instrumento de esclarecimiento y la dinámica de lo que allí se desarrolla, pues es una auténtica terapia diseñada por una terapeuta. Aun cuando el final de la película es bastante inesperado, considero que se logra el fin propuesto de la terapia.

Si dijéramos que en cuanto más ahondemos en los aspectos más íntimos de nuestro propio ser mejores los resultados de la terapia ¿En cuál de estos estadios nos encontraríamos?

Un estadio inicial, ingenuo, en la que la persona confunde la vida con aventuras mundanas, sensuales y materiales, y relata sencillamente el devenir de los acontecimientos de su existencia sin entrar en valoraciones ni averiguar por sí mismo. Es describir la verdad de nuestro pasado y presente que es equivalente a ir citando los datos de nuestra vida.

En un estadio en que no basta el mero relato, el simple curriculum vitae, sino en aquel en que el yo ha comenzado a sentir curiosidad por él mismo, a observar sus propios estímulos, a indagar en los motivos de sus actos y omisiones, a identificar los elementos dramáticos desde el punto de vista psicológico. Es una nueva perspectiva, es la contemplación del yo como sujeto, es lo íntimo del yo. Este observador se observa a sí mismo, explora en sus sentimientos: no sólo la vida mundana, sino también la vida psíquica.

Por último, no basta con ser un espectador que describa su propia vida y un psicólogo agudo que analiza sus sentimientos, sino observar un nuevo elemento en la introspección: aquel que examina la verdad de cada palabra y la intensidad de cada sentimiento. Es aquel que realiza tal vez un juicio moral de sí mismo. Es la abarcadora empresa de su yo. Este implica abandonar toda superficialidad para descender a las profundidades del conocimiento del alma.

Visto de un modo infantil podría decirse que hablar de uno mismo parece la tarea más fácil y espontánea para cualquiera que quiera realizar una terapia pues ¿Quién conoce mejor su vida y su forma de llevarla que uno mismo? ¿Quién conoce la vida de pareja que la misma pareja? O ¿Quién conoce mejor la vida de quienes tienen hijos que los que tienen hijos? Pero tal vez esta labor (abrirse sin pudor en una terapia) pueda ser más difícil y abrumador de lo que se cree, pues en ella, al margen de dichos estadios, comunicamos acontecimientos de nuestra existencia, secretos y lo más oculto de nuestra intimidad. Toda confesión casi siempre es un indicio de una debilidad o ponerme en ridículo.

Así las cosas, la terapia exige sinceridad, implica comunicar lo más personal de nosotros. Puede que el pudor sea el principal adversario, ya que nos podría llevar a no mostrarnos como realmente somos, sino como desearíamos ser y a ser hipócritas. Y no se trata de poner una pose favorecedora ante el mundo externo. La honestidad requiere coraje. Autoengañarse para qué. No obstante, ¿Abrirse a la verdad, a la fidelidad de los hechos será un imposible en este mundo mundano y terrenal?

Felipe Franco

Abogado con maestría en filosofía y derecho, apasionado por el arte y la cultura.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.