Un mes malo, muy malo.
Así lo muestra un examen a rápido a dos de los asuntos más importantes del país: combate a los violentos y los delincuentes y recuperación de la economía y disminución de la pobreza.
Petro ha tomado múltiples decisiones en materia de seguridad y defensa. Pero todas ellas han tenido el efecto doble de debilitar la capacidad estratégica, táctica y operacional de las Fuerzas Militares y a la Policía y, al mismo tiempo, fortalecer a los grupos criminales.
A la Fuerza Pública le han golpeado su moral, su experiencia y conocimiento, su cadena de mando, su superioridad aérea y sus aparatos y competencias en inteligencia (las dos grandes ventajas estratégicas que permitieron tantos éxitos contra los criminales). También perdió, no es asunto menor, el respaldo del Presidente, su Comandante en Jefe.
Por otro lado, el mensaje de que habrá negociaciones, a cualquier costo y con cualquiera, en búsqueda del perdón social y la paz total, con beneficios jurídicos para los grupos de narcos, y además políticos y económicos para el Eln, ha impulsado más ataques a militares y policías para posicionarse mejor para las negociaciones y ha transmitido la idea de que los criminales que los cometan quedarán impunes. Las consecuencias de semejante combinación están a la vista: se han acrecentado los ataques a la Fuerza Pública, con resultados terribles como el asesinato de siete policías en Neiva, ocurre una masacre día de por medio, y se ha disparado la inseguridad en las ciudades con una creciente violencia homicida entre bandas de microtraficantes relacionada con el control del mercado interno de drogas.
Para rematar, todas las decisiones tomadas en relación con las drogas expandirán los narcocultivos y fortalecerán a los narcotraficantes: no uso del glifosato ni siquiera para la erradicación manual, no erradicación forzada, replanteamiento de la extradición y, para peor, Petro impulsará las transferencias monetarias a los narcocultivadores, un estímulo perverso para sembrar más coca como lo demuestra el crecimiento exponencial de su cultivo desde la firma del pacto con las Farc.
Si además el Gobierno pone en práctica dos anuncios adicionales de esta semana, la prohibición del porte legal de armas incluso con permiso especial y el desmonte del servicio militar obligatorio, es fácil prever que la violencia será peor y que los ciudadanos quedarán aún más desprotegidos frente a los bandidos. Por cierto, más allá de la retórica no hay ninguna evidencia fáctica de que la prohibición del porte legal haya contribuido en algo a disminuir la violencia. De hecho, las cifras muestran todo lo contrario: un aumento de los homicidios desde su prohibición. La prohibición del porte legal solo da ventajas a los criminales que tienen la certeza de que sus víctimas no tendrán con que defenderse.
Mientras tanto, en los hechos reina el desgobierno: no hay ni una sola acción para mostrar en la lucha contra los violentos y los criminales. Los grupos violentos y las bandas delincuenciales campean a sus anchas.
En materia económica las decisiones de gobierno han sido todas negativas. Las declaraciones de los ministros, desde las iniciales de la Ministra de Agricultura que incentivaron las invasiones de tierra, hasta los de la Ministra de Minas, que en los asuntos de su cartera es la reina de la ignorancia, han sembrado dudas e incertidumbre. La tributaria propuesta es empobrecedora, como el discurso de decrecimiento de Petro y su Ministra. Castiga duramente a los más pobres por la vía del inevitable mayor valor de la gasolina y los impuestos a los azucarados, los procesados y los plásticos de un solo uso (indispensables para los productos, azúcar, sal, lentejas, fríjoles, garbanzo, aceite, que se venden en pequeñas cantidades en las tiendas de barrio), a los tenderos (250.000, el 52%, desaparecerían, según Fenalco) y también a los empresarios (el 98% de ellos micro y medianos, no sobra recordarlo) por vía de eliminación de exenciones y aumento sustantivo del gravamen a los dividendos. Pero además mataría el mercado de la Bolsa de Valores, el inmobiliario y a la gallinita de los huevos de oro, el sector minero petrolero, y le pega tan duro al ahorro y a la inversión que 8 de cada 10 empresarios han decidido frenar sus nuevos proyectos.
En paralelo, de nuevo acá, el desgobierno: ni una sola decisión que le permita a alguien levantar la mano y señalarla como buena para la economía, que promueva el crecimiento, que disminuya el desempleo.
La verdad es que Petro recibió la economía con el crecimiento más alto de la OCDE y de América Latina. Como vamos, el próximo año será raquítico y el desempleo se disparará.
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