Un legado aún vivo

quiero invitar a la sociedad colombiana a brindarle un homenaje a Jaime Garzón, pero no con palabras, sino con actos, como a él le hubiera gustado.


Hace unos meses, en una entrega a este mismo medio, me refería a los líderes sociales que han sido asesinados a lo largo de la historia en Colombia por motivos políticos, o por el simple hecho de pensar diferente a las mayorías, o denunciar y criticar lo que está mal en la sociedad colombiana. Nombraba a personas asesinadas en los últimos años, y también en años ya remotos, más sin embargo, olvidé nombrar a una persona asesinada hace veintidós años por las mismas causas, por preocuparse por la sociedad violenta que es Colombia.

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El 24 de octubre de 1960, nació en Bogotá Jaime Hernando Garzón Forero, el tercero de cuatro hijos de Ana Daisy Forero Portella y Félix María Garzón Cubillos. De niño estudió en un seminario donde demostró bastante impertinencia y poco respeto a las autoridades.

Según el periodista Álvaro García, en 1978, a los 28 años de edad y antes de ingresar a la universidad, Garzón se unió al frente “José Solano Sepúlveda” red urbana PJ del ELN, en donde militó bajo el alias de Heidi. Después de cuatro meses se retiraría para fundar con otros intelectuales un grupo llamado “El Rotundo Vagabundo” estando ya en la Universidad Nacional.

Jaime Garzón después de unos estudios previos que no concluyó, estudió derecho en la Universidad Nacional de Colombia y ciencias políticas en la Pontificia Universidad Javeriana, mas sin embargo, su principal interés fue el activismo político y después de estar en la televisión, no terminó sus carreras, pero en 1999, unos meses después de su asesinato, la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, le otorgó un título póstumo honoris causa en educación.

Tras la victoria de Andrés Pastrana a la Alcaldía Mayor de Bogotá, este lo  nombró alcalde de Sumapaz; Garzón se había unido meses atrás a su campaña. Dos años después el secretario de gobierno, Volmar Pérez Ortiz, firmaría su destitución por actuaciones que fueron vistas como excentricidades.

Entre 1990 y 1994 trabajó en la casa de Nariño durante la presidencia de Cesar Gaviria como coordinador de las traducciones de la nueva constitución de 1991 a las lenguas indígenas y de manera no oficial como asesor de comunicaciones de la presidencia.

Su trayectoria en la televisión duró desde 1988 hasta el día de su asesinato. Zoociedad, ¡Quac! El Noticiero, Lechuza y CM& y otros fueron los programas en que participó con sus personajes que aun hoy son recordados por sus seguidores y televidentes.

Su aporte a la paz de Colombia, no solo se vio reflejado en su discurso y su crítica a la  guerra, sino que su tarea como gestor de paz no tuvo sosiego alguno.

En el día festivo de 23 de marzo de 1998, un grupo de 200 guerrilleros de las FARC de los frentes 52, 53, 54, secuestraron 32 personas que regresaban del Departamento del Meta hacia Bogotá, entre los que se encontraban cinco extranjeros.

El 27 de Marzo una comisión autorizada por el zar antisecuestros, Rubén Darío Ramírez y liderada por Jaime Garzón, autorizada por el entonces Gobernador de Cundinamarca Andrés González Días y previa petición tanto del gobernador mismo como del embajador de los Estados Unidos de la época Miles Frechette permitió la liberación de nueve plagiados. ​

El 6 de Mayo de 1998 el General Jorge Enrique Mora, comandante de la V división del Ejercito de Colombia, pidió ante la opinión pública y al zar antisecuestros investigar la participación de Jaime Garzón en la liberación de los secuestrados. ​ El 4 de junio el zar antisecuestros, Rubén Darío Ramírez, destacó la labor del periodista como acción humanitaria. ​ Garzón intentó ponerse en contacto con el General, pero este no quiso recibirlo. Finalmente, el periodista le envió un telegrama:

«General, no busque enemigos entre los colombianos que arriesgamos la vida a diario por construir una patria digna, grande y en paz, como la que quiero yo y por la que lucha usted«.

Tiempo más tarde el general Mora reconoció públicamente la labor humanitaria de Garzón al tiempo que el periodista lanzó una acusación involucrando a miembros del Ejército y la Policía Nacional de estar involucrados en secuestros en Bogotá y de vender secuestrados a la misma guerrilla. Dicha información fue anexada al proceso contra militares activos en ese tiempo por el secuestro y asesinato del empresario israelí Benjamín Khoudari por parte de la Brigada 13 del ejército, ocurrida en enero de 1999 meses antes del hecho trágico. Ese secuestro junto con el descubrimiento de un grupo llamado Los Calvos, integrado por oficiales y agentes de la Policía que secuestraba civiles en Bogotá y los llevaba hasta la localidad de Sumapaz para venderlos al Frente 51 de las FARC, en ese entonces encabezado por el comandante alias ‘Miller Perdomo’.

En mayo de 1999, Garzón comentó en un coctel delante de varias personalidades, entre ellas el embajador de los Estados Unidos, que el General Mora lo estaba acusando de ser un colaborador de las FARC. ​ El 25 de Mayo la Senadora Piedad Córdoba fue secuestrada y acusada por los paramilitares al mando de Carlos Castaño de ser colaboradora de la guerrilla. ​ Castaño mencionó también a Jaime Garzón, acusándolo de ser intermediario y lucrarse del dinero de las extorsiones de los secuestros organizados por la guerrilla. Una vez liberada, Córdoba le comunicó el hecho y el riesgo al periodista.

La participación en procesos de liberación de secuestrados por la guerrilla y las intenciones de crear diálogos de paz, trajo consigo una serie de amenazas, las cuales no intimidaron al periodista y de las cuales en cambio sí hablaba abiertamente. Pero la amenaza más seria vino del máximo dirigente de las Autodefensas Unidas de Colombia el jefe paramilitar Carlos Castaño

Entre los años de 1998 a 1999 el tema de las liberaciones de los secuestrados en el país aumentó la tensión política hasta el punto de que el presidente Andrés Pastrana vetó la entrada del sacerdote Alemán Benjamín Stelin a Colombia, argumentando que su gestión daba propaganda internacional a la guerrilla. Tanto el sacerdote como el propio Garzón trabajaron de la mano en la misma temática, y autorizados oficialmente por el zar antisecuestros. En ese tiempo dos personas defensores de Derechos Humanos que trabajaron con ellos fueron asesinados.

Sin duda alguna, el asesinato de Jaime Garzón estremeció a toda una sociedad, que veía en él una esperanza de paz, para este país que por aquellos años, vivía una de las eras de violencia más terroríficas por parte del paramilitarismo. En la semana del 4 de Agosto, Jaime Garzón había sido contactado por miembros del frente 54 de las FARC, con el fin de comunicar el fallecimiento del abogado bogotano Enrique Márquez y gestionar el arreglo de lo concerniente a la entrega de sus restos mortales. El fin de semana del 7 y 8 de agosto de 1999, el periodista Jaime Garzón estuvo en el municipio de Mariquita. En esa semana tenía la intención de hacer contacto con Carlos Castaño en Antioquia.

El martes 10 de agosto, visitó a Ángel Gaitán Mahecha, otro jefe paramilitar y a John Jairo Velázquez, alias Popeye, jefe de sicarios del extinto Cartel de Medellín en la Cárcel La Modelo de Bogotá. Ambos le pidieron concertar una cita con Castaño que debería darse el 14 de Agosto en Córdoba. De igual manera también tenía programado viajar a la cárcel de Itagüí Antioquia para reunirse con el jefe guerrillero Francisco Galán, con propósito de buscar la liberación de los rehenes del avión de Avianca y en pocas semanas tenía preparado viajar en una comisión de la Cruz Roja hacia Acacías Meta a recoger los restos del abogado Enrique Márquez.

El viernes 13 de agosto de 1999 Jaime Garzón, como de costumbre, se dirigía a los estudios de Radionet en Bogotá, donde trabajaba. Luego de girar hacia el sur proveniente de la calle 26, a la altura del barrio Quinta Paredes en la calle 22F con carrera 42B, frente a Corferias y a pocos metros de la estación de radio, se detuvo en el semáforo a la espera de que cambiara de luz roja a verde. Estando allí fue interceptado por dos individuos en moto, y después de llamarlo por su nombre, le dispararon seis veces. Cuatro de los disparos hicieron blanco en su cabeza y dos más cerca del cuello, provocando que el periodista acelerara su carro, estrellándolo directamente con un poste de alumbrado público. Jaime Garzón, falleció en el acto.

El crimen tuvo una pronta difusión en el país luego de que sus compañeros fueran los primeros en dar la noticia a Colombia. Aquel día, centenares de personas salieron a las calles para despedirlo.

El asesinato de Jaime Garzón, se produjo en medio de un ambiente de exterminio sistemático contra figuras académicas, legalistas y mediáticas reconocidas por su postura de oposición contra el establecimiento y la represión estatal y por su reconocida defensa por los derechos humanos, que se dio durante mediados de los años noventa.

Al igual que muchos otros activistas, Jaime Garzón fue asesinado por proponer cambios fundamentales para la sociedad colombiana. ¡Por supuesto que Jaime causaba incomodidad!, cómo no la iba a causar, si no le temblaba la voz al momento de nombrar las cosas por su nombre y acusar con nombre propio a quienes causaban daños irreparables a la sociedad. Su lucha se vio representada en su voz, que siempre se alzó para decir que no estaba de acuerdo con las injusticias sociales, para proponer que construyéramos entre todos, sin exclusión alguna, una sociedad en paz, con conciencia social, donde el diálogo fuera el eje fundamental que nos ayudara a la construcción de la paz y el progreso; por eso lo mataron, porque se atrevió a proponer una era de paz, de amor y de comprensión para Colombia.

Es por eso que hoy, por medio de este espacio, quiero invitar a la sociedad colombiana a brindarle un homenaje a Jaime Garzón, a su legado que no muere ni pasa de moda, sino que hoy sigue más vivo que nunca, pero no con palabras, sino con actos, como a él le hubiera gustado. Dejemos de un lado los fanatismos políticos, las peleas sin fin; dejemos atrás las guerras heredadas de nuestros antepasados, y hagamos de Colombia un país en paz, con diálogos constructores de cultura y equidad. Hagamos de Colombia, la sociedad que Jaime Garzón soñó y propuso en su discurso, que estoy seguro, es la Colombia próspera y en paz, que quienes amamos a este país, soñamos.

Leonardo Sierra

Soy bogotano, me gusta leer, amante del arte, la literatura, y la música. creo en el cambio, así que propongo cambios para esta sociedad colombiana en la que vivo, creo en la paz, la reconciliación y el perdón. respeto y defiendo toda clase de libertad y expresión.

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