A finales del pasado mes de Octubre el presidente Donald Trump anunció con bombos y platillos la muerte del lider del Estado Islámico Abubaker al Bagdadi, esto como un logro de su administración en la tan sonada coyuntura electoral en Estados Unidos y la criticada retirada de tropas en Siria.
Si bien esta fue una victoria el hecho de que ISIS quedara sin su líder en una operación conjunta entre Estados Unidos, Turquía, Rusia, Siria, Irak y los Kurdos, esta organización todavía sigue activa y no ha sido derrotada. Con respecto a este punto, cabe destacar lo difícil que ha sido para los ejércitos regulares del mundo derrotar tanto este como otros grupos terrorista que usan métodos de guerra insurgente. De acuerdo con The Souftan Group Center en su informe Beyond the Caliphate: Foreign Fighters and the Threat of Returnees, desde que Abu Baker el Bagdadi el 29 de junio de 2014 proclamara su ¨mortífero califato¨, 70 países se han sumado a la coalición internacional contra ISIS.
Es decir, 70 estados y los kurdos no han podido derrotar desde hace 5 años a una organización terrorista como ISIS que tiene presencia no sólo en Irak y Siria (Teniendo en cuenta en el caso Sirio la división de fuerzas leales y en contra de Bashar al-Ásad), sino también en Rusia, Afganistán, Yemen, Filipinas, Egipto, Libia, Malí, Níger, Chad, Burkina Faso, Nigeria, Camerún y Somalía. Hay que mencionar además que en el presente año ISIS se expandió hacia Turquía, Pakistán, India, República del Congo y Mozambique según el reporte ISIS’s Global Provinces October 2019 del Institute for Study of War (ISW). Esto sin contar los fenómenos de ataques de lobo solitario por parte de personas adoctrinadas por esta organización que ejecutan ataques terroristas ó masacres con arma de fuego en varios paises occidentales.
Haciendo una revisión sobre algunas definiciones en el debate sobre el concepto de insurgencia y contrainsurgencia haciendo solo énfasis en los instrumentos estratégicos de lucha armada y política, expondremos estas tres definiciones: Bajo la óptica de David Galula, unos de los autores de mayor influencia en el estudio de este concepto, lo define como ¨una lucha prolongada, dirigida metódicamente, paso a paso, en orden a alcanzar una serie de objetivos específicos intermedios que conduzca finalmente al derrocamiento del orden existente.¨ En la guía de análisis de la CIA Trends in Outside Support for Insurgent Movements lo definen como ¨una actividad político-militar prolongada dirigida a obtener el control parcial o total de los recursos de un país a través del uso de fuerzas militares irregulares y organizaciones políticas ilegales¨ y en el de la primera fase de las Tres Etapas de la Guerrilla de Mao Tse Tung dice que ¨ En una primera fase la insurgencia evitaría la confrontación abierta y limitaría su actividad a acciones que desgasten los recursos del enemigo y demuestren la fuerza moral de los rebeldes.¨
En esta tres definiciones se evidencia un accionar estratégico común y es la prolongación del conflicto, clave para el desgaste político, militar y sobretodo económico en guerras contrainsugentes librada por los Estados contra grupos terroristas como ISIS que usan métodos de lucha insurgente.
Es por eso que hoy en día estos conceptos de insurgencia y contrainsurgencia, tanto desde la perspectiva teórica como en la práctica, está siendo debatida por la Academia y las Instituciones gubernamentales y no gubernamentales, sobretodo por el enfrentamiento en escenarios de guerras asimétricas por parte de los ejércitos estatales (Sobretodo de países potencia) contra organizaciones terroristas como ISIS, es decir, guerras que constata una abismal diferencia cuantitativa y cualitativa entre los recursos militares, políticos y mediáticos de los contendientes comprometidos.
Eduardo Pizarro un gran investigador colombiano sobre temas de conflicto y paz, en su último libro publicado De la Guerra a la Paz, define este fenómeno de la prolongación de un conflicto como un ¨empantanamiento¨ que las Fuerzas Armadas de un país deben evitar a toda costa, poniendo como ejemplo el caso de Estados Unidos contra el Vietcong en Vietnam, en la cual Washington terminó con alrededor de seis mil millones de dólares en gastos, una enorme desaprobación ciudadana de su intervención y la retirada deshonrosa de las tropas de Vietnam en el marco de la negociación de la Conferencia de París.
Presentar a la opinión pública como lo hace Trump, como una victoria total el cumplir una serie de objetivos militares selectivos (como la muerte del líder de una organización terrorista) es prácticamente dejar la tarea a medias. No se trata de solo buscar victorias militares, también corresponde buscar la superación de las causas de radicalización de la sociedad musulmana en contra de occidente, como una manera de aprender de las lecciones del pasado. Es menester que se sigan buscando en los estudios sobre conflictos nuevas propuestas que destaquen el respeto a la autonomía de los estados, la armonía regional y el respeto a la interculturalidad.