Un año marchando

El elemento faltante para que el discurso del pueblo sea escuchado y tenga peso en el legislativo y el ejecutivo es la participación, más allá de participar en las manifestaciones es participación en las urnas y en el constante escrutinio público.


Se cumplió un año del paro nacional que comenzó el 21 de noviembre de 2019, desde esa gran manifestación que unió a cientos de miles de ciudadanos que por varias razones decidieron salir a la calle a alzar su voz se ha visto solo una manifestación que ha logrado una magnitud parecida, la que se produjo luego del asesinato de Javier Ordóñez a manos de policías en Bogotá.

Varias cosas son las que han quedado claras desde entonces, posiblemente la más evidente es como el gobierno de Iván Duque y el partido de gobierno harán lo que sea necesario para deslegitimar las manifestaciones. En primer lugar, el gobierno dejó clara su postura, como cuando el presidente se tomó una foto con los policías luego de las manifestaciones por el asesinato de Ordoñez, aun cuando la respuesta de las autoridades dejó cientos de heridos y 10 víctimas a causa de impacto de bala por parte de la fuerza pública. Por otro lado, trata de enfocar la atención en la violencia dentro de las manifestaciones, que representa solo una pequeña minoría de todas las personas que protestaron, o que muchas veces están del lado del gobierno. Eso nos lleva al tercer punto, el gobierno busca generar pánico para que la opinión pública se ponga de su lado y en contra de los marchantes, esto lo vimos el 21 de noviembre cuando circularon supuestos videos y audios con el mensaje de que “se están metiendo al conjunto de al lado (haciendo referencia a supuestos vándalos”, cuando no solo no hay ningún capturado ni una sola investigación al respecto, sino que hay videos de como estos supuestos vándalos se bajaban de un vehículo oficial de la policía, lo que levantó las sospechas de que era la fuerza pública la que estaba generando miedo para luego vender seguridad.

Otro de los principales aspectos está en la participación masiva de la ciudadanía. Más allá de los gremios que, lastimosamente, deben salir a pedir mejores condiciones que mejoren su calidad de vida y los permitan laborar, estudiar, o simplemente vivir de una manera adecuada, el 21 de noviembre se vio una masiva participación de ciudadanos que, sin estar afiliados a ninguno de los gremios, salieron a manifestar su disconformidad con el gobierno y en general el manejo del país. El discurso de inconformidad general de la ciudadanía salió a la luz, y se unió con el discurso que ya llevaban expresando varios gremios.

Se podría preguntar uno entonces, ¿qué hace falta?, ¿por qué en otros países si han logrado avances significantes y aquí no? Posiblemente esto pueda deberse a la falta de un líder que catalice el discurso de la sociedad sin ser una figura de extremos, para que no aleje a los votantes más neutrales. Sin embargo, el elemento faltante para que el discurso del pueblo sea escuchado y tenga peso en el legislativo y el ejecutivo es la participación, más allá de participar en las manifestaciones es participación en las urnas y en el constante escrutinio público. La primera pues al elevar la participación electoral se dificulta que la corrupción y las maquinarias tengan tanto peso, la compra de votos, un problema recurrente en el país pierde su efectividad si el abstencionismo baja en cantidades significables. La segunda directamente relacionada con la primera para asegurarse que esos políticos impulsados por el pueblo, una vez en posiciones de poder, cumplan a cabalidad con sus propuestas de campaña, también para que aquellos políticos que dejan de un lado al electorado y sirvan de peones de grandes corporaciones tengan que rendir cuentas ante la ciudadanía.

En definitiva, el primer paso que debe dar la ciudadanía para que su indignación y su insatisfacción pasen a hechos concretos es la participación masiva en las urnas y el constante escrutinio, ver la participación política como una responsabilidad que todos debemos asumir seriamente para así poder plasmar esos cambios que son necesarios para mejorar las cosas en este país.

Diego Alejandro Arcila Palacio

Estudiante de ciencias políticas de la universidad EAFIT, con gran interés en relaciones internacionales, comunicación política y periodismo de opinión, melómano, liberal y en general ser humano en constante formación.

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