Trump y Macron renuevan el vínculo transatlántico

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, culminó su visita oficial a Estados Unidos para encontrarse con el presidente Trump. Como toda gira o viaje del jefe de un Estado relevante en el escenario internacional, esta recibió el cubrimiento mediático suficiente y necesario de las grandes cadenas, como Fox News, CNN o BBC, y quienes ponen su atención en acontecimientos de esa magnitud, pueden hablar de su satisfacción por no haberse perdido ningún detalle: el mutuo elogio entre los dos presidentes, el intercambio de sonrisas entre las primeras damas, el atuendo usado para cada ocasión o el tipo de árboles plantados en la Casa Blanca.

Leyendo y oyendo a comentaristas sobre las declaraciones de Trump y Macron, se percibe su decepción o frustración ideológica por lo que consideran un giro de este último a la derecha, al manifestar gran simpatía por el primero y encontrar una afinidad inesperada. En su mundo multicolor de hadas transgénero y corrección política, todos los gobernantes deberían asumir, sin cuestionar, las posturas progresistas y de autoodio occidental del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, solo por el hecho de ser jóvenes. Esto esperaban de Emmanuel Macron, cuando resultó electo en 2017, pero desconocen, en primer lugar, que su movimiento La República en Marcha, pese a representar la convergencia de distintas fuerzas políticas y tendencias ideológicas, y considerarse socioliberal, tiene una visión más moderna de los asuntos económicos, políticos y sociales que hoy afectan a Francia y al mundo, que aquella característica de partidos y movimientos tradicionales. Y es precisamente esa perspectiva, la que ha dejado ver en su encuentro con el presidente Trump y en su intervención ante el Congreso de Estados Unidos.

Por ejemplo, la insistencia de Macron en el propósito trascendental de defender los pilares de la democracia liberal, como son las libertades individuales, no es algo que guste mucho a las generaciones actuales de políticos colectivistas, estatistas y antisistema, aplaudidos y aclamados por la prensa occidental. Así mismo, su posición sobre la necesidad de lograr el equilibrio entre la globalización y la soberanía de los estados, refiriéndose a las medidas proteccionistas de Donald Trump ante la importación de acero y aluminio, y en general, a la integración comercial entre los países miembros de la Unión Europea y los Estados Unidos, de igual forma que con América Latina, componente clave en el entorno de las economías emergentes. Se muestra decidido por la economía de mercado y el libre comercio, pero es consciente de los problemas que puede traer una actitud europea demasiado complaciente con China. Y con su llamado a que no solo Francia, sino todos los demás, refuercen el control de sus fronteras y tomen en serio la política migratoria, para evitar el rechazo ciudadano a las iniciativas de los diferentes gobiernos de la región, está enviando un mensaje claro a quienes creen que los estados deben abrir sus puertas sin restricciones de ninguna clase y otorgar privilegios a inmigrantes ilegales, como lo hizo Roma, cuando las invasiones bárbaras la llevaron a la decadencia.

Finalmente, la coincidencia de Trump y Macron en reforzar el vital vínculo transatlántico entre Norteamérica y Europa, contribuye a renovar la creencia en que Occidente aún es fuerte y está llamado a continuar ejerciendo un gran liderazgo en las relaciones internacionales, ante los cantos de sirena que les invitan a rendirse y abandonar el barco de la Historia.

 

Vía el Quindiano

Juan David García Ramírez

Politólogo. Analista de Asuntos Internacionales en medios./Political scientist and International Affairs analyst on the media. Anarcocapitalismo/Libertarianismo