Tres razones de un Progresista que NO votará por Santos

En los últimos días hemos presenciado cómo alrededor de la figura de Gustavo Petro todo el mundo raja, critica, cuestiona, defiende, sentencia, pero muy pocos exponen argumentos de base. La política en este país se hace de esa forma, con las vísceras. Por eso no es de extrañar que Gustavo, bueno para el escándalo, vuelva a ser centro de la atención nacional, sin importar que no es ahora candidato, sin importar si quiera que ya durante cuatro o cinco meses ha marcado el rumbo de la escena política del país.

 

La polémica gira ahora alrededor de la adhesión del Progresismo Petrista a la campaña de reelección de Santos, bajo el eufemismo de un acuerdo con el Partido Liberal para refrendar la paz. Y digo eufemismo no porque no sea cierto, sino porque representa un tipo de evasión que en la práctica se concreta en un conteo de votos. Y digo, también, Progresismo Petrista porque, efectivamente, es sólo un sector del Movimiento.

 

A muchos francamente nos cayó esta decisión como una patada. Personalmente, soy incapaz de suscribir ese acuerdo. Y no porque se trate de una maniobra politiquera como muchos lo están viendo, sino porque es elemental que no vamos a votar por un Presidente contra el que hemos luchado durante cuatro años. Esto toca las entrañas mismas del Progresismo, y el problema es que las está disolviendo.

 

De hecho me parece vacuo tener que exponer razones elementales para que no sólo el Progresismo, sino un gran sector de la izquierda Colombiana, recuerde que lo que ahora les parece natural es un completo exabrupto.

 

Pero bueno, caigamos en la perogrullada; estas son mis tres razones para no votar por Santos:

 

1.  Porque no olvido que fue quien impulsó la fallida reforma a la justicia, nido de impunidad para los Congresistas y la gran burocracia judicial, ni tampoco su intento de reforma a la educación y al sistema de salud, ni los levantamientos campesinos y populares, ni el modelo extractivista, ni el golpe de Estado en Bogotá. Y un largo etcétera.

 

2.  La lectura política que están realizando la mayor parte de los demócratas en el país intenta justificar la adhesión a Santos como método para detener el avance del poder latifundista y feudal encarnado en Uribe Vélez. Sin embargo, hay que considerar una cuestión que he venido reiterando, y es que la transformación de Colombia atraviesa en primer lugar por una reconstrucción de la moralidad en la vida pública, y no sólo en el sistema económico. De tal suerte que Santos encarna el socavamiento del aparato estatal por las mafias, el clientelismo y la corrupción.  Y si bien es cierto que la motosierra mata, mata también la mermelada, por cuya causa hoy peligra la vida de esa mujer maravillosa que es Claudia López. Por tanto, no es aconsejable ni acertado escoger entre el autoritarismo y la corrupción.

3. Soy un romántico, considero que lo estético está por encima del cálculo frío. La dinámica con la que se construyó el acuerdo, que soslayó las bases y a la mayoría  de los dirigentes Progresistas, deja la idea vaga de que Gustavo interpuso su persona a la construcción de un proyecto colectivo.

 

Ahora bien, me cuestiona por qué la orientación de Petro no se dirigió hacia Peñalosa, quien sí hubiera capitalizado ese apoyo, asegurando la disputa con Santos por la presidencia. Será por ser Peñalosa un neolibral? Y es que acaso Santos no lo es? O la consideración de que es una pieza más del Uribismo? Por dios, y es que Claudia López y Camilo Romero no son garantía de que tal cosa es sumamente lejana?

Es, finalmente, la ceguera partidista y sectaria lo que no permite ver las cosas de otro modo.

 

A veces puede sonar a frase de cajón el imperativo de la probidad moral en quienes elegimos, por cuenta de que hoy hasta los más cínicos se consideran pulcros estandartes de la lucha anticorrupción. Pero me atrevería a afirmar incluso que Colombia, además de la transformación del agresivo modelo neoliberal, necesita también y en principio recuperar su dignidad como nación, la autoridad legítima emanada de una sólida construcción de principios.

 

Por eso, y aún reconociendo sus falencias, que son muchas, mi voto será por Enrique Peñalosa. Votaré por el respeto y la transparencia, y después discutimos el modelo.

 

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4 Comments

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  • Lo de Peñalosa no son falencias, es el tipo de político que va del centro a la ultraderecha y lo hace sin preguntarle a nadie, que es lo peor!!!!!.
    Es increible que la gente de centro y de izquierda esté dudando en esta primera vuelta.

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