Alemania acaba de aprobar la jornada laboral de 26 horas semanales. El logro, que lo es, se dio después de una ardua lucha de los trabajadores por dignificar su trabajo y obtener días libres para estar con la familia. Pero no solo son días libres, es una necesidad del nuevo mercado laboral: los robots y las impresoras 3d transformarán las fábricas y, según Bill Gates, se recortarán los puestos de trabajo de las personas más vulnerables, con bajo nivel educativo.
Suecia fue el primer país del mundo en reducir su jornada laboral a 6 horas, sin necesidad de afectar los salarios y garantías prestacionales del trabajador. Hasta ahora, no se conocen empresas que estén en la quiebra por reducirlas.
En el mundo, especialmente en la OCDE, la tendencia es 38 horas de trabajo y el promedio de las 8 economías más industrializadas es de 37. La regla de los países que apostaron por la ciencia y la tecnología, dónde el trabajo duro y manual será un arcaísmo, es reducir la jornada. Es evidente que la tarea no es sencilla. La ganancia solo se obtiene del trabajador y la patronal siempre está reacia a otorgar beneficios.
En Colombia la situación es inversa. Desde la constitución del 90, incluso mucho antes, el código sustantivo del trabajo aumentó las horas laborales de la semana a 48. En promedio se trabajan 44 horas[1], ubicándose como el segundo país donde más se trabaja después de México.
“Si el trabajo diera plata, los burros andarían con chequera” afirma el adagio popular. Y en Colombia se cumple a rajatabla. Mientras los colombianos trabajan 8 horas diarias, sufren tercerización laboral, despidos sin justa causa e ilimitadas barreras para sindicalizarse y luchar por sus derechos, la relación de su salario mínimo con el global los hace el 2 país más desigual de Latinoamérica y el séptimo en el mundo.
El salario de Colombia es casi 4 veces menor que el de España, donde se establece la siesta como obligación y derecho adquirido, 6 veces menor que el de Alemania y Holanda, países que tiene jornada de trabajo menores y frente al mayor salario de la OCDE, Luxemburgo, es 9 veces más bajo. El salario mínimo colombiano, 782.000, alcanza para el 47% de la canasta familiar según denunció la Central Unitaria de Trabajadores, CUT.
Sin contar las leyes que atentan contra el trabajador y su ingreso: ley 100 (Salud y pensiones manos privadas y usureras) Decreto 849 (Se cobra recargo nocturno después de las 9 de la noche, inusual en cualquier país del mundo donde se cobra desde las 6 p.m.) y ley 50 (Las cesantías no son retroactivas).
Los países que lograron el desarrollo lo hicieron con un circulo virtuoso de beneficios a los trabajadores, o consumidores si se quieren, que al final mejorarán la producción y el ahorro. En estos momentos, como en 1886, los trabajadores exigen reducción de la jornada laboral y, lejos de ser un problema, es la solución a las crisis de sobreproducción.
En 1970, lo planteó el filósofo francés André Gorz: Trabajar menos para trabajar todos. Reducción de la jornada laboral sin reducir salarios y pagar una renta básica a las personas que se queden sin trabajo. En Colombia no será un regalo del Estado o de los empresarios, será el producto de una inmensa lucha organizada de los trabajadores.
[1] Organización Internacional de Trabajo.