“La corrupción de los gobiernos nos invita a ser espectadores de la desintegración generalizada de la democracia latinoamericana en manos de gobiernos cada vez más atornillados al poder”
Si existiera un diccionario con una única palabra que expresara miles de significados y que a la vez, no signifique nada, entonces esa sería la palabra “culiado”. Su aplicación va desde el insulto, para congregar a los amigos o -dependiendo del tono- para expresar el descontento político. La palabra “culiau” -tal como suena- no se agota en la simple expresión; pues es un concepto que cristaliza la esencia de un pueblo. Cordobés que se respete utiliza o utilizó la palabra culiau. Y esta suena mejor si tienes un vaso de coca y fernet en la mano.
En el “Diccionario Sincoronita” realizado por La Sofía Cartonera en el 2019, encontramos el adjetivo “cualiadazo”, aumentativo de culiau, proveniente del participio culeado, del verbo culear y se utiliza en expresiones como: —“¡mira el culiadazo este el autazo que se compró!” Ciertamente, dicha expresión está lejos figurar en la RAE, pues es la expresión identitaria que reconocemos en el uso común del cordobés. Por tal razón, ya sea de buena o mala manera, el uso de dicha palabra hace parte de una forma de hablar que nos configura; esto es, compone nuestra identidad personal.
De acuerdo con Shaun Gallagher, la imagen que tenemos de nosotros mismos se ve transformada por factores tanto internos como externos. Las narrativas propias (lo que creemos de nosotros mismos) y factores externos como el lenguaje y ambiente (nuestro contexto social inmediato), que va forjando ese “Yo” que se prolonga en el tiempo y que permite saber que soy yo quien piensa mis pensamientos. No obstante, la identidad personal se ve amenazada cuando nos alejamos de nuestro nicho (ciudad) y nos acercamos a otras culturas o nos vamos a vivir a otras ciudades.
La miniserie “Culiados” (2017), dirigida por Emilio Castelanelli y Mateo Ramirez y, albergada en Cine.ar., cuenta la historia de dos cordobeses que se van a Buenos Aires. La trama se anuda con el choque cultural que sufren los personajes y los prejuicios de los porteños. Lo anterior dificulta la consecución del sueño de los personajes de hacerse famosos con la publicación del diccionario de una sola palabra. Esta miniserie cuenta una historia de personajes que emigran para buscar un futuro mejor. En un plano más general, dicho argumento se relaciona con una problemática más general ligada a la migración: ¿Quién no ha sufrido en carne propia o tiene un familiar que debió emigrar a otro país para buscar mejores oportunidades?
Todo’ somo’ uno’ culiauo’ cuando nos vemos acorralados en nuestra ciudad a una situación de pobreza, angustia y peligro. La corrupción de los gobiernos nos invita a ser espectadores de la desintegración generalizada de la democracia latinoamericana en manos de gobiernos cada vez más atornillados al poder. Todo’ somo’ uno’ culiauo’ cuando uno esperaría vivir en ciudades con un mínimo de seguridad y bienestar, pero, en cambio, nos toca migrar a Estados Unidos o Europa para vivir con ciertas comodidades que en nuestros países de origen sería imposible. Al respecto, Slavoj Žižek afirma que la desintegración del poder estatal no es un fenómeno local, sino el resultado de la política y la economía internacionales, y en algunos casos, como en Libia e Irak, el resultado directo de la intervención occidental. Puntualmente, las grandes potencias ejercen un colonialismo económico que empuja a miles de personas a huir para buscar una mejor vida en el extranjero. Pero, aquí es cuando vemos la paradoja de la utopía: «Noruega no existe», ni siquiera en Noruega.
En últimas, lo que empezó como el sueño de un diccionario de una única palabra “culiau” termina enmascarando la idealización de aquel que emigra. Para el migrante, conservar su cultura, sus formas, hábitos, etc. resulta un ejercicio de mínima resistencia a lo que es inevitable: la mezcla cultural. De esta forma, nos dice Žižek que el migrante tiene el siguiente reto; o censura el sueño de una vida mejor en el extranjero o, en lugar de perseguirlos, se debería centrar en cambiar la realidad inmediata de su país. ¿Qué prefieres?
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