Tecnología aplicada en la ruralidad

“Entre el 2019 y el 2038, Latinoamérica necesitará 2960 nuevos aviones, por lo tanto, en ese mismo período se requerirán 52 mil nuevos técnicos, ingenieros y pilotos”.


Esta semana tuve la oportunidad de conocer en Jericó a David Pineda y Julián Arenas, fundadores de Cipsela, una empresa enfocada en educar a niños, niñas y jóvenes, sobre aviación y aeroespacial a través de la metodología aprender – haciendo.

Dentro de sus programas, tienen una línea de semilleros. Con “juguetes”, como aviones, globos y cohetes a pequeña escala para que los niños, niñas y jóvenes los manipulen y entiendan su funcionamiento, aprenden principios de aviación, aerodinámica, diseño y construcción de aviones, simulación de vuelos; exploración robótica en el espacio; cohetes, seguimiento satelital, altitud de globos; etc., conceptos que suenan muy complejos pero que estos jóvenes empresarios han tratado de aterrizar a los más pequeños con el fin de mostrarles posibilidades laborales y académicas con las que pueden tener un mejor futuro.

Los fundadores de Cipsela son a la vez los fundadores del pregrado de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Antioquia, el único del país. En los pocos minutos que conversamos, me pude dar cuenta de su pasión y compromiso por expandir estos conocimientos, sobre todo a poblaciones vulnerables y rurales para ir democratizando el conocimiento.

Aparte de querer que más personas se apropien de estos conceptos, los fundadores de Cipsela vieron una oportunidad en el sentido de que muchos estudiantes pierden el interés por las matemáticas, la física, la química, por no entender bien los conceptos teóricos y segundo, porque tampoco los ven reflejados en la práctica.

Ante esta realidad, es que deciden intervenir y mostrar una nueva forma de enseñar y demostrar que las ciencias puras son vitales para desarrollar muchos de los elementos que requerimos en nuestra vida diaria. Una de las formas es a través de los semilleros, pero también han realizado alianzas con colegios y entidades públicas con los que los jóvenes empiezan a explorar estas teorías con “juguetes” reales que empiezan a diseñar y a probar.

Por ejemplo, uno de los globos que lanzan al espacio aéreo supera los 30 kilómetros de altitud; cohetes pequeños han alcanzado los 230 metros de altura; incluso han lanzado equipos tipo satélites que los jóvenes monitorean desde la tierra para ver qué imágenes capta y que les sirve de recuerdo de su primera experiencia con el espacio.

Fortalecer el aprendizaje en las ciencias STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics, por sus siglas en inglés); se explica por las oportunidades de empleo que los niños, niñas y jóvenes pueden encontrar, incluso con formación técnica.

De acuerdo con Boeing, una de las empresas de aviación más grandes del mundo, entre el 2019 y el 2038, Latinoamérica necesitará 2960 nuevos aviones, por lo tanto, en ese mismo período se requerirán 52 mil nuevos técnicos, ingenieros y pilotos para operar dicha infraestructura. Si bien en el suroeste antioqueño, no hay tradición en temas de aviación; lo que plantea Cipsela es que la tecnología aeroespacial no es sólo para manejar aviones; será fundamental para modernizar la forma de hacer agricultura, mejorando los productos y ser más eficientes.

Es motivante ver este tipo de personas y empresas, que trabajan con pasión y el firme propósito de aportar a la construcción de un mejor país.

 

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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