La vereda Cara’e Gato, corregimiento de Bermúdez, municipio de San Jacinto del Cauca, en el sur de Bolívar, que así se llama porque el Río ídem no solo lo baña, sino que lo amenaza, es otro rincón olvidado de nuestra ruralidad, donde sucedió un desastre anunciado: el dique que contenía las aguas del gran río, colapsó y abrió un boquete que inundó toda La Mojana.
La Mojana es una subregión en el norte del país, con cerca de 500.000 hectáreas entre Bolívar, Sucre, Antioquia y Córdoba, inundable por naturaleza, con humedales y ciénagas que regulan el desbordamiento de los ríos Cauca y San Jorge.
Así pues, lo extraordinario no es que se inunde, un fenómeno que dio lugar a la práctica milenaria de la trashumancia ganadera, para llevar animales a tierras altas durante las inundaciones y regresarlos en el verano. Lo extraordinario es la fuerte ola invernal, que convirtió las inundaciones en diluvio por la ruptura en Cara’e Gato y otros puntos.
Las consecuencias son dramáticas. Los medios reportan más de 9.000 personas que lo perdieron todo, pero por ahí pasó la cuenta. Los arroceros perdieron 3.000 hectáreas cultivadas, y en las mismas están todos los productores agropecuarios. Mientras tanto, los cálculos para la reparación son de 80 días, muy optimistas porque faltan dos meses de lluvias, y lo peor vendrá cuando bajen las aguas y todo quede convertido en un lodazal, cuya recuperación exigirá una gestión estatal articulada y una billonaria inversión.
Los ganaderos no la tenemos fácil. Ya murieron más de 2.000 animales y más de 350.000 fueron movidos a tierras altas, donde se venden a pérdida, pues hay especulación con las pasturas que, de cualquier manera, se agotarán en noviembre y será necesario alimentarlos con suplementos, en una compleja y costosa operación logística. Dios no quiera que volvamos al desastre de “La Niña” 2010 – 2011, con más de 160.000 animales muertos y dos millones desplazados.
Por ello, frente a las enormes pérdidas y la amenaza de que mueran de hambre los animales que se salvaron de la inundación, y con sentido de solidaridad con todos los renglones agropecuarios y con la población afectada, le hemos solicitado al presidente la declaratoria de “situación de desastre nacional” para La Mojana, en los términos de la Ley 1523 de 2012.
Se impone un gran esfuerzo del Estado, no solo por los colombianos que allí viven, sino por lo que allí se produce para la región Caribe y el resto del país, y por la importancia ambiental del ecosistema de La Mojana.
Se requiere la solución definitiva del gran dique, prometido desde 2010 y desde entonces aplazado. ¡Les quedó grande!, clamó exaltado el alcalde de San Jacinto ante las promesas incumplidas, la última comenzando 2021, de la solución para un desastre que, desde los escritorios capitalinos, puede ser solamente…, “otra inundación”.
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