“En una cultura no orgiástica, el alcohol y las drogas son los medios a su disposición” Erich Fromm
Son las 8 de la noche y comienza la farra, un parcero, tira piedritas a una ventana. Llama al socio, pero el man no aparece. Abren una puerta y estiran la mano, el socio corresponde. Después me dice el mejor perico de la zona, es cristalizado. Otro le pregunta, ¿tiene bareta? El man con uniforme de paramédico le compra un porro y se va.
Al rato compramos un chorro barato y medio de cigarros, se hace de noche… comienza la farra.
Aquí se consigue de todo y el consumo de sustancias psicoactivas realmente no depende de la condición socioeconómica. Con los años se entiende que quien consume este tipo de sustancias lícitas o ilícitas no va a terminar cargando un costal y pidiendo monedas en la calle, o no necesariamente va a salir a robar todos los días para poder fumar marihuana, claro está que las condiciones que determinan el comportamiento y ciertas adicciones también son producto de procesos afectivos y familiares que llevan a una persona a establecer diferentes relaciones con esta sustancia. Pero si el inconveniente de las drogas no radica en su consumo, ¿cuál es el verdadero problema?
Ya no hay forma de satanizar el consumo de drogas, un último estudio del observatorio de drogas de Colombia (ODC) sobre la ingesta de sustancias psicoactivas dentro de la población universitaria demostró que un 38,7 % de los estudiantes tomados en cuenta para el estudio, han consumido alguna droga alguna vez en su vida; el 24% de estos han consumido en el último año. Además, teniendo en cuenta que quienes no consumen ningún tipo de sustancia inmersos en este contexto están próximos a ellas, conocen y entienden este producto de otra manera.
Es claro que debe verse como un problema de salud pública, donde deben otorgarse garantías para los consumidores, en ese aspecto debo resaltar que el gobierno entrante trabajando articuladamente con la acción técnica social (ATS) se enfocara en la mitigación de los riesgos que conlleva el consumo de estas sustancias, como una estrategia de salud pública es necesario tratar a la población que tiene un consumo problemático de drogas, con una política distrital de drogas brindando apoyo y manejo al consumidor; que muchas veces abusa de este tipo de sustancias debido a problemas con su estado de salud mental y el contexto en el que este se desenvuelve.
Enfocarse en una campaña exhaustiva de prevención es una pérdida de presupuesto y recursos, y si, es válido, debe velar por las nuevas generaciones, pero las drogas han coexistido con nosotros toda la vida, no es un asunto que se materializó y se visibilizó mágicamente en los 80’s con el auge de los carteles en Colombia y su vasta producción de cocaína. En los 50 ‘s ya se consumía cannabis en los suburbios americanos, en los 40’s el opio era una de las sustancias más buscadas en los pubs de Europa; entonces para qué malgastar los esfuerzos en políticas de prevención.
Dentro del libre albedrío quien quiere matarse de una cirrosis tomando guaro se mata y es legal, quien quiere un cáncer de pulmón comprando cigarrillos de 500 pesos lo hace y es legal. Las tabacaleras y licoreras del país pagan altos impuestos por la venta de su producto, pero no se están ajustando cuentas en los barrios marginales por deberle 15 Lukas en pola a la vecina, pero vaya y débale 3 porros o una felpa al dealer de la zona.
Durante años se ha financiado el conflicto colombiano con base en la producción de pasta de coca y su exportación. Este negocio no solo es redondo para los grupos al margen de la ley, el gobierno colombiano durante años con su “lucha contra el narcoterrorismo” ha tenido la certeza de que el narcotráfico es la actividad que sostiene la economía capitalista de este país.
Se estima que las ventas producto de la exportación de cocaína mueven aproximadamente 12 mil millones de dólares que serían 42 billones de pesos colombianos, lo suficiente para establecer el sustento de una reforma tributaria sostenible solventando algunos aspectos de la economía nacional, entonces a ¿dónde se va ese 4% del PIB?
Los neoliberales la tienen clara con este negocio, uno que no tiene impuestos o ningún tipo de regulación, los márgenes de ganancia de la “gente de bien” es acumulable en paraísos fiscales, su base consolidada en los terratenientes del estado colombiano que se han ganado estas despojando a sus humildes propietarios a sangre y fuego.
Aun así el estado se empeña en enfocar el problema al cultivo y al producto, en muchos territorios de la zona andina colombiana se cultiva coca con el fin de subsistir, tener una parcela de tierra para cultivar maíz, papa o yuca no es rentable, algunos dependen de esta actividad económica para mantener a sus familias, en otras ocasiones son los mismos terratenientes quienes obligan al trabajador a ejercer esta actividad; la producción de marihuana se descalifica hipócritamente en el sur de Colombia pero a las multinacionales Canadienses les abren las puertas y tienen via libre para cultivar y usufructuar los cultivos y el producto.
Los narco burgueses aseguran su capital con la sangre del pueblo, los 6.402 falsos positivos durante el gobierno de Álvaro Uribe, no son la representación de una lucha contra las supuestas amenazas de una guerrilla comunista, se trata de perpetuar el negocio de estas familias pudientes, se trata de permanecer con las armas en alto evitando una posible regulación de la producción de drogas en este país.
Y si siguen repitiendo el cuento de minimizar los ecos de violencia y pobreza en las comunidades campesinas y marginadas de este país debido a las actividades ilícitas del narcotráfico no se va a lograr un carajo. Así pues, que se legalice, que se avance en una política de economía productiva, sustituir las tierras sin la necesidad de fumigaciones con glifosato o una lluvia de plomo del “Glorioso” Ejército nacional matando campesinos mientras gritan ¡AJUA!.
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