Solo Muerte Y Fiesta

El 19 de septiembre de cada año, tiene su iniciación oficial la fiesta más larga del mundo, por inverosímil que parezca, esta se realiza en Quibdó, capital del departamento del Chocó, uno de los más pobres de Colombia y su capital, la más violenta del país.

En medio de la violencia, Quibdó celebra su fiesta en honor al santo de la Paz, San Francisco de Asís, patrono de la ciudad; la cual lleva a la fecha más de 125 muertes violentas, esto debido a la proliferación de los GAO-r y sus corredores de transporte de droga, armas, extorsión y cuanta forma de quebrar la ley se les pueda ocurrir.

Los grupos armados organizados en alianza con los cárteles mejicanos han encontrado en Quibdó un nicho de reclutamiento para la delincuencia, todo pasa frente a una administración incapaz e imposibilitada para poner control a los delincuentes; una institucionalidad raquítica, que no tiene herramientas para llegar a la población con soluciones rápidas contra el desempleo que hoy está en más de 25%, la desigualdad y la pobreza que ocupan cifras de más del 45% comparada con otras ciudades de igual categoría en el país.

Desde el 19 de septiembre al 5 de octubre se festejan las fiestas de “San Pacho” en Quibdó, este año al igual que en muchos anteriores, entre el luto para algunos, el güisqui y aguardiente para otros, se llevará a cabo la fiesta patrimonio inmaterial de la humanidad, con una inversión de más de 3 mil millones de pesos, mientras hay hogares que no tienen qué comer e instituciones educativas con precariedad para ofertar cupos para el ingreso de la niñez y la adolescencia para estudiar.

Quibdó es una discoteca gigante, es lo único que tiene para ofrecer, solo fiesta de lunes a lunes; pero aún así, los réditos de estas no se quedan en sus habitantes, esos rubros se van a otras arcas, en primera medida porque el licor que se consume no es hecho en nuestro departamento, pues, este no cuenta con fábrica de licores desde hace más de una década, ya que un gobernador confabulado con diputados la enajenaron para satisfacer sus intereses personales.

Así pues, al ritmo de la chirimía, la salsa y el ritmo exótico, Quibdó va rumbo al despeñadero, con una población indiferente y cruel que brinca con el sonido de la corrupción, la desigualdad y ebria del licor, que viva Quibdó.


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Elias Yesid Aguilar Cuesta

Estudiante de Derecho UAM

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