Llevamos treinta (30) años de desacoplamiento en todo el continente, debido al avance disciplinado del socialismo. Nadie puede decir lo contrario, y a pesar de algunos resultados superficiales para detener su decidido galope, en Colombia, ningún protagonista ha querido realmente hacerle frente, con la seriedad que se requiere.
Cuando se revisa a vuelo de pájaro la evolución del socialismo en Latinoamérica, se encuentran tres (3) referentes base:
- Cuba-Venezuela: en donde aplicaron un modelo de corte comunista restrictivo de manual marxista-leninista casi al pie de la letra, generando la descomposición absoluta de estos países.
- Brasil: más acorde a la composición social que se concentró en las grandes ciudades y que permeó lentamente a las provincias, pero que no fue 100% restrictivo. Por el contrario, ganó adeptos por medio de las escuelas de samba (por citar solo un ejemplo), o sea, socialismo cultural a fondo, con todo tipo de opiniones y sin lograr colonizar todas las esferas político-sociales del país, dando paso a personajes como Bolsonaro, para lograr un retorno más violento y profundo de Lula, como se está gestando en este momento.
- Argentina: que es un modelo que permite todo tipo de ataque al circo kirchnerista desde medios privados, pero que se concentró con fortaleza en la base universitaria-cultural, para salir a alienar a esos desarrapados sin oficio de las villas que son reciclados por una constante inflación (nunca hiperinflación) y que no lleva al punto de desespero a toda la sociedad, aunque si mantiene en un vilo o “calma chicha” sin resolver.
Podría referirme a México por el tema narcotráfico y la similitud en algunos aspectos con nuestro caso, pero por la forma en la que se han venido desarrollando los eventos en los últimos años, se permite deducir que el modelo de socialismo que se está aplicando en Colombia es una mezcla, entre lo que sucede en Argentina y de factores propios que se adaptan, a la carta, por llamarlo de alguna forma.
El hilo conductor de dicha descomposición continental se resume en una frase de Lenin:
“La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta.”
Para el socialismo, todo se resuelve con violencia, no existe otro camino. Colombia es el mejor ejemplo de ello.
30 años de socialismo a cuentagotas para Colombia
Desde de la década de los 80’s ya se venían gestando las alianzas entre grupos narcotraficantes y guerrillas, dándole forma, tal vez, al postulado de Carlos Lehder, quién afirmó en su momento: “La cocaína es la bomba atómica de los colombianos contra los Estados Unidos”, postura bastante pintoresca, pero no lejana de la realidad actual.
Si bien, el cultivo y el procesamiento de la hoja de coca no acabó con la población de los Estados Unidos, el dinero fruto de este negocio, sí que logró mermar la injerencia estadounidense en el continente, al tiempo que permitió el fortalecimiento de estructuras de todo tipo, lejanas de las consideradas guerrillas de monte, mal armadas y fáciles de diezmar.
De hecho, ya no existen guerrillas en el sentido estricto de su definición. Hay estructuras narcotraficantes que según el nivel de recursos que tengan, llegan a ciertas esferas del poder político.
“La vinculación al tráfico de narcóticos ensayada por las FARC demostró ser una fuente mayor y más estable de recursos que la práctica del secuestro o la extorsión a escala industrial practicada por el ELN.”
–Román D. Ortiz | Politólogo.
Esta inagotable fuente de financiación les permitió desde principios de 1992 a todas las organizaciones afines al progresismo y al socialismo, tener caja de dinero a mano para hacer lo que siempre quisieron: colonizar país por país a toda Latinoamérica.
Recordatorio: El tiempo de los socialistas, no es el mismo del resto de los demás. Como delincuentes profesionales, son pacientes y siempre tienen cálculo estratégico para lograr sus cometidos. No se desesperan y no reaccionan de manera histérica o emotiva ante la pérdida, a menos que se encuentren con sociedades dispuestas a hacerles frente, algo que poco o nada se ha dado en tres (3) décadas.
Evolución reciente
La primera oleada: luego de la puesta en marcha del Foro de São Paulo
El socialismo radical intentó hacerse con el poder en Colombia por medio de la Asamblea Constituyente de 1991 y dejó en su texto las bases para su eventual imposición. Sin embargo, distintos actores y circunstancias en su momento malograron su avance, al tiempo que durante esa década, Ernesto Samper (el gallo-tapado de la guerrilla y testaferro político de los narcos) se le desarmaba la administración por el Proceso 8.000.
Por esos días se vivía aún con fuerza la combinación de violencias en el país: los narcotraficantes volando media Colombia, tratando de evitar la extradición y el estertor de los últimos residuos de guerrillas tradicionales, por llamarlas de alguna manera. Con un triunfo innegable, la insurrección violenta lograba una constituyente que les deba una Constitución Política a su medida.
Segunda oleada
Con la mezcla completa: Constitución a favor de narcos y violentos, armas heredadas de grupos subversivos y caja narco, se inicia la etapa de consolidación para la compra y presión total a la ya muy frágil democracia colombiana.
Se apoyan de forma, ya sustancial, en medios de comunicación “alternativos” que fueron creciendo a validadores del discurso de la lucha subversiva, con el fin de ambientar de manera positiva a la opinión general a favor de ciertas acciones contra las instituciones, por medio de familias como la de Santos Calderón, dueña de medios y conocida por su afinidad con la dictadura castrista en Cuba.
Tercera oleada
Consolidación del modelo educativo e instrumentalización a fondo de los sindicatos para invadir y cambiar los programas de enseñanza básica y media del país con un énfasis en la escuela crítica marxista, en la que el delito político se enseña y se justifica. Desde la cortina: cualquier cosa que se diga o se haga puede esconderse detrás de la ideología. Leninismo a flor de piel.
El resultado práctico de esta etapa es el “Proceso de paz” de La Habana, donde se le da indulto por todo tipo de atrocidades a los cabecillas de las FARC-EP.
Oleada en curso
Consiste en destruir todas las instituciones que se han consolidado en Colombia para el sostenimiento del tejido democrático. A pesar de que nuestro país siempre ha tenido una frágil institucionalidad, siempre hemos sido un ejemplo a nivel continental de estabilidad, en medio del acoso violento de los grupos al margen de la ley.
Ese es el botín por el que va Gustavo Petro y que de alguna forma ha mantenido las manos atadas a que se apliquen de forma definitiva la combinación de formas de lucha, como ellos, los leninistas más radicales, han diseñado y sueñan. Todo pago y articulado gracias al narcotráfico que tiene como lavadero empresas fachada en todo el continente, y que han tenido 30 años para legalizarse y servir a los fines del socialismo latinoamericano.
¿Alguien en contra del socialismo o liderando con honestidad una lucha frontal?
En Colombia, la simulación adelantada por el Centro Democrático, un partido abiertamente socialdemócrata, se ha prestado para el avance acelerado del socialismo en el país.
Sus posturas melifluas y condescendientes no han servido para nada. Recientemente, los hemos escuchado diciendo que harán “oposición inteligente”, lo que significa: “no me toquen mis cuotas burocráticas, por favor”. Esto, mientras alientan un continuo de asistencialismo sin ningún tipo de retribución alguna, que al igual que los socialistas de antaño, solo buscan fidelizar votos para no hacerse cargo de los problemas de fondo.
El temor que demuestra ese partido que algunos nombran “de derecha”, que no se entiende de dónde sale dicha denominación, deja claro que ahí no hay ni habrá oposición de ningún tipo. El Centro Democrático hace parte del proceso de descomposición generado por el socialismo que lleva 30 años avanzando sin quien lo pueda detener.
El panorama para Colombia no es alentador. No es bueno llamarse a mentiras. Las elecciones regionales del 2023 están atravesadas por el anunciado robo de los fondos privados de pensiones y la manipulación del sector de la salud que se convertirá en moneda política para configurar una nueva aplanadora en pequeñas ciudades y municipios. A esto se le suma la aprobación a pupitrazo limpio de presupuestos y leyes en el Congreso. Nada que no supiéramos o conociéramos. Las alarmas estaban prendidas y nadie hizo nada.
La descomposición del socialismo sobre nuestros países seguirá avanzando hasta que como ciudadanos tomemos rienda sobre lo que sucede y que como sociedad dejemos de darle aliento a personajes de la talla de Álvaro Uribe Vélez, que lleva ya más de una década impidiendo liderazgos reales y capaces de hacerle frente a una ideología perversa que sin ninguna consideración somete a la dictadura de la miseria a todo el continente.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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