“La verdad es la afirmación inequívoca de hechos auténticos que pueden ser verificables.”
Para muchos, no es un secreto que la historia de Colombia ha estado marcada por una guerra que se viene desarrollando desde vieja data y que a esta se ha dado a conocer ante la comunidad internacional con el rótulo de “el conflicto armado interno colombiano”. Tampoco es oculto que esta conflagración ha dejado miles de víctimas que, según el Sistema de Información de Eventos de Violencia del Conflicto Armado Colombiano, las cifras de víctimas corresponden a 11 modalidades de violencia perpetradas desde 1958 a julio de 2018.[1]
Aunado a lo anterior, según las cifras que el Observatorio de Memoria y Conflicto entregó al Centro Nacional de Memoria Histórica, el conflicto armado colombiano ha dejado un total de 262.197 víctimas.[2] Conviene subrayar que, según el mismo Centro Nacional de Memoria Histórica, el resultado de las cifras es producto de la integración de 592 fuentes sociales e institucionales y un total de 10.236 documentos y bases de datos que fueron unificados a través del Sistema de Información de Eventos de Violencia del Conflicto Armado Colombiano (SIEVCAC) [3].
Por otra parte, respecto a la verdad del conflicto armado colombiano conviene decir que, la misma no obedece al producto de un consenso como si de algo acordado se tratase. Tampoco es una construcción social determinada por los procesos sociales o esfuerzos de poder. Al contrario, es la correspondencia entre lo que se expresa y lo que es objeto de comunicación, es decir, la verdad es la afirmación inequívoca de hechos auténticos que pueden ser verificables.
Una de las características del conflicto armado colombiano es la pluralidad de actores, por lo tanto, se debe afirmar que, si excluimos a alguno de estos, la verdad que se presenta sería parcial o a medias. Con la anterior afirmación queremos decir que, cada actor es necesario para la reconstrucción de la realidad, y, en este sentido, es relevante mirar su participación, gestión y contribución en el conflicto. En suma, cualquier forma selectiva de exclusión genera ocultamientos de verdades y reduce la misma a una verdad subjetiva.
No es un desacierto construir una verdad histórica sobre el conflicto armado colombiano, por el contrario, esa construcción permitirá conocer el pasado, entender el presente y hacer mejor el futuro. Esto evitará que, no se dejen de lado el conjunto de hechos generadores del conflicto toda vez que, la verdad es una concomitancia entre una afirmación y hechos humanos que conllevan una consecuencia jurídica.
Finalmente, aunque sectores políticos no han recibido con agrado el informe final de la Comisión de la Verdad, como tampoco la socialización de este en las instituciones educativas, la misma entidad explicó que la presentación en colegios no busca imponer una verdad sino crear un espacio de reflexión crítica. Inclusive, sería una jornada que no sobrelleva el calificativo de obligatoria, de tal manera que, los colegios, escuelas y centros educativos tenían la libertad de sumarse o no a la iniciativa[4].
Referencias
CDV; https://n9.cl/9ev5o. (2022). Comisión de la Verdad; . Obtenido de https://n9.cl/9ev5o
CNMH; https://n9.cl/qh7mu. (2022). Centro Nacional de Mermoria Histórica. Obtenido de https://n9.cl/qh7mu.
OMC; https://n9.cl/o0am1. (2022). Observatorio de Memoria y Conflicto. Obtenido de https://n9.cl/o0am1
SNARIV; https://n9.cl/wwkns. (2022). Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Victimas. Obtenido de https://n9.cl/wwkns
[1] (SNARIV; https://n9.cl/wwkns, 2022)
[2] (OMC; https://n9.cl/o0am1, 2022)
[3] (CNMH; https://n9.cl/qh7mu, 2022)
[4] (CDV; https://n9.cl/9ev5o, 2022)
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