Sin Pablo Escobar no hubiera habido Galán…Y sin Uribe proceso de paz.

“El ser humano no es malo ni bueno, son las circunstancias” decía el premio nobel de literatura José Saramago, con esta frase quiero responder a la incendiaria columna publicada en El Espectador el 31 de Julio por el Dr. Esteban Carlos Mejía.  La columna polemiza  que sin las FARC Uribe se quedaría sin un proyecto político, de ahí se extiende a tildar de insensatos y cuasi fascistas al electorado de Uribe, y  finalmente a criticar la mayor parte de su proyecto de Gobierno. No me voy a referir a los argumentos en contra del Gobierno de Uribe de la columna porque verdaderamente no los tiene, ni un asomo de cifra ya sea social o económica, pura y tajante percepción del autor.

Lo que si le reconozco a la columna es que me hizo pensar en la circunstancialidad del bien y del mal, casi instintivamente mientras leía la columna se me vino a la cabeza el nombre de Luis Carlos Galán, el político asesinado por Pablo Escobar durante su campaña electoral. No pretendo comparar a Galán con Uribe pero sí hacer un análisis  de las circunstancias que permitieron que estas figuras alcanzaran su fama, o  infamia.

Primero que nada hay que entender el contexto en el que Galán desarrollo su carrera política. Durante los años 80 Colombia era un país con un Estado débil, dominado por la corrupción y el narcotráfico y donde la sociedad ante éste fenómeno prefería mantener un silencio cómplice en vez de denunciar a las mafias. Pablo Escobar en su guerra contra el Estado tenía doblegada a la población de Medellín, en la ciudad proliferaban un sinnúmero de pandillas dedicadas al robo, la extorsión y el sicariato; además el cartel había adquirido tal fuerza que había logrado asesinar a un ministro de justicia, 2 coroneles de la policía, 4 magistrados, el director del Espectador y otro gran número de inocentes.

Es incorrecto decir que Galán fue el único que atacó y denunció el narcotráfico abiertamente, ya Virgilio Barco había intensificado significativamente la lucha contra el narcotráfico, lo que sí es innegable es que la voz de Galán era una de las más fuertes a la hora de denunciar los crímenes de estos hampones.

La fuerza de la voz de Galán era tal que los mafiosos no tuvieron otra opción que silenciarla. Ahora bien cabe preguntarse si sin magnicidio o sin Pablo Escobar hubiera habido prócer. Posiblemente Galán hubiera pasado a la historia como otro senador o incluso un presidente más o menos competente, pero no con el estatus de prócer que tiene. ¿Qué colombiano menor de 30 años sabe algo más de Galán aparte de que fue candidato presidencial en el 89 y enemigo acérrimo de Pablo Escobar? Muy pocos. Pocos jóvenes saben que fue delegado de Colombia en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo en el 69, ministro de educación de Misael Pastrana, embajador en Italia, y fundador del ala disidente del Partido Liberal “Nuevo Liberalismo”. Lo que hizo grande a Galán fue su lucha incansable contra el narcotráfico y su valentía para denunciar a esos hampones. Sencillamente, poco importa la oposición de Galán a la minería en el Cerrejón bajo el contexto de su lucha contra el narcotráfico.

Este ejercicio se puede recrear en la vida de incontables figuras. Churchill, por ejemplo. Seguramente sin Hitler Churchill no hubiera llegado a ser primer ministro de Gran Bretaña, no hubiera sido el salvador de Europa. Es natural pensar que el proyecto político de Churchill se sustentaba en el peligro de Alemania y sin ella no había proyecto; pero lo que importa es que si hubo Alemania, si hubo Hitler, si hubo segunda guerra mundial y Churchill salvo a Europa. Ante estos acontecimientos ¿qué importa lo que Churchill pensara sobre la regulación ferroviaria en Inglaterra?

Ahora bien, extendamos éste ejercicio a Uribe. Es cierto que Uribe tiene el pecado del otorgamiento de licencias aeronáuticas a mafiosos durante su época como director de la Aeronautica civil, es cierto que cometió un error al promover las Convivir en Antioquia (como un sinnúmero de políticos en su época) y es cierto que durante su gobierno hubo acciones caudillistas y poco democráticas. Personalmente creo que su postura frente el actual proceso de paz es reaccionaria, recae en la negación absoluta en vez de la crítica constructiva y opaca a su obra como presidente, teniendo en cuenta que después de la derrota militar de las FARC el único paso a seguir era un proceso de negociación y sometimiento al Estado.

No obstante defiendo firmemente que Uribe entendió la Colombia de su época, un país cuyo territorio estaba dominado en gran parte por Paramilitares y Guerrilleros, salido de un proceso de paz fallido – el del Caguán- y con una crisis de institucionalidad resultado del gobierno de dos incompetentes. Uribe entendió que había que combatir abiertamente a las FARC, entendió que en esa época la solución era militar y  tarea del Estado retomar la gobernabilidad.

Los detractores de Uribe suelen decir de forma despectiva que el costo de la seguridad democrática fue  demasiado como para poder “pasiar” tranquilo a la finca. Estoy de acuerdo que la seguridad democrática tuvo sus errores y se cometieron atropellos, pero con el debido respeto si usted piensa que las carreteras de un país solo sirven para “pasiar” a la finca, salgase de su burbuja esnobista, y entienda que por las carreteras circulan bienes y servicios para las ciudades y otras regiones, personas en búsqueda de trabajo, alimentos, medicamentos, etc. Mejor dicho sin carreteras no hay país.

Al final Uribe nos dejó un país más seguro bajo cualquier indicador, un país con una economía sólida y estable, y un Estado fuerte que pudo llevar a las FARC a negociar un proceso de paz. Vaya ironía, sin Uribe no habría proceso de paz.

Juan Felipe Vélez Tamayo

Economista, escritor y liberal.

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