Ahora que tengo la atención de ustedes aclaro lo dicho. Que el candidato Gustavo Petro llegue a ser presidente luego del 19 de junio (si afirmó cómo lo demuestran las encuestas que habrá segunda vuelta), solo el tiempo lo dirá, pero lo que sí es claro es que la ideología y el movimiento político que Gustavo Petro representa llegará en algún momento al poder en Colombia.
En un artículo previamente publicado en AlPoniente “El poder de la verdadera mayoría” (Zapata Serna, 2022) expresaba que:
“Durante los últimos años he observado cómo la ciudadanía en distintos países se ha volcado a las calles para ejercer su derecho al voto, lo interesante y representativo es cómo han votado. En contra de toda expectativa los ciudadanos han respaldado a candidatos que se salen del molde común, que han sido tildados populistas Entiéndase populista como aquel que busca gobernar desde su carisma, que promueve propuestas de igualdad y movilización social- Un mesías para los olvidados”.
Cuando se dice que el país necesita un cambio, es un reflejo precisamente de quienes por años se han sentido relegados, olvidados y ajenos a los intereses de quienes gobiernan y esta situación no hace sino empeorarse.
En términos económicos la pandemia trajo consigo un aumento de la desigualdad forzando a 20 millones de colombianos a la pobreza y ahora, ante la interminable crisis de la cadena de suministros, la guerra en Ucrania y la incertidumbre política de nuestro país, se ha engendrado otro mal peor que los mencionados y es la inflación.
La inflación se entiende como el alza generalizada de los bienes y servicios en una economía. Para contrastar este efecto, la capacidad adquisitiva debería aumentar, sin embargo, los aumentos del salario mínimo históricamente han sido pobres intentos por mantener a flote una población consumista y ante ello la inflación ha sido corrosiva e infalible en su impacto al bolsillo de nosotros los colombianos. En términos reales (considerando también el impacto de la tasa de cambio) se puede decir que la capacidad adquisitiva de la mayoría de los colombianos ha disminuido a lo largo de los últimos años.
Esta situación precisamente es la que a mi juicio ha resultado en la desesperanza y desilusión al confrontar la realidad y reconocer que la idea de progreso es una utopía difícil de alcanzar para los jóvenes. Que, por cierto, es un grupo de votantes que cada vez se vuelve más relevante y donde el candidato Gustavo Petro tiene mayor intención de voto.
A su vez, un segundo argumento a favor de la idea de este texto es el cambio en las dinámicas demográficas. La población de adultos mayores tiende a disminuir y por ende también su poderío electoral que tiende a ser de centro y derecha. Ante esto, se vuelve importante redefinir la retórica y afinar los planes de los partidos políticos que se verían afectados por esta nueva realidad.
En conclusión, la idea de un gobierno de izquierda cada vez encuentra mayor acogida en el pueblo colombiano. No sé aún si es por sensatez o pleno descontento y resignación que nos lleva a optar por algo distinto. Por ejemplo, una amiga me decía “venimos de mal en peor si llega él (Petro) al poder y nos toca sufrir más pues al menos nos dimos la oportunidad”. Espero sea cual sea el escenario que podamos buscar un camino hacia adelante porque yo ya estoy también cansado de estar estancado en el presente y hastiado de vivir del pasado.
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