Ser maestro – ser profesor: comprendiendo a George Steiner

«Una sociedad como la del beneficio desenfrenado, que no honra a sus maestros, es una sociedad fallida».  George Steiner


George Steiner es un arquetipo intelectual que se paseó por los grandes centros del pensamiento (Harvard, Princeton, Ginebra) además de dejar  una obra  enriquecedora fundamentalmente en crítica literaria, también planteó  una filosofía de la educación. Steiner como es el caso de Estanislao Zuleta  poseen el título de maestros. Se asemejan en su gran pasión por la docencia como muchos que día a día insisten en la obstinada tarea de una educación profundamente reflexiva y humana y que frecuentemente  permanecen en el anonimato debido al auge de mediocridad y la banalización.

Ser profesor es ser el encargado de intentar transmitir un saber específico – práctico sobre unas competencias determinadas tratando de profesionalizar el conocimiento. En cambio el maestro o magíster que está compuesto por el adverbio magis cuyo significado es “más” en las obras de construcción representa la integralidad de saberes, es quien tiene una visión panorámica, creatividad e imaginación y como característica fundamental es la de ser totalizador que comprende el uso del compás, la escuadra, el martillo y el cincel para hacer arte en su obra. En la educación el maestro es quien dimensiona no solo los saberes prácticos, sino que impacta sobre el ser, la vida y el mundo del aprendiz, en términos de Kafka también vendría siendo un artista que es quien nos presta unos ojos nuevos para ver el mundo.

El maestro generalmente  es un mensajero que propone el diálogo con la historia, la filosofía, el arte, la cultura, la política, la moral, la poesía, la ética y nos ayudan a entender en qué consiste aprender con humildad de otros para lograr la  sapiencia de quien es uno mismo. El maestro ama lo que hace y como diría Estanislao Zuleta: «La educación no puede eludir esta exigencia sin la cual su ineficacia es máxima: el amor hacia aquello que se está tratando de enseñar». Ahí hay un gran privilegio que reside en el intento de dar a otros seres humanos un poco de sí y ser a la vez cómplice de una posibilidad trascendente a esto Steiner le llamó: «triple aventura que no se parece a ninguna otra».

Los maestros son los justos que llamaba Borges, los que magnifican los sentimientos expuestos en el arte y las letras (la música, Stevenson, Voltaire), los que  hacen bien su trabajo  (el tipógrafo), los que evocan la mística del ser (el ajedrez), la tolerancia (prefieren que los otros tengan razón)  en definitiva, los de la sutileza de la grandeza que están salvando el mundo.

Alejandro López Lasso

Abogado Universidad Libre y Diplomado en derechos humanos y cultura de paz. Docente constitución política

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