Desde 1940 el salón nacional de artistas transforma los imaginarios de arte en aquellos que se dejan seducir por él: nuevas iniciativas, diferentes conceptos, ideas revolucionarias, obras no comprendidas y visitantes que hacen catarsis o no, en un espacio tiempo dónde la energía es aportada por todas las miradas contemplativas e incautas.
Jorge Eliecer Gaitán y Eduardo Santos lo inauguraron por primera vez en el 40. Luego de 73 años mi alma se paseaba por tres salones con perspectivas únicas e impactantes, sin ideas políticas, sin razonamientos filosóficos, solo recorría la materialización contemporánea de lo sagrado, aprendía de ella, me impactaba durante fracciones imperceptibles de tiempo (Este último se iría desfigurando en los caminos interiores del museo de arte moderno de Medellín).
Patrimonio cultural e histórico de la nación, el reloj del ferrocarril de la Sabana de Bogotá iniciaba mi recorrido, ‘Destiempo’ el primero de los salones habitados, desconocía el tiempo, el reloj estaba parado, marcaba las 4:30. Simultáneamente la constante hora apartaba de la realidad y lo concreto a los visitantes, me dejé seducir y viaje sin prisa, primero desfigurando los afanes, luego sumergiéndome en los conceptos contemporáneos artísticos de ciudad.
La solemnidad al reproducir las concepciones individuales de ciudad era de nuevo impactante, al igual que Cano, Cezánne o Edward Hopper, la obra de Ernesto Neto (La nave MadreMonte) y la de José Ignacio Vélez (Nidos, empalizadas, manglares y espacios para proteger el alma) animaban a entender los espacios físicos o mentales desde otras perspectivas.
Neto me transportaba al interior, al vientre de la madre tierra, de la naturaleza misma, me llevaba a escuchar sus enseñanzas a aprender con diligencia de mis consecuencias:
Oración a la conciencia
Natura,
Tu piel delgada resguarda y a la vez provee,
Cantos de protección ininteligibles nacen en tus adentros,
Los sonidos de lo armónico,
Sendas de enseñanza sabia,
Cuantas veces me proteges,
Cuantas lágrimas por mi caen como si fuera lluvia,
Natura enséñame a escucharte,
A comprender consiente mis efectos sobre este mundo de-mente.
Mientras que Vélez me lanzaba al futuro de mis miedos: encarcelar el alma entre espinas, entre trampas de acero, para ocultarse del dolor de lo que nos rodea, huir de todo hasta de sí mismo.
Para proteger mi alma
“A José Ignacio Vélez Puerta y su obra Nidos,
empalizadas, manglares y fortalezas para proteger el alma”
Nidos, empalizadas, manglares y fortalezas como los que pronunciaba el artista
Ante las fortalezas para proteger el alma, decido renunciar
¿Cuántas espinas es necesario clavar?, ¿cuantas trampas mortales, minas quiebra patas hay que instalar?,
Muchas no son necesarias,
Tampoco hay suficientes armas para detener a un ser incauto derramándose sobre nuestro ser por un agujero inesperado,
Aquellos desde adentro revuelven todo,
Hacen sentir que vuelas,
Hacen sentir que regresa el fuego, que regresa todo lo que llamas libertad
Hacen sentir incluso que todo es bello,
Lo llamas amor, lo llamas capricho de sentimiento
Después sientes la tristeza,
La nostalgia y el perdón,
¿Para qué tantos rodeos?
Yo prefiero darle a aquello que llamaría coraza para el alma, una forma multicolor
Darle brillo celestial,
En vez de fortalezas balcones y ventanas con los cuales dialogar,
Puentes colgantes, aterrizar en parapente, vivir presente
Quisiera poner todas las llaves de mis puertas en el buzón,
Para que no se quede alma alguna fuera,
¿Ante el amor y el delirio como poderme defender?
¿Cómo esconderse?, ¿Cómo hacer para no parecer?
Bien sabido esta, es imposible.
Balcones de colores, lustrosas cortinas y olorosas flores
A las afueras orquídeas, rosas y claveles,
A cada rosa le cortaré las espinas suficientes por las noches
Habrá amapola y cáñamo
Exquisitas moléculas intelectuales,
Pondré dulces en la puerta para que la nostalgia me visite pronto,
Recordarla en las mañanas,
No más nidos ni empalizadas,
Quiero que mi casa sea habitada, que se paseen por los techos y andenes,
Que nazcan muchos bisnietos,
Que se detengan a beber
mi agua,
Sin importar cuanto tiempo,
Sin retrasos ni condenas.
Estudiante de Ingeniería de Procesos de la universidad EAFIT, miembro investigador del Semillero de Investigación Histórica Universidad EAFIT (SIHUE), actor del grupo escénico y monitor académico del departamento de desarrollo estudiantil de la misma universidad. Amante del teatro, de la poesía, de la educación, del lápiz y del papel.
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