Roja la bandera, pero caído el ideal: radiografía de la crisis del Partido Liberal Colombiano

Se acerca 2022, y nadie sabe a qué juega el Partido Liberal, si a buscar a Alejandro Gaviria o a hacerle el arrime a la Coalición de la Esperanza, pero más grave que no saber es el hecho de que, salvo a unos pocos liberales nostálgicos, a nadie le importa a dónde se dirige el Partido más antiguo de Colombia


En 1848 se crea el más antiguo de los partidos políticos en Colombia, con los ideales de libertad, justicia social y ante el reclamo de los débiles, los campesinos y la naciente industria de que el Estado tenía que mirar a estos sectores para proteger los derechos del pueblo y emanciparse definitivamente de las antiguas estructuras coloniales, corruptas y arcaicas que seguían vigentes casi 30 años después de la independencia de España. Roja la bandera y alto el ideal, así retumbaría el grito de los liberales durante décadas, esperando que fuera un grito renovador, con el que el pueblo llegaría al poder y revertiría el orden oligárquico heredado de la metrópoli europea. Así y con el paso de los años y las guerras, el Partido Liberal se convirtió en una fuerza arrasadora que agruparía a las grandes mayorías de Colombia alrededor de un proyecto de nación cimentado en los ideales de libertad y justicia social. No sin cometer graves errores en el camino y no sin promover grandes baños de sangre en el país, pero siempre manteniendo un norte ideológico claro con el que la gente pudiera identificarse y saber a qué le estaba apostando hasta el pellejo.

Todo eso ha quedado en el pasado y los nostálgicos que aun creemos en que la libertad puede ir de la mano con la justicia social no podemos evitar preguntar dónde ha quedado la fuerza incontenible de las banderas rojas que llenaban las plazas y colmaban los caminos entre los municipios y las ciudades de Colombia ¿Por qué la que una vez fue la primera fuerza política del país hoy está relegada a un rol secundario y no está ni cerca de ser una opción verdadera de poder? El Partido Liberal ha perdido el norte ideológico que una vez tuvo tan claro, dejó de ser un sector de opinión para ser una casa proselitista que busca puestos, contratos, escaños, pero no el poder porque como no tiene un norte ideológico claro, no sabría qué hacer con él.

El Partido fue vendido, durante el Frente Nacional, por sus dirigentes a los gamonales; imitaciones regionales de caudillos populares para que con el poder electoral de estos pudieran obtenerse votos, escaños y contratos que nutrieran la maquinaria de los jefes, sin importar la procedencia ideológica de estos gamonales, ni si tenían interés en el proyecto mancomunado de un país liberal porque para los jefes liberales, ese proyecto dejó de existir tras el Bogotazo y se convirtió en un proyecto sustentado en un sistema de segregación y privilegios de clase, donde por supuesto, ellos fueran la clase dominante. Por eso ¿Quién del Pueblo va a interesarse en pertenecer, apoyar y creer en el Partido Liberal? Si precisamente quienes lo manejan; gamonales y dirigentes, le dieron la espalda al pueblo cuando debían dirigirlo y le dieron también la espalda al partido Liberal, que es el partido del pueblo, cuando debían representarlo y honrar sus banderas. Por eso renunciaron al poder durante el Bogotazo, no usaron sus abrumadoras mayorías y prefirieron dividirse el poder con los conservadores, por eso permitieron el ascenso, con el aval de su partido, de un hombre con nexos con el narcotráfico al solio de Bolívar y por eso permitieron y propiciaron una diáspora que terminó de reducir el Partido hasta convertirlo en lo que es hoy, un retrato que el mismo Gaitán había pronosticado; la oligarquía liberal actuando en contra de los intereses del pueblo liberal.

Se avecina una nueva prueba de fuego, las elecciones de 2022, y nadie sabe a qué juega el Partido Liberal, si a buscar a Alejandro Gaviria o a hacerle el arrime a la Coalición de la Esperanza, pero más grave que no saber es el hecho de que, salvo a unos pocos liberales nostálgicos, a nadie le importa a dónde se dirige el Partido más antiguo de Colombia, pues sus ideas centrales, que hace décadas llenaron plazas en ardor popular, hoy son enarboladas con orgullo y eficacia por otros sectores de la política nacional, especialmente por la izquierda representada en Gustavo Petro y la Colombia Humana. Esto es apenas un proceso natural ante la apatía de un Partido que desde hace al menos dos décadas fue relegado del protagonismo político nacional y se contentó con ocupar cargos y cuotas burocráticas y no con ser el faro de la opinión pública y estar a la vanguardia del proyecto de la nación colombiana.

En la efectividad del discurso de la izquierda frente a los sectores populares, los jóvenes, los intelectuales y los estudiantes es que queda constatada la vigencia de la propuesta liberal, no la de los dirigentes liberales, que son oligarcas iguales a los dirigentes conservadores, sino la del Partido Liberal que no es sinónimo de las ideas y el actuar de sus jefes, sino que es y debe ser sinónimo de las ideas y el actuar del pueblo liberal. Por ese pueblo nació y se sostuvo en la historia colombiana con el principal protagonismo y por ese mismo pueblo debe luchar y sobrevivir para ser una verdadera opción de poder que enarbole los valores del liberalismo, es decir, como en su himno reza: “ser la voz que prolonga el clamor y el nombre del general Uribe Uribe y de Gaitán” para que los desfavorecidos tengan voz en el Estado, los necesitados tengan oportunidades y la gente viva mejor. Ese es el norte que debe seguir el Partido Liberal, el camino que debe recuperar aferrándose a sus postulados fundamentales que deben ser rescatados por los liberales devotos que aún siguen al interior del Partido y que deben tomar las riendas del mismo para revitalizarlo y devolverlo al lugar que debe ocupar en el panorama político nacional porque estoy convencido de que los ideales del Partido Liberal pueden ofrecer las respuestas que hoy el pueblo colombiano necesita, pero la gran pregunta es si los hombres y mujeres liberales pueden ofrecer las respuestas que su partido, hoy, necesita.

Juan Camilo Osorio Taborda

Estudiante de Derecho Universidad de Medellín. Escritor amateur. Conferencista ocasional.

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