En el Municipio necesitamos volver a un manejo austero, eficiente y pulcro de las finanzas. Eso pasa por un recorte radical de una fronda burocrática que está fuera de control.
Para tener legitimidad fiscal, el gobierno debe hacer un buen recaudo de los impuestos existentes, emplear bien los recaudados y no robarlos ni dejárselos robar. La alcaldía de Medellín está incumpliendo totalmente con esos principios.
El “Informe sobre las finanzas del Municipio de Medellín y sus entidades descentralizadas 2022”, de la Contraloría Medellín, muestra un grave deterioro en el indicador de eficiencia en el recaudo, el cual, en 2019, estaba en 27,5% y, en 2022, llegó a 42%. Este indicador relaciona las rentas pendientes de recaudo con lo recaudado en el período, razón por la cual su valor óptimo es cero.
En Medellín se cumple de manera casi inexorable la ley de Wagner sobre el crecimiento burocrático: cada nuevo asunto lleva al nombramiento de un comité y este recomienda la creación de una nueva dependencia. El sector central tiene 21 secretarías y 2 departamentos y el descentralizado está conformado por 23 entidades. Barranquilla funciona con 15 secretarías y 6 descentralizadas; mientras que Bogotá lo hace con 19 y 32, respectivamente.
El gobierno es un mecanismo de asignación de recursos y rentas paralelo y articulado con el mercado. Mientras más amplia y eficiente es la operación del mercado, menos relevante es el conocimiento y la vinculación personal entre los contratantes. Con el gobierno ocurre todo lo contrario y esto hace que a medida que aumenta su tamaño crezcan las oportunidades de corrupción.
Las denuncias de la Veeduría Todos por Medellín son escandalosas, pero nada sorprendentes, dada la magnitud alcanzada por la administración municipal. En los años de Quintero, se sucedieron en el INDER, una de las entidades puestas en evidencia por la Veeduría, cuatro directores, cada uno de los cuales llegó, como los toreros, con su propia cuadrilla de directivos y, presumiblemente, de contratistas. Un presupuesto anual de 100.000 millones permitía nutrir una gran clientela con empleos temporales – contratos de un mes – y contratos para suministrar refrigerios y camisetas en eventos que cada vez eran menos deportivos.
Necesitamos volver a un manejo austero, eficiente y pulcro de las finanzas. Eso pasa por un recorte radical de una fronda burocrática que está fuera de control. El Municipio puede funcionar con 15 secretarias, a lo sumo, fusionando varias que hacen las mismas o parecidas cosas y suprimiendo algunas que no hacen más que gastarse un presupuesto sin dar valor al ciudadano. De las entidades descentralizadas pueden desaparecer algunas y fusionar varias de ellas que hacen la misma o cosas similares. No tiene sentido que el Municipio siga despachando buses intermunicipales o que Metroplús sea una entidad independiente del Metro de Medellín.
La reforma fiscal pasa por devolverle dinero a los contribuyentes y permitir que apliquen parte de sus impuestos al mantenimiento de parques, zonas de uso común y bienes públicos. Es necesario también simplificar el impuesto de industria y comercio cuyo número de tarifas es exagerados y con sesgos discriminatorios.
Una buena política fiscal para que la gente vote con los pies y prefiera permanecer o venirse a Medellín.
Comentar