Recorridos de ciudad (IV): Niquitao

“Sin embargo, la idea que subyace todas nuestras apreciaciones tiene que ver con la compleja situación que ha tenido que vivir este sector desde que vías como la Avenida Oriental y la Avenida San Juan le quitaron su predominio estratégico y la aislaron de la mirada no solo de la administración municipal, sino del imaginario de los habitantes de la ciudad, quienes poco o nada conocen de la importancia que tuvo en épocas anteriores y poco o nada se interesan por las problemáticas que sufre hoy día”


Al desafío que representó para mí la narración del recorrido por Barrio Triste (https://alponiente.com/recorridos-de-ciudad-i-barrio-triste/) decidí sumar, en esta ocasión, la ardua tarea de recorrer la Calle Niquitao, hacia el suroriente de la ciudad. Hablo de desafío porque, quizá por una cuestión generacional, no crecí familiarizado con los sectores más tradicionales del centro de la ciudad; así que, aunque he leído acerca de su valor cultural, social e histórico, aún se me dificulta la tarea de ubicar geográficamente aquellos valiosos territorios del centro de la Medellín de otrora. Quizá fue esta la razón, entre otras, que me llevó a realizar este recorrido en compañía del equipo de Aburráes de la Institución Universitaria Digital de Antioquia, un grupo de amantes de la historia del Valle que les da nombre que ve en la geografía y la memoria herramientas idóneas para comprender nuestro lugar en el mundo, pues, como ellos mismos afirman: los individuos somos en sí mismos un cúmulo de lugares y de historias.

Nuestro punto de encuentro es el Paraninfo de la Universidad de Antioquia en la Plazuela de San Ignacio, por lo que procuro llegar con unos minutos de anticipación con la intención de realizar algunas anotaciones del lugar. La Plazuela es un espacio en Medellín que da la impresión de encontrarse congelado en el tiempo, pues allí reposan valiosos estandartes de la arquitectura republicana de la ciudad: el ya mencionado Paraninfo donde se inició el proyecto que acabó convirtiéndose en la hoy reconocidísima Universidad de Antioquia; el claustro de Comfama, otrora centro de enseñanza sacerdotal; y la Iglesia de San Ignacio, entre ambas, quizá como simbolismo del Altísimo mediando entre los conflictos que, dicen, se presentaban entre los estudiantes del Paraninfo y los del claustro.

Las formas de socialización que veo también son marcadamente tradicionales: algunos adultos mayores leen la prensa y hablan de política y de economía; otros, toman café y juegan intensas partidas de ajedrez al aire libre; algunos jóvenes conversan tranquilamente, mientras otros consumen marihuana de manera disimulada, atentos a las constantes rondas que realiza la policía en el sector. Esta imagen, que bien podría ser de los siglos XIX o XX, se ve interrumpida por el paso del tranvía con su estilo moderno y el sonido que utiliza para alertar a las personas que, aparentemente, aún no se acostumbran a esta dinámica y transitan despreocupadamente por sus vías. En ese instante, una vendedora estacionaria, de muchas que trabajan en el sector, comenta que se siente abrumada en la ciudad, que últimamente se ve “mucho carro”, “mucho loco”. “Qué pereza”, dice.

Una vez reunidos, nos disponemos a iniciar nuestro recorrido por la Carrera 44, también llamada Calle Niquitao, en honor a la reconocida batalla librada en Venezuela. Esta vía, ahora convertida en sector comercial y habitacional (bajo el formato de inquilinatos), tiene el honor de haber sido una de las primeras vías de acceso a la ciudad, pues, dado lo elevada de su geografía, solía representar la margen seca y, por ende, transitable, del río Medellín (Darteil et al., 1994). Un dato que llama nuestra atención a este punto tiene que ver con que la mayoría de casas que se observan, y que no han sido transformadas en establecimientos comerciales (predominantes en el sector), tienen fachadas antiguas y grandes balcones. Además, solo se observa un edificio con más de cinco pisos, el cual se encuentra ubicado muy cerca a la Calle 47 o Bomboná.

Una poco más delante de la Plazoleta El Huevo tomamos un ligero desvío, por la Carrera 43B, para subir hacia el Cementerio de San Lorenzo, uno de los primeros sitios destinados al enterramiento en la ciudad y cuya apertura se ha fechado el 07 de enero de 1827 (Osorio, 2000). El estado del cementerio es regular: aunque presenta signos de deterioro y grafitis en muchas de sus paredes, la pintura reciente y el perfecto cuidado de las plantas que lo decoran genera ambigüedad en torno a la relación de la administración municipal con este espacio que ya ha sido declarado patrimonio cultural de la ciudad. Un joven que trabaja en algunas de las obras nos dice que las recientes obras de adecuación obedecen a inversión privada y que el espacio será transformado en las próximas semanas en una cancha de fútbol, pero la historia no es muy convincente y no se encuentran registros de ello en internet.

En cambio, algunas entradas en internet –una de ellas de la misma Alcaldía de Medellín–fechadas en el año 2021 hablan de un proyecto para transformar el cementerio en una especie de centro cultural, similar al Museo Cementerio San Pedro. La propuesta es particular, pues ya en el Plan de Rehabilitación de los Barrios Niquitao y San Benito (Darteil et al., 1994) se había sugerido una transformación del cementerio que facilitase la integración activa de la comunidad y su articulación en torno a este ícono arquitectónico. Lamentablemente, poco o nada parece haberse avanzado en esa vía y el barrio Niquitao ha tenido que enfrentar amplias problemáticas de orden público y dificultad para integrarse a la economía formal desde entonces.


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En la parte posterior del cementerio encontramos una amplia explanada completamente verde que, planteamos, podría aprovecharse para brindar un espacio de esparcimiento y recreación a los habitantes del sector, de la manera en que se pensó con las UVA en anteriores administraciones. En su lugar, solo encontramos a un pequeño grupo de jóvenes que pasan el rato consumiendo estupefacientes y que se acercan a saludarnos, quizá curiosos por nuestra actitud exploradora, quizá tanteando las posibilidades de hurtar a un grupo tan numeroso, quizá simplemente buscando ser amables y evitar la estigmatización, vaya uno a saber.

Llegados a este punto, retomamos la Carrera 44 y nos percatamos de una dinámica particular: para este punto, la Carrera se ha convertido en un sector principalmente comercial y de talleres, mientras que las calles que se van superponiendo, aparecen con una finalidad más residencial, bien sea para uso propio, bien para el alquiler de habitaciones. Sabiendo que la mayoría de fuentes históricas refieren el sector como una zona comercial y semi-industrial, especulamos respecto a si el poblamiento residencial del mismo se fue dando como consecuencia de la llegada de trabajadores al sector o si se trata de fenómenos aislados.

Ya acercándonos a la glorieta de San Diego, comenzamos a discutir sobre nuestras impresiones del recorrido, muchas de las cuales ya he comentado en los párrafos previos. Sin embargo, la idea que subyace todas nuestras apreciaciones tiene que ver con la compleja situación que ha tenido que vivir este sector desde que vías como la Avenida Oriental y la Avenida San Juan le quitaron su predominio estratégico y la aislaron de la mirada no solo de la administración municipal, sino del imaginario de los habitantes de la ciudad, quienes poco o nada conocen de la importancia que tuvo en épocas anteriores y poco o nada se interesan por las problemáticas que sufre hoy día. Así, no nos cuesta mucho concluir, siguiendo los apuntes teóricos de Naranjo y Villa (1997), que Niquitao, sin necesidad de encontrarse ubicada en la cima de alguna ladera de difícil acceso, ha acabado convirtiéndose, desde una perspectiva social y económica, en una periferia del centro de Medellín.


Todas las columnas del autor en este enlace:  https://alponiente.com/author/joaristizabal/

Referencias

Darteil, P., Dierterlen, C., Jean, Y., Romero, L. y Ruiz, A. (1994). Rehabilitación de los barrios Niquitao y San Benito. Cooperación Francesa. Medellín: Pact Arim 93, Corvide, Secretaría de Bienestar Social.

Naranjo, G. y Villa, M. (1997). Entre luces y sombras. Medellín: Espacio y políticas urbanas. Medellín: Pregón.

Osorio, J. (2000). Niquitao, una geografía de cruces. Medellín: Instituto Tecnológico Metropolitano

 

Jorge Andrés Aristizábal Gómez

Historiador. Apasionado por el urbanismo, la pedagogía y los estudios culturales. El concepto de "asfaltonauta" me identifica considerablemente.

1 Comment

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  • Buenos días Jorge Andrés. Excelente tu iniciativa de recorridos. Cuando quieras programamos uno en el Jardín Cementerio Universal.