Quintero Calle: El Asaltante del Presente

Foto de: David Estrada Larrañeta

Vamos a tomar el momento presente. ¿Qué es el momento presente? El momento presente es el momento que consta un poco de pasado y un poco de porvenir.

(Borges)

Estábamos en las primeras de cambio de la pasada campaña a la alcaldía de Medellín y como bien reza el dicho popular, desde el desayuno ya se sabía como sería el almuerzo.

El pequeño circo armado el día de la inscripción de la candidatura de Quintero Calle no hubiera sido nada diferente a un exceso tropical, a no ser porque reveló anticipadamente al candidato de marras: una figura de opereta delineada por un formidable aparato comunicacional soportado en bodegas de redes sociales y guiones de historytelling elaboradas por expertos en marketing digital. Ese día también quedó al descubierto su catadura de inescrupuloso y pícaro al inscribir su propuesta robándose el nombre de mi programa de gobierno: “Medellín, Un salto al Futuro”. (Ver más: Quintero: El Asaltante del Futuro)

El recorderis solo para reiterar que, desde sus primeros pasos, la criaturita que luego fue elegida como alcalde de la ciudad, ya había dado muestras de ser un mentiroso, embaucador y tramposo personaje. Quizá, lo que otrora significó el avivato paisa. Solo que éste, de hablar engolado,  ademanes aprendidos y verbo facil, resultó peor engatusador que culebrero de pueblo.

En primer lugar, construyó una narrativa que hablaba de si mismo con un joven pobre de las barriadas limítrofes de la ciudad, un niño que creció en medio de las necesidades pero que merced a su deseo de superación, alcanzó a ser viceministro del gobierno de su cuarto jefe político.  Sería superfluo registrar que el primer acto de gobierno del superado muchacho, imagen de lo que toda mamá paisa quiere para sus hijos, fue el de mudarse a una lujosa mansión de varios miles de millones de pesos, situada en un barrio que antes fue de los ricos de Medellín y ahora es lugar para el camuflaje como “gente de bien” de pillos, traficantes y bandidos de toda laya. (Ver más: Quien es quien: Daniel Quintero Calle)

Esta narrativa, incluyó un poderoso eslogan o mensaje central de campaña: que el candidato era un político “Independiente”.  A tal punto llegó este cañazo, que el eterno precandidato a la Alcaldía de la ciudad le vendió su microempresa electoral y encabezó su lista al Concejo de la ciudad bajo ese remoquete. Es tan desvergonzado este Quintero Calle, que aún hoy se reclama como Independiente. Y lo mejor, no faltan los bobos que lo defienden en razón a tal alarde. Como bien dice el refrán, primero se acaba el helecho que los marranos.

Pocos días después de elegido y cuando empezó a anunciar su gabinete, quedó al desnudo la realidad del tal Independiente: todos sus apoyos políticos y económicos procedían de lo más oscuro de la politiquería local y regional, desde godos corruptos y mafiosos que habían hecho de municipios vecinos a Medellín sus botines, hasta demagogos de izquierda que pronto pelaron el cobre clientelista. En estos apoyos se cuentan mineros, gobernantes y exgobernantes locales y regionales y una gran cantidad de inversionistas que a la vieja manera de las cooperativas de Pablo Escobar, recogieron dinero para mandar la “merca” a la Alpujarra y esperar el retorno multiplicado de su inversión.  Nunca sabremos cuánto billete entró y cuanto se quedó en los bolsillos independientes de la izquierda y la derecha.

Mudos observamos como se entregaba el Inder al minero inversionista del Bajo Cauca, la EDU al ex director de los municipios del Oriente Antioqueño, la Secretaría de Hacienda a un reconocido clientelista liberal, el control del territorio a un símil, pero consevador, el Área Metroplitana a los conservados laureanistas, la Empresa de Seguridad Urbana al falso abogado y Senador Julían Bedoya, la Secretaría de Planeación a otro liberal urgido de jubilación, y el resto de cargos o “puestos”, como bien se les conoce en el argot, entregados a familiares, familiares de familiares, amigos y amigos de los amigos, socios y aliados comerciales pasados y futuros. (Ver más: De castaño a Moreno)

El montaje político incluyó un plato fuerte: las Empresa Púbicas de Medellín -EPM-, que fue la plataforma de promoción inicial del citado candidato y que después de coronada la gesta, ya no vovería a estar “ahí” sino allí, en los bolsillos de los garosos ganadores que llegaban a hacer lo mismo que hacían los que estaban antes, pero peor y más chambonamente. El relevo entre los usufructuarios de la mayor empresa de servicios públicos del país no se dio a la manera de una transición negociada y pácifica, tal como sucedió con el falaz Acuerdo de Gobierno Corporativo de otra época. No, el hambre fue la conductora del proceso de sucesión.

Todo ha sido una rebatiña plagada de cartas, comunicados, mentiras, renuncias, honores vulnerados y falso patriotismo local edulcorado con el mentiroso discurso de la eficiencia, de los valores corporativos, del buen gobierno y del cuento bobo de la abnegación y el compromiso de ciudad de los codiciosos empresarios paisas.

Pero no se puede dejar pasar por alto que la maroma política de fabricar un candidato Independiente cosechó tambien apoyos valiosos entre la izquierda criolla, apoyos tan silenciosos como los de la vieja y corrupta clase política local y regional. Para preservar la imagen del candidato, todos aceptaron la Omertá del Independiente.

Felices por la retórica antiuribista de Quintero Calle, que valga decir tampoco fue tan incisiva, la mamertada nacional y local hizo propio el triunfo del falso Independiente. La alcaldía de  Medellín se erigió en el signo de los tiempos y los votos en las trompetas que derrumbaban las murallas uribistas en el país. Nada más falso. Ilusos los que apuestan a una pose y le otorgan a la  misma las virtudes del buen gobierno y del avance de la democracia participativa.  Quintero Calle es la prueba al canto.

Las ganacias no pueden ser más pírricas. Un demagogo anticorrupción se atragantó de mermelada, dos o tres zurdos criollos  alcanzaron puestecito en un carro de placas blancas y otros aún hacen fila esperando el contratico de la nueva promesa política nacional: el Independiente Quintero Calle.

Al final de todo no tenemos nada y todos hemos perdido. De la mano del Independiente llegó la pandemía y la ciudad ha quedado al garete, feriada entre los inversionistas de su campaña, asaltada en su buena fe, saqueda, más pobre e inequitativa que antes, falsamente polarizada, ad portas de otro megapeculado como el Metro de Medellín, solo que esta vez en la carrera 80 de la ciudad. Y como si fuera poco, con nuestras Empresas Públicas próximamente en bancarrota. (Ver más: Las tres verdades y siete mentiras de Daniel Quintero sobre el caso EPM)

En algún espejo de Borges será grabado nuestro merecido epitafio: “Aquí yace el que estuvo ahí”.

Jesus Ramirez

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  • Lo que Chucho dice de Daniel, dice más de Chucho que de Daniel…
    Lo mismo aplica, y hasta peor, para las «familias» Guerra Sarna y Ramos falsetes.
    Todo señala a los falsos pronombres de las mafias que acabaron con la tal pujanza anti-oqueña y que enviciaron y degeneraron al pueblo con la ayuda mojigatera fanática religiosa y los circos y los vicios: Sodoma y Gomorra juntas y peores. Gracias soberbios «caciques» paisas dogmáticos de 1940 a 2020: ¡qué sería de nosotros sin ellos? eco katío manguruma nasa