Que no se repita la historia

“No se puede ser consecuente con la paz y reclamarla mientras se mantienen los operativos militares a lo largo y ancho de la patria; de que no se puede ser consecuente con la paz y hablar de paz mientras no se combate efectivamente a los grupos paramilitares; de que no se puede hablar de paz ni ser consecuente con la paz cuando no se castiga ejemplarmente a los miembros del Estado comprometidos en la violencia contra la población civil”. El anterior es un fragmento de uno de los discursos de Bernardo Jaramillo Ossa, excandidato presidencial por la UP, y que fue asesinado en 1990. Bernardo asumió la presidencia de ese partido precisamente después de que también la extrema derecha hubiera asesinado a Jaime Pardo Leal por allá en 1987.

“No se puede ser consecuente con la paz y reclamarla mientras se mantienen los operativos militares a lo largo y ancho de la patria; de que no se puede ser consecuente con la paz y hablar de paz mientras no se combate efectivamente a los grupos paramilitares; de que no se puede hablar de paz ni ser consecuente con la paz cuando no se castiga ejemplarmente a los miembros del Estado comprometidos en la violencia contra la población civil”. El anterior es un fragmento de uno de los discursos de Bernardo Jaramillo Ossa, excandidato presidencial por la UP, y que fue asesinado en 1990. Bernardo  asumió la presidencia de ese partido precisamente después de que también la extrema derecha hubiera asesinado a  Jaime Pardo Leal por allá en 1987.

Hoy, casi 26 años después de aquellas palabras, la realidad debe cambiar, porque desde entonces ha estado casi que  intacta. Gobiernos tras gobiernos se han empeñado en tratar de ‘conseguir’ la paz, por los medios y las políticas que sean, pero no combaten efectivamente a esos grupos paramilitares ni dejan de desestigmatizar a la izquierda; y así, algo de paz es muy difícil. Es de vital importancia que ambos bandos en la arena política, tanto el oficialismo como la oposición,  se vean como eso, como opositores, no como enemigos que hay que eliminar del mapa como hicieron precisamente con la UP, fruto principalmente de la desmovilización de las FARC en su momento y que sistemáticamente más de 4.000 miembros fueron exterminados a manos de la extrema derecha.

Bien lo dijo ‘Timochenko’ en su entrevista con Piedad Córdoba: si se firma el acuerdo, “es un inicio, no la paz”. Y de eso hay que convencer a esos que se oponen a un acuerdo de paz, que piensan que una vez se firme, esta va a caer del cielo como por arte de magia. La paz abarca mucho, y entre ello, el dejar de ver al opositor como un enemigo al que hay que eliminar, como ya mencioné, y que fue uno de los factores que inició el conflicto armado interno en Colombia hace más de medio siglo.

La gran mayoría de  las columnas de opinión y editoriales estuvieron aplaudiendo el esbozo del acuerdo de justicia que presentaron en La Habana ‘Timochenko’ y Santos el 23 de septiembre. Sin embargo, pocos  advirtieron sobre lo que puede venirse y que echaría a la alcantarilla una opción de paz en este país: la reparamilitarización en el marco del posconflicto. Aunque debo decirlo, RCN ya empezó a armar mentes para combatir a las desmovilizadas FARC en un futuro, cuando   desde el primer momento en segundo plano estuvieron transmitiendo “los crímenes de las FARC” a la par que Timochenko y otros hablaban sobre el punto que se había logrado.

Este país no aguantaría otra gran masacre como la de la UP. Seguramente las Farc sin armas fundarán un nuevo movimiento político, y a ese movimiento hay que acogerlo y no exterminarlo. Si hay que hacerle oposición, pues que se le haga con palabras, no con balas.  Debemos aprender a construir el ser a partir de la diferencia con el otro. Decía un pensador del idealismo alemán: “Yo soy, en tanto hay otro como yo que no soy yo”.

Y si el temor es  ver a un Presidente como ‘ Timochenko’, señores, la solución es muy sencilla: no lo elijan.  Es fundamental que las Farc salgan del monte y se monten a la arena política y a la lucha no armada, y dudo que en el corto plazo logren el poder porque además no tienen la maquinaria política necesaria en este país para conseguir el trono mayor.

 

Santiago Molina

Licenciado en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.​

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