Porque cada ser humano es creación única e irrepetible de las fuerzas de la naturaleza. Nunca hubo, ni podrá haber jamás, una persona exactamente igual a otra, porque la individualidad es la suprema característica del ser humano, y cada hombre y cada mujer tienen ideales distintos. Así se explica que las mismas cosas les agraden a unos y molesten a otros, y las hay molestas y odiosas para unos, y agradables y benéficas para otros.
Desde antes de que Petro escogiera a Francia Márquez como su fórmula presidencial venía hablando de un ministerio para la mujer. Luego, amplió el concepto para incluir en esa dependencia a todos los géneros y poblaciones. Por entonces, el candidato del Pacto Histórico dijo: «El mundo político y el poder tienen que ser transformados para que estos transformen la sociedad y la economía. Por eso, un compromiso que adiciono, si ganamos la Presidencia, es la construcción del ministerio de la igualdad […] Será un aparato de un poder tal que permita la construcción del equilibiro en la base de la sociedad y de la economía de todos sus componentes».
Una vez electo, Petro ratificó ese propósito y señaló que Francia Márquez, además de vicepresidenta, será la ministra de la Igualdad. Transcurridas las primeras semanas de su elección, a quien más le han preguntado los medios de comunicación sobre ese ministerio, es a quien será su titular. —Ojalá no nos exijan que digamos «titulara» y «titularo»—.
Algunos de los adelantos que nos ha dado la electa vicepresidenta Francia Márquez, están en unas cuantas frases: «El ministerio tendrá por objeto garantizar las igualdades de todas las comunidades del país. Temas relacionados con: justicia social, igualdad y derechos de las mujeres, jóvenes y comunidades que han sido históricamente excluidas. Yo vengo de una región históricamente olvidada y excluida […] así que mi tarea precisamente es llevar garantías a esos territorios excluidos y marginados». «Será un ministerio de la igualdad para el derecho de las mujeres, jóvenes, la comunidad LGBTIQ+ e igualdad […] para los territorios donde el Estado nunca ha hecho presencia».
Si se da una mirada panorámica sobre el territorio colombiano y sobre las comunidades que lo habitan, se deduce que los sujetos activos del ministerio que se proyecta crear serán todas las poblaciones, hasta la fecha excluídas, negadas, marginadas: las ciento quince comunidades indígenas, con sus sesenta y cinco lenguas, los afrodescendientes, los campesinos sin tierra —hombres y mujeres—, las juventudes para quienes no ha habido ni trabajo ni estudio, así como para las más diversas expresiones de género. Es decir, la diversidad total de nuestro país. Para ponerlo en palabras de Eduardo Galeano, los sujetos activos de ese organismo oficial serán todos los nadies de Colombia.
Sin embargo, el hecho de reconocerle sus derechos a todos los nadies, no quiere decir que esos millones de nadies sean o se vuelvan iguales. Sino todo lo contrario: reconocer la realidad de que son poblaciones absolutamente desiguales y diversas.
No tengo la menor duda de que si Petro y Márquez cumplen sus promesas de gobierno, Colombia se convertirá no solo en potencia mundial de la vida, sino de modelo económico y de teoría política. En este contexto, podrá también darse un cambio del paradigma: pasar del falso paradigma de la igualdad al paradigma real, al de la desigualdad.
El concepto de igualdad pasó a convertirse en paradigma del hombre como individuo, como miembro de los diferentes grupos sociales y como partícipe de la comunidad política, a partir del último cuarto del siglo XVIII. Pero, para lograr que el concepto se ubicara como paradigma en la conciencia de los pueblos y como institución en las declaraciones políticas, la humanidad hubo de pasar por muchos sufrimientos y verter muchos ríos de sangre, debido, precisamente, a la desigualdad y por la falta de un juez que impusiera el equilibrio.
Es lo que hace falta, no solo en Colombia, sino en el mundo actual: un juez de equilibrio llamado Estado. El tema me apasiona y me inspira desde hace mucho tiempo. Esta nota es tan solo un llamado de atención, a propósito del proyectado ministerio de la Igualdad, que pretende inaugurar el gobierno Petro. Quienes deseen explorar un poco más el asunto, pueden consultar los capítulos «qué clase de criatura es el hombre» y el «falso paradigma de la igualdad» en el libro Ilegitimidad del Estado. Reforma radical o revolución de la diversidad (Rafael Ballén, 2002).
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