“Los únicos locos que podrán cambiar el mundo serán los locos que creen que pueden hacerlo”. Diego Vega y Einstein.
En la actualidad, términos como sostenibilidad y desarrollo sostenible se han convertido en el boom medioambiental. A pesar de esto, son pocos los que verdaderamente comprenden su signifcado, a tal punto que podrían fácilmente considerarse como simples fetiches y de uso común.
Existen diversas definiciones que le han dado los académicos a la sostenibilidad. Desde mi punto de vista, y en una versión dummie de este término, es la incidencia que el ser humano tiene sobre su entorno. Siendo este ‘nuevo paradigma’ el punto de unión entre los componentes sociales, ambientales y económicos.
Nuestro contexto, desde la revolución industrial, nos ubica en una sociedad de consumo en el que el factor predominante es el económico, pudiéndose considerar como utópico el conjugarlo con lo social y, sobre todo, con lo ambiental.
Nuestra mentalidad, y tal vez lógica común, nos indica entonces que la eficacia de producción entra en conflicto con la sostenibilidad. La mayoría se pregunta ¿cómo es posible que la industria pueda producir y explotar en masa, sin generar injusticia social y daños irreversibles en el medio ambiente?
Esto, evidentemente, implica que nuestros cuestionamientos están dirigidos a un ente exterior ¿Cuánto debe cobrar el gobierno por la contaminación que la industria genera?, ¿por qué las leyes no son más estrictas con estas empresas?
A pesar de que comparto la importancia de estas sugestiones, según mi perspectiva, es la manera perfecta de desentendernos del problema, porque no solo la industria entra en conflicto con la sostenibilidad, nosotros mismos lo hacemos en las actividades más cotidianas, desde la alimentación hasta el ocio.
Así pues no es tarea fácil encontrar un equilibrio social, ambiental y económico. Sin embargo, aquellos que plantearon el concepto, no pretendían que surgieran soluciones sencillas e inmediatas.
En mi opinión, no hay retos imposibles para el ser humano, el reto más grande es uno mismo, comenzar a cambiar la forma en que vivimos y dejar de ser indiferentes al impacto que estamos generando (que, para mi caso, serían 1,4 planetas para llevar mi estilo de vida).
Esos son los retos que tenemos que asumir y qué mejor manera de comenzar que tomando la insostenibilidad de nuestras vidas como punto de partida para convertirnos en personas sostenibles.
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