Plata es plata

La estética electoral me resulta indescifrable; Molesta, si me sincero un poco. Durante estos días, salir de casa puede doler un poco los ojos. Miles de afiches y volantes, microperforados, vallas y demás residuos publicitarios se apropian sin pudor del espacio público y también, del transporte público. Basta con pararse un minuto en cualquier esquina de la Avenida Oriental o de Colombia, de San Juan o de la Avenida el Poblado para ver un afiche del Fico en la ventana de uno o varios buses de cualquiera de las empresas de transporte colectivo. El día que noté ese desfile de sonrisas en los vehículos que mueven la clase obrera de Medellín pensé en dos cosas:

La primera fue ¡Qué buena estrategia de publicidad política es llenar los buses de afiches! Digo que es buena porque genuinamente considero que lo es. Cada bus recorre más de 250 kilómetros diarios y llega hasta los rincones más profundos de la Medellín que la gente de bien nombra como “Las Comunas”. Al desplegar publicidad política en el transporte colectivo se incrementa la exposición del candidato, y una mayor exposición genera una mejor actitud ante el objeto expuesto. Este por supuesto no es un argumento nuevo ni propio, ya que desde el 65 fue planteado y medido por investigadores de la Universidad de Michigan. Al parecer, eso siempre lo han sabido en las huestes Uribistas, y lo vienen ejecutando de gran manera.

Lo segundo que se me vino a la cabeza fue ¡Qué pésima memoria tiene el gremio de los transportadores de Medellín! Pensarlo me desconcertó y en verdad, quisiera poder decirlo de una forma más cálida y amorosa, pero no encuentro las palabras. Y es que hace menos de 3 años, el exalcalde y ahora candidato del Uribismo puso a rodar – muy a las carreras – una flota de buses eléctricos por la Avenida 80, afectando seriamente los ingresos de los transportadores en ese corredor. Recuerdo que en aquel entonces, el movimiento de Gutiérrez fue de tan mal recibo por parte de quienes ahora son su rostro en las calles, que hasta demandaron al Área Metropolitana por autorizarlo. Para finales de febrero de este año, la denominada Línea O había generado ingresos para el Metro por un valor superior a los 5.700 millones de pesos, recursos que por supuesto, dejaron de recibir los propietarios, conductores y empresas del transporte público colectivo.

De pronto, recuerdo la triste y célebre frase de ese candidato: “Plata es plata”, e inevitablemente solo me surgen más interrogantes:

¿Será que los recursos que dejaron de percibir los transportadores en la Ochenta no son plata?
¿Merece Fico el apoyo de un gremio al que le “expropió” los ingresos de un corredor?
¿Puede la memoria de protegernos del autosabotaje?

Diego Zapata Córdoba

Ciudadano, Magíster en Gestión del Transporte.

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