Perdiendo la batalla

A menos de un año en la administración de este país, el gobierno central ya esta generando mucho de que hablar. Precisamente no son muy buenas los comentarios de dicha hablilla. Quizás varias gestiones en algunos sectores públicos de la economía estén relativamente estables, pero la voz pública no come de ese cuento. Vagamente las decisiones de nuestro respetado presidente han sido susceptibles de buena crítica; y lo menciono de esta manera puesto que no hay verdadero acierto en ello. Interesante es que esta critica que pretende ser constructiva a las conveniencias de la presidencia, provienen de muchos sectores políticos; incluyendo su partido elector. Entonces, ¿en que está fallando nuestro gobierno electo para estar ganándose a todos de enemigos?

La tesis esta expuesta desde dos perspectivas: La primera, el apoyo incondicional y no crítico de sus militantes y segundo, la falta de conciencia con la realidad colombiana.

¿Qué pasa cuando se malcría a un niño constantemente y se pone en un pedestal?, pues que pierde su carácter y con ello pierde la batalla con lo real. Lo mismo vive Duque actualmente. Se eligió de presidente a un buen estadista que todavía no se toma enserio su cargo y por lo tanto sigue las vagas e ineficientes ideas que le rodean. La presencia de un presidente en realidad no se ha materializado, y por lo contrario, lo único que se logra ver es un intento vago de implementar políticas y decisiones contradictorias.

Claro ejemplo tenemos este año para el presidente; su debut ha sido por lo menos insatisfactorio. Principalmente libró con galardón su batalla contra el narcotráfico y las drogas en general, discurso que encuentro débil y arcaico en todo el sentido. La razón es que estos temas no deberían tratarse con la radicalización de un concepto bélico en todos los sentidos, contrario a implementarse ideas inclusivas, preventivas y educativas al respecto. Lo que no entiende el presidente, es que este país como el resto de la comunidad internacional, ha cambiado generacional mente. Con lo cual ni su edad, ni su carisma parecen encajar con el contexto de sus decisiones.

Se enfocó en un conejillo de indias de la Justicia Transicional, para perder con mérito la supuesta batalla contra las drogas. Hoy día se derogan artículos del Código de Policía como el 33 y 140, que razonablemente se halló contradictorio a los principios de libertad en desarrollo de la personalidad libertados en la constitución y la comunidad internacional. Recientemente se convocó una marcha contra las acciones de la Corte Constitucional al respecto. Es una desfachatez y burla asistir a dicha convocación, qué lo único que muestra es lo que mencioné anteriormente, los militantes del presidente lo siguen consintiendo en sus fa-lentes decisiones.

Otra de las «batallas perdidas» por el presidente de la república ha sido la de la economía, su mayor fuerte. A día de hoy tiene que pedirle ayuda a uno de los funcionarios de la banca central colombiana, para atenuar las declaraciones del ente administrativo. Concluye la corporación que la economía de Colombia no esta en su mejor momento. Pendiente está la afirmación en campaña del presidente, a su más notable re-activación de la economía, con una de sus mayores propuestas innovadoras, la economía naranja.

La polarización era uno de sus mayores retos y le hizo daño. Así es, mencioné en una de mis columnas que la polarización era uno de los mayores peldaños con que se iba a encontrar el presidente de la república. Por un momento se pensó que «el gran pacto» iba a ser una de las mejores decisiones propuestas por el presidente. Algunos miran con recelo esta jugada del estadista, se piensa pícara mente que trata de satisfacer sus pretensiones. Pero la verdad es que nunca estuvimos tan lejos de la realidad, ya que ni eso dio a resolución. El supuesto pacto no es más que una descarada e ineficiente maniobra del mismo partido que milita el presidente de la república. Tan descarada estuvo, que aparte de los partidos estimulados pecuniariamente nadie está dispuesto a ceder.

Y no podría faltar en la cereza del pastel las objeciones contra la JEP. Una desfachatez dilatoria, que si bien iba por buen camino, era obvio su desenlace. Desgaste de tiempo y conveniencia de los malcriados se materializó en este gobierno durante la aprobación de la ley estatutaria. Eran obvios los resultados y contra todo pronostico el presidente resultó un guerrero de poca neurosis, «batallando» como llama él su actuar, perdió bajó su visión, la guerra contra la paz. Que triste fue ver la imagen del mayor cargo burocrático de la nación firmando como niño regañado lo que en principio no quería; ni él, ni sus militantes.

He de decir que la situación en el congreso no le ha sido fácil. Que gran fascinación se tenía en su momento que tuviera de lado a un congreso de derecha, que facilitaría sus pretensiones, y de los que honestamente yo veía con optimismo. Con más tristeza que otras situaciones, vemos que el presidente de forma parlamentaria es un gringo más. Para cualquier constitucionalista elemental, esta situación es de grave preocupación con énfasis en nosotros; quienes sufrimos las consecuencias de un mal gobierno.

El presidente no está solo pero si es solitario. En afán de satisfacer vehementemente a quienes lo eligieron, no ha hecho más que desastre en cualquier sector de política pública en que se inmiscuye. Ningún sector está satisfecho con sus decisiones, y si es caso contrario, simplemente se están lucrando del mal manejo administrativo lo cual es muy triste.

Es hora de que el presidente se convierta en el estadista por el que se votó; ya va siendo momento de que se tome enserio su puesto.

 

Martin Alvis Gonzalez

Estudiante universitario de la Facultad de derecho en la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla. Altos conocimientos en la lengua inglesa e interesado en temas políticos nacionales e internacionales; socio-económicos y culturales del país. Actual investigador en derecho penal de la Universidad Simón Bolívar.