Parodia de la acción fantasmal a distancia 

En estos tiempos de pandemia, se me ocurre hablar sobre aquel fenómeno aún no explicado por la física del entrelazamiento cuántico de las partículas subatómicas, como aquel que se ha manifestado en el hecho de que lo que sucede en una cualquiera de ellas sucede también en cualquier otra, aparentemente al mismo tiempo. Es decir que la acción producida en una de ellas se manifiesta en forma inmediata en la otra u otras que se encuentran, según una secuencia aún no razonablemente comprendida, en un entrelazamiento cuántico inexplicable.

Esto llevó a pensar a Einstein en una especie de unión fantasmal a distancia,  pues la influencia que ejerce la medición de un sistema sobre el otro ocurre instantáneamente, tal como parece haberse comprobado cuando se dispara una de esas partículas hacia un campo con dos orificios separados  y esta pasa por ambos en forma instantánea, algo que también parece que sucede únicamente cuando no se le observa en ese momento, es decir, resulta en un suceso del cual, finalmente, no se puede ser consciente. Según el gran físico, esto no podría suceder puesto que nada puede viajar más rápido que la luz, pero hemos de asistir, seguramente, a grandes sucesos inconcebibles si no aparecen las explicaciones ciertas, palpables y verificables que permitan comprender sus manifestaciones.

Esto de que el entrelazamiento describe el fenómeno en que dos (o más) sistemas (o partículas) puedan estar íntimamente conectados entre sí, sin importar que tan lejos estén, me hace reflexionar sobre lo siguiente:

Hasta hoy, no se ha podido producir una teoría que explique de manera completa la realidad física (teoría del campo unificado), pero la existencia de ese campo inexplicable aún de la física cuántica, que describe el comportamiento de la materia a un nivel millonésimamente inferior al de los objetos visibles para nosotros, puede significar que estaríamos ante la comprobación de que TODO está entrelazado con TODO, como lo habrían expresado los grandes axiomas de la Sagrada Hermética antigua.

Todo está en el Todo y el Todo está en Todo, así como lo que es arriba es como lo que es abajo en el Universo…

De pronto nos sacude a todos, en forma casi instantánea, esto del contagio sutil y altamente pegajoso de un virus que no se tomó la molestia de anunciarse, para reconfigurar el mundo a través de un entrelazamiento micro-cuántico infeccioso que amenaza con volverse un fenómeno que se propague simultáneamente en cualquier punto del planeta, no importando las distancias entre sí y esto nos tiene pavorosamente asustados.

¿No será entonces que de verdad hemos estado siempre atados a unos lazos invisibles que hayan generado el rebote de nuestros actos en el confín de nuestro mundo, como aquella piedra que se tira al mar y cuya salpicadura se puede escuchar al lado opuesto del océano?

¿No tendremos que darnos plena cuenta de que nuestros propios pensamientos, puestos a divagar por las redes espectrales de los cielos no son más que el espejo de otros pensamientos que han sido captados, instantáneamente, por nuestro cerebro?

Así las cosas, de acuerdo con la propia propensión de cada uno, sea por efecto de nuestros “buenos mensajes” o de los estresantes, paranoicos y altisonantes requiebros diarios enviados a destinatarios desconocidos  en lugares que no identificamos, ¿resulte que estemos todo el tiempo llenando de vibraciones positivas o negativas el espacio sideral de las comunicaciones y que, como efecto cuántico de nuestros actos intelectuales, volubles y electromagnéticos, estemos generando uno u otro mundo entrelazado entre todos nosotros?

No sabemos aún, exactamente, cómo se comportan las cosas en el universo, pero aún creemos ser una consciencia viva de lo que sucede a nuestro alrededor, sin darnos cuenta de que lo que también sucede en nuestro interior es reflejo inmediato de lo que ocurre en cualquier punto de él, y viceversa, no importando qué tan lejos estemos los unos de los otros.

Es eso lo que hay que enfatizar: que no estamos aquí o allá, o en este y otro momento, sino que somos UNO en todo lugar y tiempo, pero que aún creemos en un libre albedrío aislado, en un prontuario singularizado y no hemos dado el salto cuántico hacia la unificación posible de nuestros actos, así sea que nos parezca que es que no queramos tener nada qué ver con el asunto o que nos plazca tal o cual conducta, cuando eso mismo, ¡lo que consideremos respecto de todo lo “demás” es exactamente lo mismo que sucede con nosotros mismos!

En estos tiempos, y en realidad desde y por siempre, aun cuando no queramos aceptarlo, sea porque nos ataque directamente o no cualquier oscuro presagio o compartamos  un instante de  euforia inolvidable, estamos indefectible e implacablemente entrelazados, por lo cual  sería mejor que tratáramos de albergar en nuestros corazones los mejores deseos y propósitos, que estos se sentirán al otro lado del universo y volverán a nosotros, cualquier día de estos, convertidos en los mejores aliados de nuestro porvenir y del de todos al mismo tiempo.

 

Jerónimo Samper Salazar

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