El biógrafo inexistente de z -mucho antes de irse para Venezuela tras la búsqueda de Chávez- le dijo a Jorge Gómez y a Rodrigo Saldarriaga que tenía un deseo inmenso de escribir la primera biografía del maestro Carlos Gaviria, y les rogó a los dos que fueran los patrocinadores –en el sentido amplio de esta palabra patrocinar- de este ambicioso proyecto. Ellos no sólo dijeron que sí, sino que manifestaron un gran interés por esta idea. En tanto que ellos amigos personales del maestro todo sería más fácil.
Pasaron los días, y ellos tan diligentes hicieron las primeras exploraciones del tema, incluso Jorge Gómez, consiguió el beneplácito de la esposa de Carlos Gaviria, quién si mal no recuerdo, le manifestó a Jorge que “el proyecto estaba muy interesante, pero quizá, -ella pensaba- quién se opusiera fuera el mismo Carlos Gaviria”, por su genuino interés de no hacer apología del egocentrismo.
Creo que el maestro no llegó a enterase siquiera de este propósito.
El biógrafo inexistente de Z marchó para Venezuela y se olvidó de este proyecto. Se le olvidó hasta la noche del 31 de marzo de 2015 cuando se enteró de la muerte de Carlos Gaviria. ¡Otra muerte! Cuando no se ha acabado de reponer todavía de las muertes recientes de Hugo Chávez y de Rodrigo Saldarriaga, llega la muerte dolorosa del maestro de la estética, la ética, y la política en Colombia: Carlos Gaviria Díaz.
El biógrafo inexistente de z, escribe triste por la muerte del maestro y porque quizá él también se convierta ahora, no solo en el biógrafo inexistente de Z, sino también en el biógrafo inexistente de S, y ahora también, en el de G.
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