El ostracismo o destierro político era un castigo con el que las polis griegas sancionaban a los demagogos. Contrariamente a lo que muchas personas creen, el ostracismo no se imponía al demagogo después infringir un daño a la ciudad sino para evitar que lo hiciera. Sabedores de que el demagogo, atizando los más bajos instintos de la plebe, podía adueñarse del poder y causar graves daños, los legisladores griegos lo expulsaban de las polis antes de que esto ocurriera. El ostracismo era una medida preventiva que en Atenas se aplicaba al sancionado hasta por un término de diez años.
Desde Hipérbolo – si, ese era su nombre – el último condenado al ostracismo por la democracia ateniense, todos los demagogos repiten incesantemente la misma cantinela: todos los políticos, excepto ellos, son corruptos y los ricos son los responsables de los padecimientos de los pobres. Entonces como ahora, esa prédica elemental tiene gran acogida entre las gentes humildes e ignorantes y su difusión pone en riesgo la democracia y las libertades.
Gustavo Francisco Petro Urrego es el demagogo más exitoso de nuestra historia republicana y la mayor amenaza para nuestras instituciones económicas y políticas que, con todas sus imperfecciones, nos han permitido vivir en libertar y democracia y alcanzar progresos incuestionables en el nivel y calidad de vida de los colombianos. Es una lástima que no pueda ser enviado al exilio político preventivo, pero son varias las acciones de ostracismo interno que pueden acometerse.
Lo primero es que los gremios económicos se abstengan de invitarlo a los eventos que reúnen a sus asociados, con el prurito de respetar así la libertad de expresión. En un absurdo completo que los gremios – cuyos afiliados existen y prosperan por la propiedad privada y la libertad comercial – abran sus espacios a alguien que como Gustavo Francisco Petro Urrego promete acabar con ellas.
Los empresarios, capitalistas y todo aquel que tenga un trabajo libre y una propiedad que preservar, no deben apoyar directamente o con pauta o suscripciones medios de comunicación de cualquier índole que promocionen con sus micrófonos, cámaras o páginas la imagen de Gustavo Francisco Petro Urrego o cualquiera de sus de sus secuaces. No más portadas, no más entrevistas, no más propaganda electoral gratuita para Petro.
¡Cuánto sufrimiento se habría evitado la humanidad si los débiles gobernantes de la República de Weimar hubiesen condenado al ostracismo a Hitler y sus secuaces después del Putsch de la Cervecería del 8 y 9 de noviembre de 1923! ¡Cuánto sufrimiento se habría evitado el pueblo venezolano si sus dirigentes y sus medios de comunicación no hubieran ensalzado, como lo hicieron irresponsablemente, la patética figura de Hugo Chávez! ¡Cuánto sufrimiento se habría evitado Colombia si en lugar de volver constituyentes a los criminales del M-19, que incendiaron el Palacio de Justicia, los hubiéramos exiliado a perpetuidad en Cuba! ¡Cuán diferente sería hoy la situación de Colombia sin el malhadado proceso de La Habana, defendido de forma casi unánime por los medios del País!
Que nadie se llame a engaños. Para preservar nuestra democracia y nuestras libertades, hay que someter a Gustavo Francisco Petro Urrego y sus secuaces al más estricto ostracismo mediático. ¡Ojo con el 2022!
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