Orden sí, pero con respeto al marco constitucional y a los derechos humanos

Ninguna autoridad se legitima derramando la sangre de inocentes; ninguna autoridad que represente el orden y la convivencia puede fundarse bajo los abusos de las garantías y los derechos fundamentales.

Hoy no solo está de luto la familia del colega, también lo está Colombia y sobre todo la institucionalidad, que con actuaciones cómo esta pierde credibilidad y se ve desdibujada, impulsa la irá y legitima discursos extremos que tanto daño hacen a la sociedad.

Es hora de que repensemos la fuerza pública, no cualquiera puede ser funcionario público, no todos tienen el alma de servir. Los miembros de la fuerza pública deben ser hombres probos, virtuosos, que sientan amor por la vida y por sus prójimos, no bandidos disfrazados con uniforme, y aunque es claro que una gran parte de los Policías, así como los funcionarios y servidores públicos son personas de bien, en los últimos años hemos vivido una escalada de hechos dañosos que comprometen la institucionalidad y dejan un sinsabor en la población; estos incidentes repercuten en la pérdida de vidas, la disminución de credibilidad y la obligación de pagar eventuales condenas desprendidas de los posibles fallos favorables ante pretensiones de reparación directa.

Las instituciones tienen que tener la capacidad de evolucionar, adaptarse a las nuevas dinámicas sociales, no ser observadores estáticos ante los momentos sociales, económicos y culturales; esta tarea resulta incluso más ardua para la Policía Nacional, pues desde su misión tiene como fin principal: «el mantenimiento de la convivencia como condición necesaria, para el ejercicio de los derechos y libertades públicas y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz fundamentada en el código de ética policial”.

Para nadie es un secreto que estamos viviendo momentos convulsos, las marchas y la tensión existente no solo a nivel nacional, sino internacional solo se han visto opacados por la pandemia producto de la infección Covid 19, la Policía Nacional no puede ser una institución ajena a esta situación, debe propender por la integración, la armonía, debe buscar el equilibrio, manteniendo el orden, pero con respeto al ordenamiento jurídico y sobretodo al marco constitucional.

Lo anterior permitiría que la Policía nacional desarrollara en forma adecuada su visión, la cual en forma literal Indica: “Al 2030 seremos una organización preparada para responder ante el cambio social a nivel local y global, como resultado de transformaciones estructurales que generen cultura y conciencia de futuro responsable en la ciudadanía”.

Los desmanes ocurridos el día de ayer no son más que el resultado de una ciudadanía inconforme, molesta e iracunda que no se ve representada claramente en parte de la institucionalidad; tristemente, es una pequeña vuelta atrás, un retorno momentáneo al Estado de naturaleza producto de la incapacidad y debilidad de nuestras instituciones.

Juan Sebastián Medina Ríos

Abogado titulado de la Universidad Autónoma Latinoamérica, con estudios de especialización en responsabilidad civil, estatal y seguros, magíster en derecho con énfasis en responsabilidad, investigador, escritor y docente universitario.

Contacto: [email protected]

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.