Neoliberales progres

“La noción de neoliberalismo progresista pone especial atención en identificar cómo ciertos grupos políticos y económicos neoliberales han usado los discursos de los derechos de las mujeres, la diversidad, el multiculturalismo, etc., bajo el rotulo de progresismo, para ocultar su complicidad con el capitalismo cognitivos y financiarizado en la práctica”


Desde la llegada a la alcaldía del distrito de Medellín de Federico Gutiérrez se ha cristalizado un efecto que considero dañino para el debate público alrededor de la figura del exalcalde Daniel Quintero e “Independientes”, su partido, lo que ha devenido a su vez en un obstáculo para pensar con otros, de forma serena y profunda qué implicó en múltiples sentidos el paso del gobierno llamado a sí mismo progresista de Quintero.

Existe un hecho difícil de ocultar, la multiplicidad de denuncias y procesos disciplinarios, fiscales y penales abiertos contra el ex alcalde o sus ex funcionarios, sin embargo la referencia constante, y en ocasiones sin sentido de estos (posibles) hechos graves de corrupción, ha logrado que todos los caminos lleven a Daniel Quintero, pareciendo que la centralidad de cualquier discusión sobre derechos y políticas públicas en Medellín pasa por él y sus actos, y no por lo que debería ser en la nueva administración y no está siendo, diluyéndose así la posibilidad de sostener una conversación sobre los retos que afronta la ciudad y qué debería hacerse o qué no está haciendo en la actual administración al respecto.

Es difícil no sentir al escuchar las sesiones del concejo de Medellín que los concejales actuales, cuyo rol es esencialmente el de ejercer control político a la administración de Federico Gutiérrez, terminan ejerciendo, muchos de ellos, tal control sobre la administración del cuatrienio anterior, y cuesta hallar sesiones donde los debates y las temáticas centrales no terminen desviadas en un ejercicio de marketing político hacia Daniel Quintero. Dicha fijación ha generado para ellos una evidente oportunidad para capitalizar electoralmente el profundo resentimiento y la desconfianza que despierta el exalcalde y sus cercanos, y para quienes estamos fuera del bloque conservador y reaccionario, ha logrado mantenernos al margen de cualquier reflexión y diálogo sereno, y más o menos colectivo, de lo que implicó tanto para las izquierdas, los procesos y movimientos sociales y el progresismo ese gobierno.

En un intento liminal por provocar un diálogo más o menos abierto sobre estas implicaciones, propongo recoger algunos aspectos de la categoría del “neoliberalismo progresista” desarrollada por el pensamiento feminista, en particular por Nancy Fraser, y que dio lugar al debate Fraser-Brenner. La noción de neoliberalismo progresista pone especial atención en identificar cómo ciertos grupos políticos y económicos neoliberales han usado los discursos de los derechos de las mujeres, la diversidad, el multiculturalismo, etc., bajo el rotulo de progresismo, para ocultar su complicidad con el capitalismo cognitivos y financiarizado en la práctica. Quiero entonces desde ahí situar un par de asuntos a pensar e intentar entender las consecuencias del paso de los “Independents boys”, y lo necesario que es hacer esto para encargarnos de lo actual y lo urgente.

Uno de ellos se refiere a la estrategía de campaña y el uso instrumental de movimientos sociales e identitarios por parte de “Independientes”, una puesta en escena que intentó apiñar a su alrededor símbolos, relatos, historias y causas que le eran y siguen siendo ajenas (escribo esto mientras el ex alcalde se disfraza de obrero para salir a la marcha del 1ro de mayo), todo bajo el rotulo del progresismo, sin una mínima reflexión sobre lo que esto significaba o que habría que, como movimientos, al menos afrontar las contradicciones del progresismo (y de esa apuesta en particular). Una operación que sólo fue posible al estar cobijada por la inmediatez y el cortoplacismo de la época electoral, encarrilada sobre el discurso vago y heterogéneo, pero efectivo del “anti-uribismo” en medio de uno de los gobiernos más impopulares del uribismo y las derechas en el país, y respaldada por los intereses de grupos políticos y económicos foráneos que buscaban entrar a disputar el cerrado ambiente financiero y empresarial paisa.

Movimientos ambientales, por la paz, movimientos identitarios como los movimientos de mujeres, de defensa de los DDHH, LGBT, etc., vieron en esa campaña una posibilidad de torcer la historia política de Medellín, una que se vio opacada tras la mezcla de la aparición constante de hechos de corrupción denunciados desde múltiples orillas, y la implementación de medidas y politicas cosméticas que no atacaban las raíces de los problemas planteados por estos grupos y que sólo profundizaban prácticas neoliberales, como el ejercicio de represión a la protesta.

Fraser nos advierte cómo los neoliberales ganaron poder al cubrir sus proyectos en un “ethos cosmopolita, centrado en la diversidad, el empoderamiento de las mujeres y los derechos LGBTQ”, y nos incita a preguntarnos sobre el papel que ha jugado esto, al menos en dos sentidos, cuestionar el papel de esta estrategia  en la creación de un bloque hegemónico y cómo esto garantiza su predominio político, y a su vez, tensionar la forma en la que dichas estrategías y practicas han influido en movimientos sociales e identitarios que han adoptado de manera consciente este ethos sin cuestionar sus contradicciones, no como una forma de atribuir culpas, sino de entender cómo la hegemonía neoliberal nos atraviesa y constituye, para lograr generar practicas contra hegemónicas, una tarea que tenemos pendiente en muchos lugares y espacios.

Esta estrategia se consolidó a través de la identificación de liderazgos, en particular antiguos, representativos o particularmente importantes para los procesos por las labores que desempeñaban, siendo cooptados por la administración y terminando atrapados en las consecuencias obvias de haber hecho parte y apoyar activamente esa apuesta, en medio de una tormenta de circunstancias, denuncias, emociones capitalizadas políticamente y disputas que han quebrado confianzas, procesos y escenarios, y que al día de hoy hace difícil pensar en clave contra hegemónica respuestas ante la avanzada reaccionaria en la ciudad.

Articular y generar alianzas ante los retos que impone los límites del sistema neoliberal para dar respuesta a temas como la crisis climática, parecen ser una tarea inaplazable, aún más cuando en dos años afrontaremos de nuevo elecciones nacionales, una tarea a su vez compleja pero necesaria, que pasa por tensionar no sólo el rol de los movimientos identitarios o la ilusoria oposición binaria entre identidad/clase,  sino además el rol de las izquierdas y las múltiples razones por las que no se ha logrado generar un movimiento contra hegemónico, y así quizás comenzar a dilucidar cómo superar al neoliberalismo progresista en sus múltiples facetas y enfrentar a las derechas reaccionarias y su multiplicidad de movimientos conservadores e iliberales.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/santialar56/

Santiago Alarcón Serna

Fundador e investigador de Fidedigna Estudio Jurídico, coordinador del observatorio de paz y memoria de la Universidad Autónoma Latinoamericana (UNAULA)

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