Necropoética o la poética marginal

El concepto Necropoética, el cual, a través de su conjunción gramatical necro y poética, esta última como elemento estético del arte, es entendido como un engranaje simbólico de producción de códigos, gramáticas, narrativas e interacciones sociales a través de la muerte, vista como un elemento de significado, no atribuido al deceso biológico de forma única, sino un compendio de rasgos y significados culturales. Es una relación cuasi filosófica, no etimológica, de la muerte como símbolo de colonialidad, expresados en marginación, exclusión, pobreza, desigualdad, xenofobia, etc.,, en la que todo elemento ajeno a su discurso es tratado en “formas sociales de inexistencia porque las realidades que conforman pertenecen como obstáculos con respecto a las realidades que cuentan como importantes” (De Sousa, 2009, p. 39-40).

El concepto se basa en tres antecedentes teóricos y filosóficos: Primero, contempla el concepto de necropolítica del filósofo camerunés, Achille Nbembe, cuya definición estriba en “una categoría que nos permite problematizar la fundamentación de la política contemporánea desde los modos en que se han entrelazado por un lado, violencia y derecho, y, por el otro, excepción y soberanía.” (Mac, 2013, p. 25). Segundo, es a partir del elemento poético, como característica y discurso estético, en el que se sumerge la definición para abordarlo en un plano artístico, más que sólo teórico y documental, sino con la combinación de propuestas creativas que permitan abordar la política desde un enfoque más amplio, es por ello que, García Barrientos (1998) la define como. “la artística de crear (poiein) obras que ofrecen un modelo de la realidad” (p. 13). Tercero, el enfoque de lo colonial/decolonial, contemplado por Ávila Pacheco (2010) como:

“el sistema colonial es una totalidad que transfiere no sólo el conjunto de sus prácticas sino su propio sentido, por ello es que el ser colonizado como lo dirá Franz Fanon en Los condenados de la tierra, es más que un ser subyugado físicamente, es serlo culturalmente.” (p. 95).

En tanto que la decolonialidad:

“hace referencia a la construcción de un mundo nuevo en el sentido de concepciones nuevas de lo humano y de las relaciones materiales que no se conformen con la dictadura del capital, ni se restringen al imperio de la ley en el Estado-nación moderno/colonial la cual es constitutiva del mundo moderno. Por lo tanto hablar de la de-colonialidad nos dice Catherine Walsh es visibilizar las luchas en contra de la colonialidad pensando no sólo desde sus paradigmas, sino desde la gente y sus prácticas  sociales, epistémicas y políticas.” (p. 98-99)

 

Articulando los tres antecedentes, es que el concepto necropoética, como neologismo y concepto en transformación, se aborda, siendo ante todo una antidefinición, en tanto no pretende definir (limitar), sino iniciar un problema, llevando el arte y la interdisciplinariedad a un ámbito político, sustentándose como elemento que permita “comprender los poderes del lenguaje colocando la violencia del signo poético dentro de la amenaza de violación política.” (Bhabha, 2007, p. 190).

David Álvarez Vázquez

David Álvarez (Querétaro, 1990). Estudiante de licenciatura en Sociología de la Universidad Autónoma de Querétaro. Ponente en distintos congresos estatales, nacionales e internacionales de arte y literatura. Actualmente es director editorial de la Revista Voz Zero, asistente editorial de la revista Academus, columnista en la revista Morbífica y gestor cultural en Proyecto Cultura UAQ.

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