Mis letras a la vida

No concibo la idea de imaginar un mundo sin periodismo. Civilizaciones triunfarían, tal vez, sin que algunos saberes humanos se potenciaran. Pero nunca sin el periodismo. El periodismo es la extensión de la memoria social, más que un oficio -aunque el más bello del mundo- o una ciencia.

No puede ser el periodismo un arte o un quehacer efímero porque, insisto: el periodismo no está condenado a la actualidad. El periodismo es la recopilación de la realidad que es impermeable al tiempo.

El periodismo es lo que es en sí mismo el hombre: imagen y palabra. El periodismo es todo lo que acontece al hecho de vivir. La maravilla está en él. Todo él es maravilla para quien sepa encontrar valor en las historias. Él sabe que de la simplicidad nace la magia. Él tiene el poder de esculcar hasta el fondo de las almas, y él habita en todos los rincones impensados del mundo, así como la ilusión de dios.

No me imagino, tampoco, a mí misma sin la emoción que encuentro siempre en los relatos de otros. No me visiono en una realidad donde la oralidad valga lo que vale el silencio. No contemplo la posibilidad, siquiera, de no dejarme erizar por el peso de la decadencia humana. Ni me encuentro real en un mundo sin historias bonitas para reivindicar la esperanza.

Por eso, me niego en lo rotundo a vivir sin el periodismo. Porque, en voz alta, el periodismo no puede ser otra cosa que la vida.

 

 

Elizabeth Martínez Caro

Animal doméstico. Estudiante de Comunicación Social en la Fundación Luis Amigó. Empeliculada profesional. Amante del periodismo, la literatura y otras mentiritas. Intento de actriz de teatro.

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