“el miedo ha supuesto un recurso clave y fundamental por parte de las élites dominantes para controlar, dominar y movilizar las masas.”
En tiempos de incertidumbre la realidad de las ciudades se ve alterada, igualmente, el comportamiento de los ciudadanos de manera individual y social se ve obligado a adaptarse a las “nuevas realidades”. Durante ese proceso aparece todo tipo de teorías conspirativas que potencian el mar de dudas y las hacen navegar entre angustias y miedos que lleva a las personas a realizar acciones o tomar decisiones que en condiciones normales serían impensables o incluso absurdas. Todo lo anterior nos hace preguntarnos ¿Cuál es el poder de gobernar a ciudadanos llenos de miedo? ¿Quién se beneficia de eso? Aquí una aproximación a las respuestas.
Inicialmente, es necesario comprender que las emociones constituyen las reacciones de los individuos ante situaciones, poseen carácter universal y cumplen una función elemental comunicativa, emocional o adaptativa. Lo anterior indica que una experiencia emocional, da lugar a una reacción corporal, cuya expresión máxima se percibe en el rostro.
Dentro del grupo de emociones de carácter negativo, se encuentra el miedo, que aparece al contacto con una experiencia emocional desagradable. Estas emociones provocan la pérdida del control auto percibido sobre una situación, conducta, o sobre la misma reacción emocional. Surge en situaciones alarmantes, ambiguas y de incertidumbre y prepara al individuo para actuar. Es importante señalar que las experiencias desagradables ponen a las personas en alerta, las activa y las hace pensar de manera irracional.
El uso de las emociones en política ha acompañado a la sociedad a lo largo del tiempo y es tan antiguo como vivir en grupo. Por ejemplo, la mitología griega, empleaba la furia de los dioses como método para conservar o conseguir el poder a través del control emocional del otro, es decir, por medio del miedo. Por otro lado, en épocas imperiales, Cicerón, utilizó la estrategia del miedo en contra de la Ley Agraria, argumentando que una vez puesta en práctica podría amenazar la identidad de la república, traer de nuevo la monarquía, poner en riesgo el statu quo y limitar la libertad del pueblo. En el renacimiento, Maquiavelo, dedica en su obra “el príncipe” todo un capítulo al uso del miedo para controlar a la población, concluyendo que para el gobernante resulta más beneficioso ser temido que ser amado y que el uso del miedo es la forma más eficaz para tener al pueblo subyugado.
Posteriormente, Hobbes, profundiza en la teoría del miedo, conceptualizado al Leviatán como constructor de la sociedad a partir del miedo, luego Tocqueville empleó la estrategia del miedo como instrumento para consolidar el nuevo sistema durante la revolución francesa. La mayor expresión del uso del miedo se registra en el totalitarismo de la Alemania Nazi, cuando el ideólogo Goebbels manifestó “muchos tienen un precio, y otros miedo”. Según Hanna Arendt, el terror es la característica escencial del totalitarismo, en medio de una ideología difusa redefinida por un líder máximo, el uso del terror y la propaganda como mecanismos claves de control social.
Entonces: ¿Quién se beneficia de las actuaciones de los ciudadanos motivados por el miedo?
En política electoral, el diseño de estrategias basadas en el miedo pretende conseguir el voto de un elector motivado por la angustia, la incertidumbre o el temor sobre su futuro, además, de generar temor en los ciudadanos hacia la perpetuación de quienes están en el poder en el momento, o, en otro sentido, mostrar al adversario como alguien temerario que puede afectar de manera negativa la realidad y generar un futuro desalentador o “peor”. Adicionalmente, apelar al miedo suele incrementar el interés, la atención y la capacidad de persuasión de un mensaje.
En este proceso el inconsciente colectivo es el punto estratégico en las campañas que apelan al miedo, que identifican los temores, amenazas, riesgos y peligros más sentidos y percibidos, si no los hay se crean. Por ejemplo: terrorismo, debacle económica, inseguridad, paros y salud pública. Estos temas se priorizan, se orientan y se plantean estratégicamente, posteriormente, se les acompaña con una agresiva estrategia publicitaria y se construye una alternativa como la única capaz de garantizar una solución eficaz a la amenaza.
Como podemos ver desde los autores clásicos, el miedo ha supuesto un recurso clave y fundamental por parte de las élites dominantes para controlar, dominar y movilizar las masas. Con el se mantiene el statu quo, se lleva a los ciudadanos a actuar y tomar decisiones que no tomarían en su racionalidad normal, el gobernante puede llegar al punto de ser totalitario, se hace más viable la manipulación social y aumenta el poder de quién aparece como héroe con la solución, el miedo brinda una opción magnífica en el juego del poder. Un ejemplo claro de esto es el la estrategia de Bush luego de los atentados del 9-11 del 2001, canalizando el miedo para librar una guerra la cual en condiciones normales los ciudadanos no hubieran apoyado.
[…] Imagen principal tomada de Al Poniente. […]