“Colombia tierra querida himno de fe y armonía
Cantemos, cantemos todos grito de paz y alegría”
Nuestra tierra, que se baña en dos océanos y los ríos más imponentes, donde explotan oleoductos sin sentir culpa por los gravísimos daños ambientales que cometen y exploran para fracturar nacederos de agua violentando la humanidad y las culturas que territorio sagrado para la vida protegen.
Aquí, donde existe paralelamente una justicia indígena, donde matan sistemáticamente para alterar los resultados de las consultas previas constitucionalmente reguladas para que las comunidades especialmente rurales decidan sobre el lugar donde siempre han estado viviendo justificando así la propiedad del Estado sobre el subsuelo, donde existe un modelo centralista y al menos tres grupos armados al margen de la ley que nacionalmente administran su propio poder en real terreno, donde cada pueblo tiene su propio dialecto.
Nuestra casa que tiene selva, desierto, páramos, los andes y una diversidad riquísima de gentes, un congreso plagado de criminales corruptos y un gobierno manipulado por avaros e indolentes. Somos ese país bonito que de guerra en guerra no se resiente, sonríe y ante el mundo es de los más alegres, que está en las calles clamando esperanza y activando la conciencia colectiva desde las redes de comunicación independientes. Los colores más magníficos están en sus paisajes y la creatividad artística que elevó las almas cuando esclavizaron los cuerpos y masacraron a inocentes.
Colombia, conocida como la Patria Boba, Macondo y ahora Polombia, que combina con la «P» de Paraco como el jefe del presidente. De personas verracas muy indignadas que no quieren a socialistas sino un cambio profundo donde el Estado no signifique pagar impuestos para mantener burócratas, subsidiar mercaderes de votos y matar a quien no piensa como el político electoralmente vigente. Aquí donde se valora la libertad a punta de economía informal porque hace mucho dejaron de ser legítimas las leyes.
Colombia, el país de la historia del florero, donde los próceres independentistas acumularon latifundios, demasiados son improductivos, y se persignaron con racismo para victimizarse vanagloriando sus actos de saqueo y sometimiento, los mismos que utilizan la palabra «orden» como eufemismo para imponer su razón a punta de gatilleros. Ese lugar maravilloso donde florecen las orquídeas, las heliconias, la coca y se respira aire fresco, aquí donde la tradición «democrática» es cambiar tamales por votos para que después de 200 años aún subsistan gamonales políticos que son admirados por los desvíos del erario con los que se enriquecieron.
Esto que se pretende patria poniendo en duda que fumigar comunidades con veneno es antiético. Donde casi la mitad de la población figura como pobre y los salarios de los altos funcionarios siguen subiendo, donde les parece exagerado hablar de renta básica en plena pandemia pero muy normal pagarle flotas blindadas y todos los servicios vacacionales a unos vagos que por sus apellidos son intocables y creen tener el derecho divino de ser mantenidos por la población en medio de tan caótico contexto.
#PrayForColombia grita el mundo porque esta protesta no solo contra una reforma, es por la dignidad que nos debemos.
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