Protesta sí, pero no así: de policías, uribistas y otros desadaptados

Foto; Leonard Mikoleit @mikolente

Si usted es de los que justifica la muerte de quienes protestan, por alterar el orden público o porque simplemente no le gusta, déjeme decirle que usted es igual de miserable a quien empuña y dispara el arma que asesina.”


Colombia, moralista por excelencia, el país del sagrado corazón, donde los labios más rezanderos son los que más maldicen a sus semejantes, donde aquellos que profesan “Dios y Patria” también profesan el “plata o plomo”, Colombia, un país donde no faltan ni las procesiones ni las protestas.

Y si de protestas se trata, pareciese que tuviéramos un itinerario propio y repetitivo para cada jornada, no importa el motivo, ni el año, ni los responsables, existe un orden del día para cada manifestación ciudadana, como también existen autores protagónicos, y secundarios, quienes se indignan desde lejos según el bando.

Primero, teniendo claro el porqué, se convocan las marchas, luego el caos citadino por los bloqueos, por último, los disturbios y los importantísimos aportes por parte del gobierno y algunas personas, casi siempre adultos mayores, asegurando que las marchas están conformadas por vándalos y desadaptados. Eso para resumir.

Yo sé que muchos, al igual que yo, quisieran gritar, salir por las calles con un megáfono, tratar de explicar la importancia de manifestarse en nuestro país, y aunque la ignorancia colectiva suele ser obstinada y terca, debemos pasar por encima de la impotencia y expresarnos. Expresar…

Que salir a marchar no nos hace guerrilleros, aunque muchos seguramente nos imaginan con fusiles al hombro, deben saber que quienes cargan fusiles son nuestros gobernantes, esos mismos que con sonrisas justifican los actos más reprochables.

Que un cuerpo ensangrentado no se compara con un muro pintado con aerosoles, una vida humana no se compara con un vidrio roto. Si usted es de los que justifica la muerte de quienes protestan, por alterar el orden público o porque simplemente no le gusta, déjeme decirle que usted es igual de miserable a quien empuña y dispara el arma que asesina.

Que la vejez definitivamente no es sinónimo de sabiduría, para ser sabio hay que leer, hay que empaparse de historia y realidad, pero sobre todo hay que entender. Señor, señora… mientras ustedes hablan y critican plácidamente desde sus sillones, hay miles de jóvenes que hoy luchan por enmendar los estragos que ustedes mismos le han dejado al país, tras años de malas elecciones de gobernantes, jóvenes que hoy reclaman la dignidad que ustedes no tuvieron, porque vendieron el voto y porque agacharon la cabeza mientras sus “patrones” los amedrentaban bajo amenazas de despido para que marcaran en el tarjetón el rostro de aquel que salvaría su empleo; mientras usted habla, critica los cacerolazos y trata de gamín a quienes luchan por una patria más justa, sus hijos y nietos luchan muchas veces en silencio, avergonzados de sus mayores.

Que el color verde ya no es sinónimo de esperanza, hoy solo inspira miedo, represión, violencia, muerte, brutalidad; es curioso que las patrullas móviles de la Policía Nacional estén marcadas con las siglas SEA POLICIA que significa “Saludar, Escuchar, Actuar” y más curioso aún que lo definan como el sello de sus comportamientos, deberían entonces solo dejar la A de abuso, porque es bajo lo que mejor actúan. Es entonces donde se constata la importancia de la educación en nuestro país para que los niños Sean menos policías y más profesionales formados desde la humanidad y el servicio.

A usted que dice “protesta sí, pero no así” ¿entonces cómo? ¿sabe usted como se han obtenido los derechos constitucionales, no solo en Colombia sino en el mundo? Le aseguro que si lee un poco de historia se va para atrás.

Por favor, es vital entender el contexto de lo que ocurre en nuestro entorno, con una mente más dispuesta, no seamos como uribistas adoctrinados en masa, creciendo en número y en ignorancia, donde solo importan quienes piensen igual que el resto, bien dice mi madre “parece que los hubiera brotado la tierra, parece que no tuvieran hijos ni padres” no podemos ser una secta de entes deshumanizados donde lo material prima por encima de los derechos fundamentales, donde “si lo mataron es por algo” si, por algo, por salir a reclamar lo que muchos nos han quitado, lo que a usted también le han quitado, porque si la ciudad está incendiada también es por algo.

Que arda el país cada vez que una madre tenga que llorar un hijo asesinado por un miembro de la fuerza pública, que arda el país cada vez que un gobernante pisotee la integridad de sus ciudadanos, que arda el país cada vez que la injusticia esté por encima del bien común, que arda el país cada vez que, por la indiferencia y la mezquindad, se devalúen las lágrimas de quienes sufren y de quienes tanto han sufrido.

Mateo Hernández Medina

Soy enfermero con énfasis en urgencias y emergencias médicas, docente universitario en el área de la salud y docente de artística, ex coordinador de salud en alguna JAC de la ciudad de Medellín, perteneciente al movimiento comunal, fiel amante de la coca cola.

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