Algunas personas que me siguen por las redes sociales piensan que siento una animadversión muy grande por el senador Gustavo Petro. Nada más alejado de la realidad. No tengo nada personal en contra del líder de la Colombia Humana. Es más, las veces que he conversado con él me ha parecido que es un tipo bastante simpático, además de ser una persona muy inteligente.
Mi problema con Petro tampoco es de ideología. Me considero un libertario de los de verdad, de esos que no juzgan. Los libertarios somos unos convencidos de que la gente es libre de hacer lo que le venga en gana con su vida mientras esas decisiones no coarten las libertades del prójimo. Mi problema real con Petro es su carácter demagógico innato, y la completa falta de arrepentimiento que siente cuando engaña a sus votantes, unos que muchas veces no han tenido la capacidad de educarse lo suficiente para darse cuenta de que les están mintiendo descaradamente.
Como argumentaba en mi columna anterior en este diario, un ejemplo fidedigno es la política barata que lleva a cabo el senador Petro para con la industria de la minería y el petróleo. La minería y el petróleo representan 7% del PIB anual de Colombia y le dejan al fisco muchos impuestos y regalías que le permiten a Colombia avanzar hace el desarrollo económico y la justicia social. Es muy cierto que el calentamiento global es quizás el mayor riesgo que enfrenta el mundo hoy en día. Pero el análisis de Petro es completamente improcedente. Me explico. Colombia emite solo 0,37% de todos los gases efecto invernadero en el mundo. China, 27% y EE.UU. 11%.
Mejor dicho, Colombia es un jugador marginal en el calentamiento global. Como sabrán algunos lectores, existe una relación unitaria entre la utilización de energía y el ingreso per cápita en los países, y la única forma que tiene Colombia de acabar con la tragedia de la pobreza es incrementando la utilización de energía. ¿No les parece totalmente injusto condenar a Colombia a ser un país pobre por siempre? ¿No sería más justo exigir que el mundo desarrollado disminuya su huella de carbono antes de que Colombia lo haga? El otro tema inexplicable es la fijación de Petro para con la impresión de papel moneda “para sostener la economía familiar”.
La completa incapacidad del senador Petro de entender que las consecuencias de imprimir dinero en EE.UU. son totalmente diferentes a las que se verían en Colombia es realmente preocupante. Quiero creer que Petro sí entiende que lo que él propone que haga el Banco de la República es una imposibilidad macroeconómica, y que si llega a ganar en 2022 se hará el de las gafas con sus propuestas fantásticas. Porque si ese NO es el caso, Colombia se tendrá que despedir de la baja inflación y nos tendremos que acostumbrar a ver inflaciones superiores a 30% a 40% atadas a una represión financiera brutal. Eso también implicará el final de la capacidad de los colombianos del común de comprar una vivienda, ya que el mercado de hipotecas desaparecerá del todo.
Insisto. El problema de Gustavo Petro no es su ideología o su pasado revolucionario. Ricardo Lagos (expresidente de Chile) era un revolucionario también y demostró ser un gran estadista. El problema de Petro es que es un irresponsable con un inmenso nivel de terquedad y de orgullo. Ojo con el 2022.
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