Este 1 de julio se conmemora el segundo año del triunfo electoral del actual presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Los pronósticos y el apoyo popular que tenía cada evento que encabezaba le daban el triunfo desde meses atrás, con excepción, claro, de los medios opositores y allegados a la administración anterior, quienes auguraban su derrota.
A dos años de ese triunfo encontramos a un presidente consolidado, que se ha sabido imponer a la oposición y a las instituciones mexicanas. Los partidos políticos, organizaciones civiles y organizaciones empresariales, quienes ahora forman la oposición, quedaron sumamente dañados, en imagen y en alianzas estratégicas internas; se han convertido en la burla de muchos a través de memes y Hashtags cuando realizan sus marchas antiAMLO que llegan a reunir 60 personas con pancartas mal escritas y con graves faltas de ortografía, con declaraciones contra los seguidores de AMLO, donde solo demuestran su clasismo y racismo, así como su miedo irracional al comunismo, concepto que suelen no tener claro.
Pero, ¿ha cumplido sus promesas de campaña AMLO? Algunas: el combate a la corrupción que se tradujo en el combate al huachicoleo (del “pandillero” hasta el de “cuello blanco”), los programas sociales extendidos, la creación del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, la venta del avión presidencial, la creación del Centro Cultural Los Pinos, ex residencia presidencial (digna de cualquier monarca despótico del siglo XVII, hasta con bunker secreto), las iniciativas sobre la austeridad republicana, etc.
López Obrador, fiel a su estilo de hacer política, sigue siendo el líder indiscutible del movimiento que encabezó como opositor y ahora encabeza como presidente; las encuestas muestran que su aprobación continua siendo alta, incluso Consulta Mitofsky lo coloca entre los 5 mandatarios mejor evaluados del mundo, algo impensable con los presidentes anteriores. Las conferencias matutinas son muestra de la búsqueda de AMLO por el manejo de la agenda del día. A partir de los temas que él toca todos los días se arman los debates diarios, ya sea porque le puso un apodo nuevo a algún opositor, o por el tema que trató, López Obrador maneja a la prensa a su antojo, y de manera democrática, porque, al parecer, no se obliga a nadie a volverlo tan mediático. Es el presidente más mediático que ha tenido México.
El sexenio aun no llega a la mitad, hay mucho camino que recorrer, pero a dos años del triunfo, debemos preguntarnos ¿la bandera de la esperanza que ondeaba Andrés Manuel cambió?, ¿La Cuarta Transformación sí es transformación, o solo continuación del neoliberalismo con otra cara? Respuestas que podemos ir esbozando, pero que solo hasta el final de su administración podremos resolver. Por ahora, quienes lo apoyan siguen siendo muchos, eso ya es mucho decir en un país con altos niveles de abstencionismo electoral.
Claro, citar a Consulta Mitofski es tan profesional para afirmar que AMLO está entre los mejores cinco mandatarios mejor evaluados del mundo. Pero se entiende, y más de alguien que es «Licenciado en Historia».